El Estadio Centenario de Uruguay vuelve a soñar con el Mundial de fútbol después de un siglo
El emblemático campo, que fue construido en apenas seis meses para albergar la primera Copa del Mundo en 1930, espera volver a albergar el torneo 100 años después
Uruguay avanza decidido a hospedar la Copa Mundial de Fútbol en 2030. De concretarse la aspiración uruguaya, el país sumaría sus canchas a las de Argentina, Paraguay y Chile, con los que lanzó la candidatura oficial en febrero pasado. Del otro lado del Atlántico, España, Portugal y Marruecos pujarán también por quedarse con la organización del campeonato. “Es la oportunidad para Uruguay”, dijo recientemente el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou. La dec...
Uruguay avanza decidido a hospedar la Copa Mundial de Fútbol en 2030. De concretarse la aspiración uruguaya, el país sumaría sus canchas a las de Argentina, Paraguay y Chile, con los que lanzó la candidatura oficial en febrero pasado. Del otro lado del Atlántico, España, Portugal y Marruecos pujarán también por quedarse con la organización del campeonato. “Es la oportunidad para Uruguay”, dijo recientemente el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou. La decisión de la FIFA se conocerá en 2024, 100 años después de que el mítico equipo uruguayo liderado por José Nasazzi, el Mariscal, conquistara su primer campeonato mundial de fútbol en los Juegos Olímpicos de París 1924.
Con 3,4 millones de habitantes e hinchas forofos de la Celeste, Uruguay está convencido de que tiene suficientes credenciales, deportivas e históricas, para alojar los partidos definitorios del torneo en 2030. La selección uruguaya fue dos veces campeona del mundo, en 1930 y 1950, que ascienden a cuatro si se tienen en cuenta los triunfos futbolísticos en los Juegos Olímpicos de 1924 (Colombes en París) y 1928 (Ámsterdam). Uruguay levantó además la Copa América en 15 ocasiones, la primera en 1916 y la última en 2011. Más cerca en el tiempo, la selección celeste Sub-20 se coronó campeona en el Mundial 2023, con jugadores que probarán repetir la hazaña en 2030. Pero si esto no bastara para obtener los votos de la FIFA, Uruguay puede jactarse de poseer la pieza fundacional del deporte más popular del planeta: el Estadio Centenario, donde todo empezó en 1930 con la celebración de la primera Copa Mundial de Fútbol.
Declarado por la FIFA Monumento Histórico del Fútbol Mundial, el Estadio Centenario fue levantado en Montevideo en apenas seis meses, entre febrero y julio de 1930, cuando fue inaugurado y bautizado así en homenaje a los 100 años de la primera Constitución uruguaya. “El Estadio Centenario constituye un hito por su construcción física, como símbolo y como escenario del Primer Campeonato Mundial. Estos tres aspectos lo convierten en el lugar de inicio del fútbol profesional internacional”, señalan Mario Romano y Alberto Magnone en el libro El Estadio Centenario, templo del fútbol (Planeta, 2019). Para su construcción, explican los autores, alrededor de 1.100 obreros trabajaron repartidos en tres turnos, incluido el nocturno, en un Uruguay pujante y con leyes sociales progresistas, donde regía la ley de ocho horas desde 1915. Casi sin máquinas, el millar de operarios, en su mayoría inmigrantes que habían huido de una Europa en crisis, erigieron las cuatro tribunas y dieron forma al gran anillo de hormigón armado que sería coronado por los 100 metros de la Torre de los Homenajes.
La obra del Centenario fue proyectada y dirigida por el arquitecto uruguayo Juan Antonio Scasso, para dar cabida en un principio a 120.000 espectadores, pero por falta de tiempo esa cantidad se redujo a 72.000. Ricardo Lombardo, presidente de la Comisión Administradora del Centenario, explica a EL PAÍS que la factura total del Estadio rondó los 600.000 pesos uruguayos de la época y fue financiada en buena medida por el Estado. Hoy su construcción, calcula Lombardo, no bajaría de los 120 millones de dólares. “Para este país que tenía casi dos millones de habitantes y era una república perdida en la inmensidad de América, aquello fue un acontecimiento muy fuerte”, dice. La organización de la primera Copa fue posible porque Uruguay había sorprendido al mundo con su juego en 1924 y 1928, continúa Lombardo, pero también porque gozaba de una economía próspera, democracia política y una sociedad integrada.
Cuando fue elegido sede en el Congreso Mundial de la FIFA, en Barcelona en mayo de 1929, Uruguay se comprometió no solo a levantar el estadio en tiempo récord, sino a correr con los gastos de las delegaciones asistentes. Se hizo cargo de todos los pasajes en primera clase, del alojamiento y los viáticos, según recogen los autores de la obra antes mencionada. Varios países europeos, entre ellos España e Italia, decidieron no concurrir a la cita, desconformes con la elección de la FIFA. Finalmente jugaron en Montevideo 13 selecciones: Bélgica, Francia, Rumania, Yugoslavia, Estados Unidos, México, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay. El 30 de julio de 1930, el Estadio Centenario fue testigo de la primera final de la Copa del Mundo, disputada entre Uruguay y Argentina, clásico de clásicos, en la que el anfitrión se impuso por 4 a 2.
“El fútbol llegó a Uruguay con los ingleses en el siglo XIX, que jugaban entre las vías del ferrocarril a un fútbol que hoy sería irreconocible”, dice Lombardo. Aquel juego inglés era de pase largo, primo del rugby, más individual que colectivo. “A principios del siglo XX acá se empezó a jugar de otra manera, el pase largo pasó a ser corto al estilo de los escoceses, y eso cambió el fútbol”, agrega. Lombardo recuerda, entre tantos, al legendario futbolista uruguayo José Piendibene, creador en 1910 del falso nueve, “que venía de atrás creando jugadas, pases cortos y opciones de gol” y al genio de José Nasazzi, capitán de las selecciones campeonas en 1924, 1928 y 1930, que inauguró la figura del líbero o defensa sin posición fija. “En la década de 1920 los uruguayos sorprendieron al mundo con su forma novedosa de jugar”, acota. Aquel “fútbol arte”, su revolución táctica y las innovaciones posicionales, obligaron al cambio de las reglas de juego y sentaron las bases del fútbol moderno, dice Lombardo citando al reconocido entrenador uruguayo Ondino Viera.
A un siglo después de aquella gesta, Lombardo considera natural que la Copa del Mundo regrese a sus fuentes en 2030. “La esencia del fútbol está acá y el Centenario es su historia”, afirma. En ese sentido, el propio presidente Luis Lacalle Pou se refería recientemente a la organización del campeonato en 2030 como un asunto de “interés nacional”. “Uruguay es el país que está, por lejos, más involucrado e interesado en llevar esto adelante”, dijo Lacalle Pou a la emisora radial Sport890. Y añadió: “Es la oportunidad. Si no se hace en la conmemoración de los 100 años del primer mundial, es muy difícil subirse a otro ómnibus [autobús]”.
Con la mira puesta en 2030, el pasado 17 de agosto fue presentado un proyecto de remodelación del Centenario, en un encuentro organizado por la revista Búsqueda. Si se aprobara, las reformas incluirían aumentar su capacidad a 80.000 espectadores, bajar el campo de juego y construir un nuevo anillo, preservando su diseño arquitectónico original. “Todo empezó aquí en Uruguay, sentimos la responsabilidad porque nos toca representar al fútbol sudamericano y honrar la memoria de las personas que tuvieron el coraje y la valentía de organizar el primer mundial”, dijo Alejandro Domínguez, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, en esa oportunidad. Entre sus labores, remarcó, figura la de buscar un acuerdo con España, Portugal y Marruecos, para que el campeonato se juegue en tierra sudamericana. Donde todo empezó en 1930.
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