España no se distrae y arrolla a Chipre
Después de los siete goles a Georgia, la selección se divierte con un rival débil al que apenas dejó respirar con un ataque que explotó las bandas y los centros
No hay días libres en la selección de Luis de la Fuente. No caben las tardes de galbana, de bajas pulsaciones. El tropezón contra Escocia en Hampden Park, ayer de celebración con visita de Inglaterra, acabó con las tardes a medio gas, con la dosificación de fuerzas. Ni en Tbilisi contra Georgia, ni en Granada contra la aún más limitada Chipre. España no afloja. En el Nuevo Los Cármenes, La Roja se exprimió y se empachó con seis goles que sumar a los siete del viernes. Fue otro recreo j...
No hay días libres en la selección de Luis de la Fuente. No caben las tardes de galbana, de bajas pulsaciones. El tropezón contra Escocia en Hampden Park, ayer de celebración con visita de Inglaterra, acabó con las tardes a medio gas, con la dosificación de fuerzas. Ni en Tbilisi contra Georgia, ni en Granada contra la aún más limitada Chipre. España no afloja. En el Nuevo Los Cármenes, La Roja se exprimió y se empachó con seis goles que sumar a los siete del viernes. Fue otro recreo jugado muy en serio.
Los últimos dos rivales eran dos especímenes de la clase que más se le ha atragantado en los últimos tiempos del toque y la pelota abanicando el ataque. Es cierto que no alcanzan la rocosa solidez de huesos como Marruecos. Ni cuentan tampoco después con sus herramientas para el contragolpe. Pero en el catálogo de esta selección asoma un plan para desatascar pelotones apiñados que se ha echado en falta en noches especialmente frustrantes.
Y además, está Lamine Yamal, una aparición asombrosa de 16 años, titular por primera vez con Chipre, a solo un partido ya de ligarse definitivamente a la selección ante el deseo que aún flota en el ambiente de Marruecos por llevárselo. De la Fuente no tiene dudas con el chico. Parece imposible tenerlas. En Tibilisi se lanzó a regatear hacia el área con la primera pelota que le llegó. En Granada martilleó también desde el primer instante. Regate, regate y centro repleto de amenaza. Un enigma indescifrable para la defensa chipriota, siempre con una sorpresa más cuando parecían haberle cegado todas las rutas de escape.
Los extremos suponían una tortura para Chipre. Al otro lado, por la izquierda, se desataba Nico Williams. España abría las alas, picaba, y si no encontraba premio giraba enseguida hacia el otro costado. La novedad frente a atascos pasados no era solo la inspiración de los extremos, sino la velocidad eléctrica con la que circulaba el balón de banda a banda, sin demoras, sin masticar jugadas que se hacen bola en un carrillo.
España agitaba el campo con la circulación y Chipre se iba desordenando. Aparecían espacios en un pelotón de diez futbolistas apelmazados contra su área. El equipo dirigido por Temur Ketsbaia contemplaba la danza de España conducida por la batuta de Rodri. Once espectadores sobre la hierba, porque cuando recuperaban el balón apenas les duraba. Enseguida se lanzaban a recuperarlo dos o tres de rojo. Si conseguían levantar la cabeza, intentaban saltarse todos los trámites y buscaban envíos larguísimos al solitario Sotiriou, tan abandonado, que allí moría el empeño fugaz.
Y vuelta a empezar. De nuevo al asalto del área del gigante Mall. España conseguía aprovechar hasta esas tímidas estiradas. Aquellos intentos desordenaban el entramado defensivo, que daba unos pasos adelante. Se abrían espacios antes impensados. Gayà detectó una de esas rarezas, con un pase clarividente al claro que se había abierto a la espada de la defensa. Hacia allí voló Nico Williams, que alcanzó la línea de fondo y dejó atrás la pelota. Llegaba por el centro Gavi, que abrió el marcador con una volea rasante a la carrera.
Ante una línea de cinco defensas apuntalada con otros cuatro justo delante, España insistió en atacar el área desde los costados, centro a centro. Como en el segundo gol, una jugada que comenzó con un balón desde la derecha, que no encontró premio, pero que se envió enseguida hacia la izquierda, desde donde Nico Williams lo puso en la cabeza de Mikel Merino. Llevaban apenas media hora jugando en Granada y La Roja ya había probado 19 centros.
El botín no era mayor porque a Morata la noche no le sonreía como la del viernes en Tibilisi, de donde se llevó el balón de un triplete. El capitán no acertó, y cuando lo hizo el VAR le cazó en fuera de juego.
Avanzaba el cronómetro y a Chipre se le iba derritiendo la convicción para sostener la resistencia. Cada vez le asomaban más huecos. De nuevo de centro en centro. Carvajal se sacó un pase al área sin necesidad de mirar que Joselu llegaba para cabecear el tercero. El lateral madridista, que completó los 180 minutos de este parón, como rejuvenecido, regateó luego con un control y un giro y se la puso atrás a Ferran Torres para el primero de su doblete.
En medio de los coletazos del temporal Rubiales, la selección esparce felicidad. Debutó Álex Baena y también anotó, en la primera jugada en la que intervino, tras un taconazo de Joselu. Fuera del gozo quedan las lesiones. En Granada cayó Nico Williams, otro extremo, como Asensio y Olmo en Tibilisi.
España no se distrae más y avanza compacta y divertida hacia la Eurocopa del próximo verano.
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