La Real camina firme hacia los octavos de final
Brais suma su tercer gol en tres partidos en un choque en el que los donostiarras fueron claramente superiores al Benfica
La Real fue de menos a más en Lisboa para ganarle al Benfica, llevarse los tres puntos y situarse a tiro de la segunda fase. Los octavos están a la vista con siete puntos, los mismos que el Inter, que le ganó al Salzburgo (2-1). Pero ese de menos a más puede sonar engañoso, porque el menos de los donostiarras era mucho más que el más de los lisboetas. Así que cuando los hombres de Imanol alcanzaron su máximo rendimiento, mediada la segunda parte, el Benfica empezó a parecer un animalillo acorralado, recibiendo golpe tras golpe y la reprobación del estadio Da Luz tras el gol de Brais, el tercer...
La Real fue de menos a más en Lisboa para ganarle al Benfica, llevarse los tres puntos y situarse a tiro de la segunda fase. Los octavos están a la vista con siete puntos, los mismos que el Inter, que le ganó al Salzburgo (2-1). Pero ese de menos a más puede sonar engañoso, porque el menos de los donostiarras era mucho más que el más de los lisboetas. Así que cuando los hombres de Imanol alcanzaron su máximo rendimiento, mediada la segunda parte, el Benfica empezó a parecer un animalillo acorralado, recibiendo golpe tras golpe y la reprobación del estadio Da Luz tras el gol de Brais, el tercero que consigue en los tres primeros partidos de su carrera en la Champions.
La Real se adueñó del histórico recinto lisboeta, escenario de grandes gestas, feudo de un doble campeón de Europa, que sin embargo parece ahora un equipo deprimido, con ningún punto después de tres partidos. Pero es que los hombres de Imanol Alguacil, en un gran momento, ahogaron al Benfica cuando hizo falta, lo apabullaron en el instante oportuno, y remataron la faena con el gol de Brais.
Resultaba conmovedor, en la primera parte, ver al Benfica tratar de salir de su área con la pelota jugada frente a la presión asfixiante de la Real Sociedad, porque una y otra vez perdía la pelota sin paliativos. Resoplaban los portugueses ante cada error, y solo conseguían estirarse algo con los balones largos. Se ilusionaron con un contragolpe que acabó en gol de Silva, pero había fuera de juego, y ahí se acabó la excitación portuguesa. Se fue haciendo pequeño el Benfica ante una Real muy superior, pero que no metió la directa hasta la segunda parte. Entonces destapó todas las miserias de su rival.
Comenzó el recital Kubo, en una de sus barrabasadas por la banda derecha. Dejó atrás a Bernat, que había salido al campo para intentar tapar los rotos del japonés, que le había amargado el partido a Jurasek, regateó también a Otamendi y el disparo se le marchó alto.
Después marcó Brais en comandita con Barrenetxea en un visto y no visto, como en un truco de magia del donostiarra que remató el gallego; comenzó a tocar el centro del campo como una orquesta sinfónica, mandó Kubo un disparo al larguero después de una magnífica acción personal, la enésima del partido tras darles muy mala noche a quienes intentaron perseguirle, y después soportó el equipo realista un par de marejadillas portuguesas motivadas más por el orgullo que por su juego. Suficiente.
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