Tigrinho alivia a Xavi y da al Barcelona la victoria ante Osasuna
El primer gol como culé del brasileño, excelente en el remate de cabeza, decide un partido pesaroso de los azulgrana ante un frío y expectante Montjuïc
Apareció por fin Tigrinho, el fichaje invernal de Deco al que Xavi apenas daba bola, y liberó por unos días al Barça. Vitor Roque, el delantero que costó 30 millones fijos y 30 variables, se estrenó como goleador un minuto después de salir al campo con un remate de cabeza que acabó con la angustia de Montjuïc. La furia del brasileño contrastó con la indolencia general de los futbolistas azulgrana, faltos de aptitud y actitud, insensibles al volcánico momento del Bar...
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Apareció por fin Tigrinho, el fichaje invernal de Deco al que Xavi apenas daba bola, y liberó por unos días al Barça. Vitor Roque, el delantero que costó 30 millones fijos y 30 variables, se estrenó como goleador un minuto después de salir al campo con un remate de cabeza que acabó con la angustia de Montjuïc. La furia del brasileño contrastó con la indolencia general de los futbolistas azulgrana, faltos de aptitud y actitud, insensibles al volcánico momento del Barcelona. Ha sido el peor mes de enero en la historia azulgrana, manchada por el 3-5 del último encuentro ante el Villarreal, el día que Xavi anunció que no continuaría a partir del 30 de junio, cuando en verano había renovado su contrato hasta 2025.
Ante la falta de fútbol y de emoción, perdido todavía el sentido de equipo, son los solistas los que dan vida al equipo de Xavi. Un día es João Félix, al otro Cancelo, muy a menudo Lamine Yamal, de vez en cuando Gündogan y contra Osasuna el decisivo fue Vitor Roque. Los partidos son tan pesarosos y difíciles de pasar como la sequía en la montaña del calvario que es Montjuïc. La única novedad fue acaso Iñaki Peña, cuya media es de 2,06 goles encajados por partido, que cerró por una vez su portería, una suerte porque el equipo estaba sin energía ni ánimo, incluso con uno más por la expulsión de Unai García.
El partido empezó de mala manera como ya es costumbre en el Barcelona. No cayó un gol en contra sino que se sumó una lesión más —ya va una veintena— y el lastimado fue Ferran Torres. El llanto del valenciano fue tan sobrecogedor que provocó el consuelo de Arrasate. Xavi se quedó prácticamente sin delanteros porque João Félix y Marc Guiu también estaban en la enfermería y Vitor Roque calentaba banquillo, también en Montjuïc. La alternativa fue Fermín. Nada cambió en la cancha ante la indiferencia de la hinchada del Barça. El club incluso había regalado entradas a los socios más jóvenes para alegrar la grada en un partido disputado en jornada laborable y correspondiente a la jornada 20.
Los azulgrana se empachaban de balón ante la complacencia de Osasuna. No sabían cómo arrancar la jugada, por más que Pedri se ofreciera por delante de los centrales, los centrocampistas no daban ritmo al juego y no había profundidad en las bandas porque tampoco progresaba Cancelo. La línea de pase no era tensa ni segura y mucho menos rápida y el único que llegaba al área era Fermín. Los desmarques del volante daban fe de un equipo barcelonista timorato y lento, sin velocidad de piernas ni de pelota, fácil de contener para Osasuna. Los navarros solo parecían preocupados por el descaro de Yamal e interesados por las pérdidas de balón del Barça para tirar la contra hacia Peña.
Los regates de Yamal, sin embargo, apenas generaban ocasiones, no se contaban remates en las áreas y los dos momentos de mayor suspense fueron dos cabezazos de Araujo y Budimir a la salida de un córner que no encontraron portería cuando el partido ya caminaba hacia el descanso ante la preocupación de Xavi. No parecía que se jugara un partido de fútbol en Montjuïc. El silencio de la cancha era extensible a la grada porque los pocos cánticos eran más de desesperación que de ánimo después de que ninguno de los dos equipos contara un solo remate entre los palos de Peña y Aitor. Únicamente había un azulgrana que se batía como un jabato en el campo: Fermín López.
La dormidera azulgrana contagió a Osasuna, un equipo habitualmente intenso, incapaz hasta entonces de provocar un error en la zaga comandada por Araujo. Nadie generaba una jugada por caridad ni había sorpresa en el fútbol barcelonista, penalizado seguramente por la posición de Pedri, más cerca de Peña que del área de Osasuna. El partido se consumía como si Xavi ya se hubiera ido y no hubiera entrenador en el Barça. Algunos aficionados empezaron a pitar en el momento de máximo sopor en Montjuïc.
Ante la falta de corriente, no le quedó más remedio a Xavi que agitar el partido con Vitor Roque. El sustituido fue sorprendentemente Fermín. El cambio tuvo un efecto inmediato porque el brasileño cabeceó un precioso centro de Cancelo. La jugada fue, en cualquier caso, de Yamal. El extremo no paraba de encarar mientras en la grada empezaba un tímido plebiscito sobre Xavi. Justo cuando la discusión subía de tono apareció Vitor Roque para anticiparse y atacar el balón en el primer palo y batir a Aitor. No paró de embestir el ariete hasta provocar la segunda tarjeta de Unai García.
Osasuna jugó mejor con 10 que con 11, obligado por el marcador y favorecido por el temblor del Barça, vulnerable cuando no tiene el balón, entregado a Yamal. El extremo no atinó a rematar el partido en una transición y los navarros no acertaron a empatar en dos oportunidades de Raúl García y Moncayola, cuyo tiro fue rechazado por Peña. Los azulgrana fueron peor equipo que Osasuna con el marcador a favor y con superioridad numérica en una cancha tan silenciosa como la grada, igual de fatigados los jugadores que los aficionados en Montjuïc.
No marcó por un suspiro Osasuna y respiró el Barça por un gol de Vitor Roque. Nada cambió futbolísticamente de un día a otro a excepción del gol de Tigrinho.
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