El PSG de Mbappé se impone a una Real dominadora en el París
El equipo de Imanol arrebata el terreno y la pelota al cuadro local, pero se quiebra en un córner rematado por el delantero francés mientras Traoré, su marcador, permanecía dolorido en la banda
Al Paris Saint-Germain le bastó con dos fogonazos para destrozar el dominio territorial de la Real Sociedad en el Parque de los Príncipes. El partido tuvo desarrollo inesperado y desenlace predecible. Veloz como un látigo para desmarcarse al olor de la oportunidad, Mbappé abrió el marcador en un córner accidentado, en la segunda parte. El hombre que le tenía que marcar, Traoré, recibía atención médica tras sufrir un golpe en la acción previa. Solo con uno menos, y a balón parado, cayó la Real, ante la ira de Imanol ...
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Al Paris Saint-Germain le bastó con dos fogonazos para destrozar el dominio territorial de la Real Sociedad en el Parque de los Príncipes. El partido tuvo desarrollo inesperado y desenlace predecible. Veloz como un látigo para desmarcarse al olor de la oportunidad, Mbappé abrió el marcador en un córner accidentado, en la segunda parte. El hombre que le tenía que marcar, Traoré, recibía atención médica tras sufrir un golpe en la acción previa. Solo con uno menos, y a balón parado, cayó la Real, ante la ira de Imanol Alguacil con Traoré, a quien señaló por abandonar sus funciones sin que la gravedad de la lesión lo justifique.
“¡Hemos regalado el 1-0!”, protestó el técnico. “¡Si abandonas a tu equipo en un córner tiene que ser para ir al hospital!”. La alta competición es implacable. El partido que decidirá el pase a cuartos, la vuelta en Donosti, se disputará el 5 de marzo con un único precedente alentador: Alguacil superó a Luis Enrique en el mano a mano táctico.
La Real Sociedad se fagocitó al PSG durante la primera parte de la ida. Salvo la rara excepción de Barrenetxea, los expedicionarios de superaron el golpe ambiental sin inmutarse y mantuvieron el nivel de presión sin altibajos. Los sostuvo el esquema, la estructura, y las órdenes que les impartió Imanol Alguacil desde la banda, un catálogo de comandos que todos saben de memoria después de años de abnegado ejercicio del 4-3-3. La ocupación de los espacios, las permutas, los relevos, las ayudas, se produjeron con naturalidad, sin consumir energía mental en Zubeldia y sus compañeros, siempre en movimiento y siempre bien situados sin importar cómo discurrieran las jugadas. No había imprevisto que los tomara por sorpresa y eso debe atribuirse a la táctica. Una ventaja que no se advirtió en el PSG, en donde reinó el desconcierto y la improvisación. Luis Enrique lleva siete meses de trabajo. Frente al experimentado equipo vasco, fue como si llevara una semana.
Cuando el partido entró en el terreno de los duelos, la mayor cotización de los jugadores locales también pasó inadvertida. Kubo superó a Beraldo en la banda izquierda, Barrenetxea y Hakimi igualaron en enajenación su contienda en la otra banda, Dembelé apenas provocó una amarilla en Le Normand, Mbappé no logró desbordar a Zubeldia, y en el medio Vitinha fue poco a poco desplazado por el astuto Zubimendi. Que la Real tenga a Zubimendi y el PSG esté a la búsqueda de algo parecido explicó la clase de control que ejercieron los visitantes en los primeros lances de la noche. Con todo el esfuerzo que hizo Fabián, muy superior a Ugarte como mediocentro, la naturaleza del andaluz es la de un volante de ataque, no la de un pivote. El sevillano, siempre bravo para pedir la pelota bajo presión, tardó en aclimatarse al puesto. Con todo, su presencia explicó la suplencia de Ugarte: el fichaje más caro del último verano en París, 60 millones al Oporto, se sitúa en el origen de los padecimientos de su equipo frente al Newcastle, el Milan y el Dortmund en la fase de grupos. Luis Enrique tardó meses en advertirlo.
A la Real le faltó contundencia en el área rival. Pero se las ingenió para producir tres remates de Kubo, Merino, al palo, y Silva en media hora. El PSG las vio venir hasta que Luis Enrique, tras el descanso, adelantó a Fabián y puso a Vitinha a dirigir las operaciones en su lugar. Entonces el equipo francés comenzó a avanzar juntando a sus magníficos futbolistas en situaciones ventajosas y la Real dio un paso atrás. No le hizo falta un dominio clamoroso. Le bastó un córner. Marquinhos peinó en el punto de penalti, Le Normand se quedó enganchado, y Mbappé, solo en el segundo palo, reventó la red. Su marcador, Traoré, lo vio desde la banda, mientras lo revisaban los médicos por una contusión.
Se desató la crisis. Los nervios de Barrenetxea hicieron más estragos que los desmarques de Mbappé. En un error defensivo del extremo, el delantero francés se fue solo y remató al palo. Cuando Alguacil le sustituyó por Zakharyan, ya era tarde. El PSG explotaba la tremenda velocidad de sus puntas a la contra. Un cambio de orientación de Fabián dejó solo a Barcola frente a Remiro. El portero, hasta entonces muy acertado, no consiguió tapar su palo. El 2-0 acreditó la superioridad del PSG en el marcador. Sobre el terreno de juego, el control del balón resultó repartido. Entre Vitinha y Zubimendi, la batalla por el control de los espacios y los tiempos se equilibró.
El peso del movimiento de los banquillos reflejó los poderes enfrentados hacia el descuento: Zakharyan, Umar, Pacheco, Imaz y Aramburu, frente a Asensio, Lucas Hernández y Kolo Muani. Luis Enrique procuró liquidar la eliminatoria a la contra. La Real, sin embargo, se repuso al aturdimiento que le produjo el 1-0 y supo gestionar la resistencia. El 2-0 abre una brecha amplia. Pero no insalvable.
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