Oblak defiende la victoria sufrida del Atlético ante el Betis y evita que los de Simeone entren en barrena

El meta esloveno, con un par de paradas prodigiosas, salva los tres puntos después de que su equipo se pusiera con dos goles de ventaja en el primer tiempo y se cayera en el segundo

Barrios felicita a Morata tras marcar este el segundo gol de su equipo al Betis.Daniel Gonzalez (EFE)

Oblak, que no está firmando su mejor temporada, evitó que el Atlético de Madrid entrara en barrena. Los pitos reaparecieron en el Metropolitano después de un primer tiempo aseado que le concedió a los rojiblancos dos goles de ventaja y un segundo en el que el Betis despertó e hizo sufrir mucho al Atlético hasta el final. Tuvo que poblar el equipo de centrocampistas y defensas Simeone para guardar un triunfo reparador, pero que no escon...

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Oblak, que no está firmando su mejor temporada, evitó que el Atlético de Madrid entrara en barrena. Los pitos reaparecieron en el Metropolitano después de un primer tiempo aseado que le concedió a los rojiblancos dos goles de ventaja y un segundo en el que el Betis despertó e hizo sufrir mucho al Atlético hasta el final. Tuvo que poblar el equipo de centrocampistas y defensas Simeone para guardar un triunfo reparador, pero que no escondió el bache de juego por el que atraviesan los colchoneros. Pudo empatar el Betis si Oblak no llega a emerger entre un bosque de piernas para evitar que un zambombazo de Guido Rodríguez estableciera el empate a dos. No acaba de encontrar regularidad y equilibrio el Atlético en las últimas semanas. El Cholo mueve piezas, pero no acaba de dar con la tecla. Cambia la defensa, el medio del campo o la delantera y el conjunto no se endereza.

Tocado por la eliminación de la Copa y la imagen que dio en San Mamés, el Atlético, al menos, se concedió una victoria necesaria. La necesitaban Simeone y sus futbolistas, agobiados ahora por la necesidad de consolidar al menos la cuarta plaza. El juego fue otra cosa, poco fluido y a tirones ante un rival que le apuró en el segundo tiempo a nada que dio un paso adelante.

No está bien el Atlético por más vueltas que Simeone le da a la alineación buscando más contundencia en las dos áreas. Sin Griezmann, aún convaleciente de su lesión de tobillo, este domingo toco de inicio la pareja Morata-Memphis en ataque. Sucedió que en el medio tampoco acaba de consolidarse un trío de centrocampistas de fiables. El bajón de forma que atraviesan Koke y De Paul convirtió a los rojiblancos en un equipo discontinuo, incapaz de sostener el arranque potable que protagonizó. Arrinconó al Betis con una fuerte presión que encajonó a los verdiblancos. El conjunto de Pellegrini se presentó en el Metropolitano sin los lesionados Fekir e Isco. Esa falta de alma ofensiva pareció describir a un equipo destinado a aceptar el sometimiento de su rival. De Paul avisó rápido con una incursión que resolvió con poca precisión. Animoso, el Atlético se encontró con una ventaja madrugadora. Una mala salida de balón del Betis la aprovechó Koke para poner un centro al área que introdujeron en su propia puerta entre Bellerín, Pezzella y Rui Silva.

El golpe achantó aún más al Betis, que tuvo que entregarse a su portero. Memphis se topó con el guardameta portugués por dos veces consecutivas. Después cayó el Atlético en ese fútbol a tirones que aún le dio para generar un penalti a la media hora de juego. Rui Silva trabó a Morata, que cortó bien por el medio del área para recibir un pase filtrado de Memphis. El VAR tuvo que comprobar que Morata no estaba en fuera de juego por una uña antes de que el atacante madrileño ejecutara un lanzamiento manso y poco esquinado que Rui Silva rechazó. Los posteriores intentos de Morata también fueron repelidos por el meta verdiblanco. Rodri amenazó a Oblak con el empate antes de que Morata pudiera resarcirse rebañando de cabeza un despeje de Rui Silva. Con veinte tantos entre todas las competiciones, los mismos que Bellingham, Morata ya puede presumir de su mejor marca desde que es profesional

Con más gol que juego el Atlético se fue al descanso con dos tantos que hacían presagiar un partido cómodo por la ventaja y por la poca resistencia que había ofrecido el Betis. Sin embargo, la entrada de William Carvalho le dio un vuelco al partido. El mediocentro luso tuvo un impacto imperial. Comenzó a quitar y a distribuir balones con una autoridad que dejó en muy mal lugar a los centrocampistas del Atlético. El propio Carvalho se encargó de dejar claro que había partido. Vio a Oblak adelantado y descerrajó un derechazo desde fuera del área que superó al meta esloveno. Simeone intuyó que debía orientar a su equipo más para guardar el resultado que para ampliarlo. Sentó a Koke a la hora de juego, porque sus datos físicos recomiendan que no está pará más tiempo, y también a De Paul. Este porque después de haberse erigido en uno de los cabecillas del equipo y del vestuario ha entrado en un bache preocupante.

Siguió el Betis con su gobierno y obligó a Oblak a convertirse en el héroe de su equipo. Primero tapando a Ayoze en un mano a mano que el delantero canario se fabricó con un giro en el área que puso en evidencia la fragilidad defensiva que asola al Atlético este curso. Oblak terminó por convertirse en el jugador del partido con una estirada prodigiosa. Guido Rodríguez enganchó una volea en el área en medio de una marabunta de jugadores. La visibilidad era escasa, pero el vuelo rasante y la manopla de Oblak lograron palmear la pelota contra la base del poste. Estalló entonces la grada del Metropolitano contra el juego de su equipo. Los pitos arreciaron y fueron la antesala de un final agónico, con un Atlético blindado para guardar el resultado. A falta de tres minutos, Simeone sentó a Morata para dar entrada a Savic. El mensaje era claro. La delantera con la que acabó el Atlético, Riqulme y Llorente, fue tan delatora de los miedos y la necesidad de la victoria como los saltos de júbilo con los que Simeone alcanzó la bocana del vestuario.

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