Otro momento valle de Rodrygo con el gol
El brasileño, de naturaleza racheada, atraviesa el segundo frenazo del año ante la portería rival: tres tantos de poco peso en los últimos 15 partidos
Hace un mes, a Carlo Ancelotti le preguntaron por la mejorable racha goleadora de Rodrygo Goes y el italiano trató de zanjar la cuestión aludiendo a un gato. “Me han enseñado que si a uno le dices que no piense en el gato, el único animal en el que piensa es en el gato”, resolvió el técnico sobre la conveniencia de no darle vueltas a las cosas para que no se hagan bola. La inocente comparación del italiano resonó porque alguien en la sala de prensa de Valdebebas volvía a relacionar a un atacante del Madrid con un gato, como Mourinho con Benzema en 2010: ...
Hace un mes, a Carlo Ancelotti le preguntaron por la mejorable racha goleadora de Rodrygo Goes y el italiano trató de zanjar la cuestión aludiendo a un gato. “Me han enseñado que si a uno le dices que no piense en el gato, el único animal en el que piensa es en el gato”, resolvió el técnico sobre la conveniencia de no darle vueltas a las cosas para que no se hagan bola. La inocente comparación del italiano resonó porque alguien en la sala de prensa de Valdebebas volvía a relacionar a un atacante del Madrid con un gato, como Mourinho con Benzema en 2010: “Con un perro cazas más y con un gato, menos”, soltó entonces sobre el francés. A diferencia de esta, sin embargo, aquella referencia —tan recordada después— concentraba todo el ánimo punzante del portugués que no se adivinó esta vez en las palabras de Carletto, que hace un año elevó al brasileño al estatus de titular y que este curso lo ha utilizado en todos los encuentros.
Rodrygo afronta el segundo frenazo anotador de la temporada. Tras acumular al inicio 11 encuentros seco y enganchar luego dos meses muy fértiles, ahora lleva 15 choques con apenas tres tantos de un peso menor: desde la segunda diana que le metió al Villarreal a mediados de diciembre, el atacante solo ha celebrado el tercero a la Arandina en el descuento, el 4-1 definitivo al Barcelona en la final de la Supercopa y el último de la goleada al Girona (4-0).
Es la vida racheada ante la portería rival del brasileño, protagonista de fogonazos de épica de camino a la decimocuarta Champions, y capaz de pasar de la sequía a la erupción y, de nuevo, detenerse. De ir y venir sin previo aviso. Después del “cabreo” interior por un arranque de campaña sin tino —como admitió en una entrevista reciente en este periódico—, entró en ebullición en otoño (llegó a anotar en cinco jornadas seguidas siete tantos en 11 tiros a puerta) y ahora atraviesa otro momento valle. La naturaleza discontinua de Rodrygo, de 23 años, a la hora de marcar se sigue imponiendo. Incluso cuando la temporada pasada alcanzó su tope (19; lleva 13 este año), arrastró un parón en Liga de cuatro meses.
“Su momento es bueno por lo que aporta al equipo en el juego y por su compromiso. Está un poco menos acertado en la finalización, pero esto ya ha pasado y si no nos ha preocupado antes, no nos va a preocupar ahora”, analizó este martes Ancelotti, siempre protector, en la previa de la vuelta de los octavos de la Champions frente al Leipzig (21.00, Movistar), con la ventaja de 0-1 gracias a un golazo de Brahim, su gran amenaza ahora para mantener su jerarquía. El pasado sábado, en Valencia, Ancelotti lo relevó por el malagueño a falta de media hora y en un momento de necesidad.
En el entorno del paulista, no advierten un nerviosismo especial en las últimas semanas por los registros anotadores de 2024. “Sabe controlar estos momentos”, apuntan sobre un jugador que, según añaden, siempre ha tratado de transmitir calma entre su gente cercana, a la que les ha explicado que lleva cargando con la responsabilidad desde los 11 años.
En este tramo de la temporada con solo de tres dianas para cerrar resultados cómodos, llama también la atención que no ha estado muy cerca del gol. No ha sido, en realidad, un problema de puntería, sino de lejanía de las situaciones más francas. La métrica de Opta indica que su cifra de tantos esperados ni siquiera llega a cuatro (3,86). Un escenario que contrasta con la sequía del inicio de campaña. Entonces sumó 11 choques sin anotar, pero la estadística avanzada señaló que, por la calidad de las ocasiones disfrutadas, debía haber metido cinco dianas. Ahora no. La diferencia entre lo celebrado y lo que podía haber logrado es poca.
Mientras tanto, Brahim y Joselu han seguido recogiendo números en la sala de espera con un volumen de minutos más reducido. En estos dos meses y medio, el andaluz suma cuatro tantos con seis tiros a puerta y el delantero centro, seis en 10 intentos.
Entre finales de 2023 y el arranque de 2024, el Madrid ha consolidado el liderazgo en Liga, ha ganado la Supercopa y ha tomado ventaja en Champions (cayó en Copa), pero lo ha hecho, casi siempre, con resultados al filo, encontrando un grupo de solucionadores entre los que no ha estado el brasileño. Lucas Vázquez decidió en Vitoria, Rüdiger lo hizo contra el Mallorca, Vinicius ventiló al Barcelona en la Supercopa y al Girona, Tchouameni culminó la remontada en Las Palmas, Joselu se impuso en Getafe, Brahim sobresalió en Leipzig y Modric irrumpió ante el Sevilla.
Rodrygo busca volver a quitar el tapón, como entre octubre y diciembre. Entonces, ocupó en muchos duelos su posición natural, la izquierda, debido a una lesión de Vinicius. Ahí se desenvolvió en el Santos hasta un año antes de fichar por el Madrid, cuando el club blanco le pidió que empezara a habituarse a la derecha porque la zurda era en ese momento de Hazard y Vini. Aunque, como puntualizó Ancelotti en el mejor momento del futbolista, el pasado diciembre, poco importa la posición si uno fluye. “Cuando está bien, marca por el centro, por la izquierda o por la derecha”, afirmó el técnico. Este curso, debido al cambio de dibujo tras la salida de Benzema, parte de la diestra pero puede ocupar más el centro.
Con contrato hasta 2028, el brasileño afronta meses clave para reivindicar su fuerza en una delantera que en verano podría tener un paisaje muy distinto si fructifica la operación Mbappé. Vuelve la Champions, su territorio fetiche.
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