City y Arsenal encumbran a Klopp

Los equipos de Guardiola y Arteta se anulan sin brillo y refuerzan al Liverpool en el liderato de la Premier

Rodri y Declan Rice pugnan por el balón en un saque de esquina entre el City y el Arsenal.Carl Recine (REUTERS)

El Arsenal más cohibido viajó al Etihad para meterse en una madriguera de la que no lo supo sacar el Manchester City, arrojado como siempre pero con déficit de lucidez en la tarde de ayer, un domingo que puede inclinar la Premier hacia el tercero en discordia, el Liverpool del hechicero mayor, Jürgen Klopp....

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El Arsenal más cohibido viajó al Etihad para meterse en una madriguera de la que no lo supo sacar el Manchester City, arrojado como siempre pero con déficit de lucidez en la tarde de ayer, un domingo que puede inclinar la Premier hacia el tercero en discordia, el Liverpool del hechicero mayor, Jürgen Klopp.

El 0-0 final expuso la falta de recursos de Guardiola y la inexplicable prudencia de Arteta en una jornada que no admitía especulación. Un clima enrarecido de partido eliminatorio, de tarde irreversible, cargó de tensión a jugadores y banquillos. La victoria del Liverpool en Anfield ante el Brighton, una hora antes, disparaba un sentimiento de urgencia entre sus dos mayores perseguidores. Cada uno respondió a su manera. Condicionado por la lesión de su portero titular, Ederson, obligado a alinear al lentísimo Ortega, lastrado por la ausencia de Stones y forzado a darle la manija del juego al atolondrado Kovacic, Guardiola hizo todo lo que pudo por llevar a su equipo al límite de sus posibilidades creativas. El City asumió todos los riesgos. Incluso vivió por encima de sus posibilidades, a merced de un De Bruyne que saltó al campo con pies de plomo, a esperar que le llevaran el servicio a sus aposentos. La actitud del belga, que se suponía que debía dar el ejemplo, mermó la velocidad de la circulación en un escenario en el que la movilidad del balón con la colaboración de todos y cada uno de los participantes resultaba indispensable para aflojar la doble línea defensiva dispuesta por el intimidado Arteta.

El técnico del Arsenal no se envalentonó frente a un City titubeante por los pies de Kovacic y sin el apoyo constante de De Bruyne. Sin estirar la presión de manera sostenida, de entrada Arteta proporcionó aire a su rival y aisló a Odegaard en funciones que le obligaron a multiplicarse a la caza de un contragolpe. Así y todo, faltó poco para que Kovacic, en un par de desatenciones, le sirviera el 0-1 en bandeja. Gabriel Jesús lo tuvo en sus botas.

Los equipos se trabaron como multitudes que se amontonan en una puerta giratoria a la salida de un concierto. La puerta giratoria fueron Jorginho, Rice, Magalhaes y Saliba, relativamente cómodos en su desfiladero durante más de una hora. Hasta que entró el explosivo Doku en el extremo derecha del City el partido derivó hacia el atasco: un tiro entre los tres palos cada equipo. Solo Rodri mantuvo el pulso en la tarde agónica. El mediocentro nunca se dejó atenazar por la contractura psíquica que nublaba a tantos colegas a su alrededor. Rodri siempre lo tenía claro. Siempre conducía el ataque hacia el punto más delicado del Arsenal, allí donde percibía la posibilidad de un mal ajuste, allí donde Rice se encontraba en tierra extraña, desplegado como interior izquierda. Rodri no perdió ni la compostura ni la pelota. Pero apenas le siguieron Bernardo Silva y, a ratos, Foden.

A base de insistencia, con más corazón que precisión, el City desconectó al Arsenal del partido. Acostumbrados a llevar la iniciativa, sin la pelota los visitantes se abrumaron. Sea lo que sea Havertz, delantero centro o interior, pasó desapercibido. Saka, también. Los defensas del City estuvieron solventes y Arteta demoró los cambios. Las entradas de Martinelli y Trossard, dos dinamiteros, tuvieron un efecto amortiguado por el agotamiento mental de Odegaard. Cuando el noruego se vio rodeado de cómplices, estaba desquiciado.

Guardiola: “El Arsenal se defendió en bloque bajo”

Martin Odegaard debió sentirse tan frustrado como su paisano en la orilla opuesta, Erling Haaland. El nueve del City se vio abocado a oficiar de receptor de balones largos para aguantar de espaldas, o a vivir entre los centrales en una batalla que lo condenaba a pegarse para no dormirse. Casi al final del partido Gvardiol le descolgó un córner al segundo palo y pifió el remate como si le faltara coordinación. Lo que le faltaba era el amor propio, la certeza de sus convicciones, el horizonte de su misión. A partir de ahora no le bastará con oficiar solo de nueve para meter goles en cantidades industriales.

Se agotó la tarde entre cánticos. Los hinchas vibraron. El Etihad exhibió todo su colorido. Pero ni el Arsenal, con 65 puntos, ni el City, con 64, volaron a las alturas que acostumbran. El Liverpool, que suma 67, se les escapa a falta de nueve fechas.

“Creo que el City está a un nivel futbolístico más alto que el Liverpool y el Arsenal hoy en día”, dijo Guardiola en la sala de conferencias. “Pero no puedes pretender que después de seis años y cinco ligas ganadas, ganemos 3-0 todos los partidos a equipos como este Arsenal o este Liverpool. Yo reconozco a mi equipo en este partido: apretamos arriba, dominamos, solo concedimos dos centros en contra. He felicitado a mis jugadores. El Arsenal no ha monopolizado el juego como suele. El Arsenal es un equipo excepcional y hoy se ha defendido en bloque bajo. Ha sido una batalla”.

Luis Díaz consagra al rey de las remontadas

El colombiano Luis Díaz concretó la 23ª remontada victoriosa del Liverpool esta temporada. Ningún equipo en Europa ha dado vuelta al marcador tantas veces en este curso. Tras 29 jornadas, el espíritu revoltoso le ha valido el liderato de la Premier más disputada del siglo. El gol de ayer de Díaz al Brighton no fue el más elegante de los goles imaginables, pero técnicamente tuvo ingredientes de definición prodigiosa. Al movimiento rápido a la espalda de los centrales, reacción al balón que desvía Salah tras un córner, Díaz añadió una corrección cuando la pelota rebotó en un defensa. Orientó su trayectoria, acomodó el cuerpo y en una fracción de segundo se interpuso entre la bola y el portero para meter el pie y rematar a la red.

El 2-1, a los 27 minutos, fue el 12º gol de Díaz esta temporada. También fue el punto final anticipado de un duelo señalado por la aleatoriedad. Por volumen de oportunidades generadas el Liverpool debió ganar por goleada. En cambio, el equipo de Klopp se abocó al drama. Desde que Dani Welbeck metió el 0-1 en el minuto dos, el partido discurrió por derroteros inesperados.

Hasta 30 veces dispararon los jugadores rojos contra la portería visitante. Más de diez asistencias, cada una más precisa que la anterior, hizo Mac Allister a Salah, que metió el 1-1. El volante argentino no ha dejado de crecer desde que levantó la Copa del Mundo a finales de 2022. De la mano de Klopp, se ha transformado en un centrocampista total, verdadero conductor del equipo más fervoroso de Inglaterra, hoy embarcado en una cruzada sentimental al tiempo que deportiva.

Anfield, el pueblo, la plantilla, los empleados del club, palpitan por llegar primeros a la meta y despedir a lo grande al entrenador al que tanto sienten que deben. Klopp los dejará, pase lo que pase, pero por amor, como en el bolero, no es falta de cariño. Contra el Brighton el campo fue un templo al servicio del patriarca.

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