A la selección española de hockey no se le cumplen los sueños
Los Redsticks pierden el bronce contra India (2-1) en un partido definido por los penalti córner. “He soñado que vamos a hacer gol”, le dijo el jugador Xavier Gispert al seleccionador a falta de medio minuto
A falta de medio minuto para el final del partido por la medalla de bronce del hockey hierba, antes de que España tirara su último penalti córner, su última bala, el español Xavier Gispert corrió hacia la banda sin otro quehacer. “¿Pero qué pasa?”, le gritó el entrenador, Max Caldas, que no entendía qué hacía ahí en un momento tan crítico. “Ah, no, que vamos a hacer gol. Lo soñé”, le respondió el jugador.
Lo que ocurrió es que ese penalti córner también se fue por el desagüe, por décima vez en el encuentro. En esta ocasión, el resumen más elemental del choque sirvió para explicarlo casi todo: India acertó en dos penalti córner consecutivos y España tuvo problemas en varias ocasiones para ejecutar esta acción. Dispuso de 10 oportunidades, cuatro de ellas en el último minuto y medio, cuando a Gispert le explotó el sueño en la cabeza, y se marchó a cero.
“Hay dos tipos de jugadores”, explicó Caldas, “los que saben tirar y los que saben hacer goles. Todavía no tenemos los que saben hacer goles. Me refiero a hacerlos seguidamente. Este es un tema de experiencia y entrenamientos, no hay secretos. Me preocuparía no haber tenido diez. Pero de los 10, tres estuvieron mal sacados y uno, mal parado”, añadió el argentino sobre una suerte que inclinó la tarde a favor de los indios (2-1) y dejó a España sin metal.
Fueron unos Redsticks reconocibles y con energía, nada que ver con la versión afeitada de las semifinales ante Países Bajos (4-0). “Ese día estábamos acojonados, espesos, y hoy eso no lo vi para nada”, valoró el seleccionador, que apeló al futuro. No se esperaba a la selección, octava del ranking mundial, en unas instancias tan avanzadas del torneo olímpico, pero el campanazo en cuartos frente a Bélgica le abrió una ventana que solo estaba en la mente de los más optimistas. En la fase de grupos, también ganó a Alemania, finalista.
El paso adelante en París apuntó a Max Caldas, uno de esos técnicos con una visión humanista del banquillo que cita a Ted Lasso en las entrevistas. El entrenador de la serie de ficción que usa métodos muy particulares y cercanos para ganarse la confianza de los jugadores es uno de sus referentes, según contó hace unos meses en As, donde recordó la frase que Lasso le dijo a uno de sus pupilos en un capítulo: “Sé un pez dorado, que es el animal más feliz del mundo porque tiene una vida de 10 segundos”.
En la vida real, Caldas invitó a los padres de los jugadores a pasar al vestuario en la final del preolímpico (ya estaba conseguida la plaza) para que asistieran a los últimos minutos de la liturgia de la caseta. Y el día que dio la lista para los Juegos, convocó por Teams a los padres de los convocados para comunicarles la decisión antes de que se hiciera oficial. Luego, les pidió que apagaran las cámaras porque iban a entrar en la videollamada sus hijos, para que no les vieran.
Así se fueron cosiendo las relaciones en un plantel que tuvo también una especie de consejo de ministros, un grupo de élite de seis veteranos que se reunieron todos los lunes por videollamada para tratar diferentes asuntos del equipo, de juego y convivencia, para elevarlas después al cuerpo técnico.
La baja edad media de España en estos Juegos (no llegó a los 25 años) y el hecho de que solo cinco integrantes de la lista tuvieran experiencia olímpica (Álvaro Iglesias, José Basterra, Álex Alonso, Joaquín Menini y Marc Recasens) invitaba a pensar que quizá el momento de este grupo sería más en Los Ángeles 2028. Pero la oportunidad se abrió de repente. Al final, los penaltis córner arruinaron el empuje español. Algunos ni los pudo rematar y en otros se encontró a Sreejesh Parattu, el meta que le paró uno a Marc Miralles a falta de un minuto y 16 segundos. Luego vino el sueño (no cumplido) de Xavier Gispert.
Ganó India, quinta del ranking, la vieja potencia (ocho oros olímpicos entre 1928 y 1980) que dominaba el hockey cuando se disputaba sobre césped natural, y no artificial como ahora. El hockey de verdad, protestan algunos veteranos.
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