¿Era buena idea que Harry Kane tirara el segundo penalti contra Francia?
Los datos dicen que volver a lanzar apenas afecta a los especialistas, pero enfrente estaba Lloris, compañero en el Tottenham casi 10 años, y Southgate reconoció que eso complicaba mucho el momento
Cuando Theo Hernández derribó a Mason Mount en el área, con Francia ganando 1-2 a Inglaterra, la elección más obvia para tirar el penalti parecía Harry Kane. El capitán, y uno de los mejores lanzadores de la historia. En aquel minuto 84 acreditaba un acierto del 86,9%, cuando la media general es del 76%. Entre el Tottenham y la selección inglesa, y sin contar las tandas de desempate, había tirado 61 veces desde los once metros, y había acertado en 53. La última, solo media hora antes, cuando había igualado el encuentro (1-1). Pero esta vez falló. Era la mejor idea, pero también era la peor ide...
Cuando Theo Hernández derribó a Mason Mount en el área, con Francia ganando 1-2 a Inglaterra, la elección más obvia para tirar el penalti parecía Harry Kane. El capitán, y uno de los mejores lanzadores de la historia. En aquel minuto 84 acreditaba un acierto del 86,9%, cuando la media general es del 76%. Entre el Tottenham y la selección inglesa, y sin contar las tandas de desempate, había tirado 61 veces desde los once metros, y había acertado en 53. La última, solo media hora antes, cuando había igualado el encuentro (1-1). Pero esta vez falló. Era la mejor idea, pero también era la peor idea que chutara dos veces seguidas, y sobre todo que lo hiciera a Hugo Lloris, compañero en el Tottenham. Y Gareth Southgate lo sabía.
El seleccionador inglés lleva años preparando con meticulosidad los penaltis, en particular los de las tandas de desempate, una suerte en la que un error suyo dejó a Inglaterra sin la final de la Eurocopa de 1996 y lo persiguió durante décadas como una caricatura. Cuando se hizo cargo de la selección, buscó desmontar esa máquina diabólica para examinarla al detalle y volver a montarla con éxito. La federación inglesa contrató expertos como el economista español Ignacio Palacios-Huerta, que ha analizado miles de lanzamientos y ha asesorado a clubes y selecciones de todo el mundo. También trabajaron con psicólogos cómo ejecutar cada paso antes del lanzamiento, desde quién le da el balón al tirador hasta qué hacer cuando pita el árbitro, cuánto esperar y cómo respirar. Durante toda la Eurocopa pasada realizaron cientos de repeticiones del ritual, con silbatazo incluido. Pero perdieron la final en la tanda contra Italia.
Al llegar a Qatar, introdujeron una modificación que daba pistas sobre la inconveniencia de que Kane le tirara dos veces a Lloris. Los primeros días practicaron sin portero. En su lugar colocaron una red con agujeros en las esquinas. Ramsdale, el segundo guardameta, explicó que se trataba de no caer en juegos mentales: “Puede ser perjudicial tirar con porteros, porque empezamos a saber por dónde lanzan”, dijo. “Si sé dónde vas a tirar 7 de cada 10 veces, y empiezo a hacer trampa y a ir un poco antes, y empiezo a pararlos, podrías empezar a preocuparte”.
Después de casi 10 años juntos en el Tottenham, no hay portero en el mundo que conozca mejor a Kane que Lloris, y no hay guardameta al que más haya observado el capitán inglés que a su rival del sábado en Al Bayt.
Si un penalti cualquiera ya es una pequeña guerra mental azuzada por los datos que reciben los futbolistas, un lanzamiento entre dos conocidos bordea la tortura. Es el instante del fútbol más similar al choque solitario del tenis. En el documental Breaking Point, Andy Roddick y Mardy Fish contaron una historia similar. Los dos tenistas estadounidenses se formaron en el mismo programa intensivo de la federación y luego vivieron y entrenaron juntos durante meses en casa de los Roddick. Se conocían al detalle, y se encontraron en la final de Cincinnati, con un punto de partido para Fish y Roddick al servicio: “Mardy sabía que yo quería ir a por su drive, porque me había funcionado ese saque contra él mil veces”. Fish era consciente: “Él sabe que mi drive es peor, así que probablemente va a sacar a mi drive. Pero, espera, él sabe que yo sé eso, así que probablemente me va a sacar al revés. No, seguro que no va a ir a por mi revés. Un momento… Él debe saber que yo sé eso…”. Roddick le sacó al revés, Fish no llegó y Roddick se acabó llevando el torneo.
En condiciones normales, un segundo penalti al mismo portero en un partido no afecta demasiado al lanzador. Según los datos de Opta de las cinco últimas temporadas en las cinco grandes ligas europeas, cuando un futbolista vuelve a lanzar después de haber marcado ya desde los once metros, acierta el 84,3% de las veces, en línea con las cifras de los mejores lanzadores, que suelen ser los que repiten en estas competiciones.
Pero Southgate sabía que no era un enfrentamiento normal, como dijo después del partido: “Es muy difícil cuando tienes un segundo penalti y el portero te conoce muy bien”.
Menos de dos meses antes, el 12 de octubre, Kane se había encontrado en una situación similar, pero esa vez con Lloris en su equipo y Trapp en el contrario. En el minuto 28 del Tottenham-Eintracht Frankfurt de Champions, anotó el penalti del 1-0. Ya en el 92, dispuso de otro y lo tiró como el segundo a Lloris el sábado, alto un poco a su izquierda. Sin tanta presión: ganaban 3-2.
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