La reválida otoñal de Carlos Alcaraz
El murciano reemprende hoy la marcha en el torneo de Pekín con el objetivo de recuperar el número uno y resarcirse de la fea recta final del curso pasado
Carlos Alcaraz es un tipo sin miedo, otro de esos jóvenes desacomplejados que se han apoderado del presente sin mirar a un lado u otro, ni por supuesto atrás. Siempre hacia delante. Enfila ahora Pekín y lo hace posando con Álvaro, el mayor de los cuatro hermanos, dibujando la v de la victoria con los dedos en pleno vuelo y enviando un mensaje claro y diáfano de cara a los dos meses restantes de la temporada: lo que hay por delante le atrae. Y mucho. Pero no solo por el hecho de que Asia sea para él un territorio por descubrir, o ni siquiera por el hecho de que tenga el trono a tiro otra vez, s...
Carlos Alcaraz es un tipo sin miedo, otro de esos jóvenes desacomplejados que se han apoderado del presente sin mirar a un lado u otro, ni por supuesto atrás. Siempre hacia delante. Enfila ahora Pekín y lo hace posando con Álvaro, el mayor de los cuatro hermanos, dibujando la v de la victoria con los dedos en pleno vuelo y enviando un mensaje claro y diáfano de cara a los dos meses restantes de la temporada: lo que hay por delante le atrae. Y mucho. Pero no solo por el hecho de que Asia sea para él un territorio por descubrir, o ni siquiera por el hecho de que tenga el trono a tiro otra vez, sino porque su instinto de insurrección le presenta en estas fechas algunas cuentas pendientes consigo mismo.
Retrocede el murciano un otoño y se le revuelven las tripas, porque todo lo que sucedió desde que se coronase en el US Open fue una sucesión de malos recuerdos con aquella derrota contra Auger-Aliassime en Valencia; otra dolorosa contra David Goffin en Astana; un nuevo revolcón contra el primero en Basilea y un desagradable cierre de curso con la punzada abdominal en París-Bercy. La rotura le privó de la fase final de la Copa Davis y de su estreno en la Copa de Maestros, trastocó el diseño de la pretemporada y, sobre todo, deslució la recta final de una temporada que terminó haciéndose demasiado larga para él, obnubilado por los flashes y los reclamos: “No hice lo correcto fuera de la pista y me sentí culpable”.
Tiene ahora por delante la posibilidad de redimirse y de disfrutar, en tanto que vislumbra opciones reales de regresar al trono –la distancia con Novak Djokovic es de 3.010 puntos– y de saborear su primera experiencia en Turín, así como de certificar por segundo ejercicio consecutivo que ha sido el mejor en la carrera anual. El serbio y él han elegido caminos opuestos. Nole apostó por intervenir en la fase de grupos de la Davis y, a partir de ahí, por recostarse en el diván hasta que llegue la cita de Bercy (a partir del 30 de octubre) para aterrizar fresco en la cita maestra; Alcaraz, en cambio, desenfundará hoy en Pekín y competirá luego en el Masters 1000 de Shanghái, antes de pasar por Basilea y reencontrarse con el balcánico en París.
“Vengo aquí con una motivación extra”, apunta el tenista español, que debutará hoy (no antes de las 13.30, Movistar) contra el alemán Yannick Hanfmann, el 53º del mundo. “Aunque no sea obligatorio, mi objetivo prioritario es recuperar el número uno y después, conseguir grandes resultados en los torneos que me quedan. Tengo muchas ganas de jugar la Copa de Maestros porque no pude hacerlo el año pasado”, agrega el de El Palmar, privado de la experiencia asiática debido a las medidas antipandémicas impuestas por las autoridades en los tres últimos años. “Era como que me faltaba algo, por fin he podido venir aquí. Siempre he querido jugar delante del público chino”, prosigue el número dos, que a su regreso de Nueva York priorizó el descanso físico y mental para afrontar con garantías este último tramo de 2023.
Horizonte suculento
Alcaraz no compite desde que cayera el día 8 en las semifinales del US Open contra el ruso Daniil Medvedev. Desde entonces, el murciano ha compaginado los entrenamientos con el tiempo dedicado a familiares y amigos. La lección de hace un año le aparta de tentadores despistes y él tiene entre ceja y ceja recortar distancias respecto a Djokovic. El serbio (36 años) ha renunciado a defender la cuota obtenida el curso pasado en Tel Aviv y Astana, y aspira a retener la todavía mucho más jugosa lograda en Bercy y Turín. Para Alcaraz, entretanto, el horizonte significa fundamentalmente sumar; aspira de entrada a los 500 puntos de Pekín y los 1.000 que le reportaría un triunfo en Shanghái, teniendo luego por delante otros dos botines de primera en Bercy y la Copa de Maestros.
Nole se ha reafirmado en los grandes escenarios –títulos en Australia, Roland Garros y Nueva York– y resiste al empuje, reflejado en los seis trofeos que ha alzado su gran rival del momento: Buenos Aires, Indian Wells, Barcelona, Madrid, Queen’s y Wimbledon. Alcaraz suma este año 58 triunfos, por solo siete derrotas, y aspira a repetir como líder final en el listado de la Race, que señala la productividad anual. Hoy por hoy está a 770 puntos del tótem de Belgrado, generoso siempre en el elogio –“con él, el futuro del tenis pinta bien”, decía mientras jugaba al golf en Roma– y atento a lo que pueda suceder estos días sobre el cemento de Oriente.
“He hecho entrenamientos de calidad y estoy realmente emocionado de jugar en Pekín”, afirma el español, de 20 años. “Juan Carlos [Ferrero, su entrenador] me ha contado grandes cosas de este torneo. Me dice que disfrutó mucho aquí”, precisa, teniendo en cuenta, no obstante, que su técnico no consiguió el trofeo en los cinco intentos de asaltó que efectuó, con las semifinales como límite. “Estoy contento con los resultados que he conseguido hasta ahora, pero la temporada aún no ha terminado”, cierra hambriento Alcaraz.
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