Nacho Álvarez: “Calviño y Escrivá plantean reformas que van contra el pacto de coalición”
El secretario de Estado de Derechos Sociales y economista de referencia de Podemos asegura que su partido no dará su apoyo a una ampliación del periodo de cálculo de las pensiones
Es una de las voces económicas más poderosas del Gobierno. Nacho Álvarez (Madrid, 43 años) es la mano derecha de Pablo Iglesias en asuntos económicos: ha negociado el presupuesto, el escudo social y las principales medidas anticrisis. Secretario de Estado de Derechos Sociales y responsable de Economía de Podemos, sigue teniendo ese punto flemático de los académicos: tiene pausa y es poco amigo de estridencias. Pero en una hora de entrevista no rehúye un solo charco y deja claro que los ...
Es una de las voces económicas más poderosas del Gobierno. Nacho Álvarez (Madrid, 43 años) es la mano derecha de Pablo Iglesias en asuntos económicos: ha negociado el presupuesto, el escudo social y las principales medidas anticrisis. Secretario de Estado de Derechos Sociales y responsable de Economía de Podemos, sigue teniendo ese punto flemático de los académicos: tiene pausa y es poco amigo de estridencias. Pero en una hora de entrevista no rehúye un solo charco y deja claro que los desencuentros en el Consejo de Ministros por las reformas no son una simple cuestión de narrativa. “No teníamos experiencia en gobiernos de coalición, y creo que el primer año ha salido razonablemente bien. Este Gobierno ha discutido, ha discrepado incluso en público pero ha tomado decisiones con las que sale reforzado: el ingreso mínimo vital, los desahucios, la moratoria hipotecaria, los presupuestos. Lo sorprendente es que haya miembros del Consejo de Ministros, como Nadia Calviño o José Luis Escrivá, que plantean medidas que van claramente contra el pacto de coalición”.
“El acuerdo es nítido: hay que superar el marco laboral de 2012 para reequilibrar la negociación colectiva, y no caben recortes en pensiones que petrifiquen los desequilibrios que dejó la reforma del PP”, remata sin usar una sola vez la palabra maldita, “derogar”.
Laboral. Socialistas y Podemos han pactado un texto ambiguo en la reforma enviada a Bruselas, una patada hacia delante: ya se verá si prevalecen los convenios de empresa o los sectoriales. “La realidad es tozuda. Patronales y sindicatos han vuelto a incorporar la ultraactividad en parte de los convenios; por algo será. Las pymes, en encuestas laborales, responden que se sienten cómodas con los convenios sectoriales, porque se ahorran lío. La búsqueda de mecanismos de flexibilidad es necesaria, pero no puede ser a costa de la voladura de los mecanismos de negociación”. “Llevamos media docena de reformas con el objetivo declarado de reducir la dualidad, pero las tasas de temporalidad están a niveles de hace 30 años”. “Hay que normalizar la discrepancia dentro del Gobierno, pero no vamos a tolerar que se incumpla el pacto”, insiste.
Pensiones. “Ni en el acuerdo de coalición ni en el pacto de Toledo figura la posibilidad de ampliar el periodo de cálculo de las pensiones, que en la práctica es un recorte. Podemos no va a dar sus 35 votos en el Parlamento al servicio de una medida que se quiso introducir por la puerta de atrás. Difícilmente eso va a salir adelante en el diálogo social; ya no digamos en el Congreso”. Álvarez percute en una idea fuerza: “Bajar pensiones sería no haber aprendido las lecciones de hace 10 años. En un contexto de crisis, apostar por políticas de devaluación de rentas es un error. No solo reduce el nivel de equidad de la política que tiene mayor potencial redistributivo, que son las pensiones, sino que los recortes restarían eficacia a la futura recuperación”.
Vienen curvas. ”El horizonte inmediato es de incertidumbre radical. Hay dos luces al final del túnel, la vacunación y los fondos europeos, pero este será un año de rebote limitado: 2022 será mejor si conseguimos activar un estímulo fiscal de un tamaño y a una velocidad adecuados”. La ortodoxia, dice, ha cambiado: “Bruselas se ha salvado a sí misma, sacó lecciones del estrepitoso fracaso que supuso la austeridad, y ha tomado un cambio de rumbo que aun no sabemos si es definitivo: no tiene mucho sentido volver a entrar en esa jaula. Los organismos internacionales y los mejores economistas del mundo abogan por flexibilizar el carácter tan dogmático del Pacto de Estabilidad: ese es el camino. Y con las reformas convendría acordarse de la crisis pasada: la vía de la erosión en los derechos laborales y sociales no funciona. Hay que reconstruir el contrato social que voló por los aires en la última década: reformas que vayan en la dirección de volver a socavarlo están destinadas al fracaso económico pero también social y político”.