La privatización de la brasileña Eletrobras, la mayor eléctrica de América Latina, entra en la recta final
El Gobierno de Bolsonaro espera que su primera gran operación de desestatalización culmine antes de las elecciones de octubre
Las acciones de la empresa estatal brasileña Eletrobras han subido más del 4% en la apertura de la Bolsa de São Paulo y más del 3% en Nueva York este jueves después de que la víspera el Tribunal de Cuentas de Brasil diera el visto bueno a la privatización de la mayor empresa eléctrica de América Latina. Aún quedan pendientes algunos trámites, pero cuando culminen será la primera gran privatización del Gobierno de Jair Bolsonaro, que llegó al poder con un discurso ultraliberal en economía que la pandemia y la...
Las acciones de la empresa estatal brasileña Eletrobras han subido más del 4% en la apertura de la Bolsa de São Paulo y más del 3% en Nueva York este jueves después de que la víspera el Tribunal de Cuentas de Brasil diera el visto bueno a la privatización de la mayor empresa eléctrica de América Latina. Aún quedan pendientes algunos trámites, pero cuando culminen será la primera gran privatización del Gobierno de Jair Bolsonaro, que llegó al poder con un discurso ultraliberal en economía que la pandemia y la falta de apoyo parlamentario han frustrado. El Gobierno tiene prisa porque la intención de Bolsonaro es que la entrada de los inversores privados se materialice antes de las elecciones de octubre.
El Congreso aprobó la desestatalización de la empresa el año pasado. El Tribunal de Cuentas analizó finalmente el caso de Eletrobras este miércoles tras varios aplazamientos. Los jueces aprobaron el proceso de privatización por siete votos a uno, lo que allana el camino para reducir la participación del Estado. El plan es hacerlo mediante la emisión de nuevas acciones que den entrada a inversores privados y diluyan la participación estatal del actual 72% al 45%. El Gobierno brasileño confía en captar unos 67.000 millones de reales (13.500 millones de dólares o 13.000 millones de euros).
La estatal Eletrobras, fundada en 1962, tiene 14.000 empleados y cerró 2021 con un beneficio de 5.700 millones de reales (1.160 millones de dólares, 1.100 millones de euros).
Tras el fallo judicial, el ministro de Minas y Energía, Adolfo Sachsida, expresó su alegría en un tuit: “Es un día histórico para Brasil. El MME (el ministerio) sigue comprometido con cumplir de manera diligente y a tiempo, las próximas etapas del proceso. Con la gracia de Dios, seguimos adelante”. El Gobierno pretende consumar la privatización entre mediados de junio y mediados de agosto.
A cinco meses de las elecciones, Eletrobras es uno de los temas de campaña. El favorito a ganar los comicios de octubre, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, volvió a criticar la operación mientras el tribunal estaba reunido y él en capilla para contraer matrimonio (por cierto, con una antigua alto cargo de la empresa eléctrica). “Sin una Eletrobras pública, Brasil pierde buena parte de su soberanía y seguridad energética”, tuiteó el izquierdista que acusó al Gobierno de “vender empresas estratégicas” a precio “de liquidación”.
Aunque Lula lidera las encuestas electorales desde que fue rehabilitado tras la anulación de sus condenas, la ventaja que el izquierdista mantiene sobre el presidente de extrema derecha se ha encogido en las últimas semanas. Quedan cinco meses para la cita con las urnas y Bolsonaro sufre un notable desgaste, pero mantiene el poder de la maquinaría pública.
Los precios de la gasolina y de la luz son asunto extremadamente sensible porque la inflación está desbocada. El 11,3% acumulado en el último año coloca a Brasil como la tercera entre las grandes economías con la mayor inflación por detrás de Argentina y Turquía. Un shock, además de un desastre, para el bolsillo de los brasileños porque los precios han sido notablemente estables en Brasil desde que el Plano real acabó en los noventa con la hiperinflación.
Privatizar Eletrobras sería una victoria para el ministro de Economía, Paulo Guedes, que llegó con grandes planes de adelgazar el Estado, de privatizar un centenar de empresas y de multiplicar las concesiones, pero muchos de sus proyectos no salieron del papel. La pandemia sin duda ha pesado. A eso se añade que Bolsonaro y los suyos tampoco han logrado maniobrar de manera exitosa en las negociaciones con el poderosos Congreso para obtener el apoyo parlamentario necesario.
Guedes, un antiguo banquero de inversión, ha dado un giro de 180 grados a la política económica que pretendía aplicar. Si esperaba dar la bienvenida a un aluvión de inversores privados, se ha visto creando uno de los mayores programas de paga de la covid durante y saltándose temporalmente el techo de gasto para impulsar la reelección de su jefe.
Pese a todos los vaivenes y a la catarata de dimisiones en el Gabinete de Bolsonaro en estos últimos tres años y medio que lleva en el poder, el titular de Economía ha permanecido fiel. Este mismo jueves ha dejado claro públicamente que, si Bolsonaro gana la reelección, él estará a su lado.
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