La consecuencia del cierre del grifo ruso: la crisis del gas se come el 2% del PIB alemán
El ministro de Economía y Clima calcula que comprar suministro alternativo supone unas pérdidas para la economía alemana de 60.000 millones de euros este año y 100.000 millones el próximo
Mucho se ha escrito en los últimos meses sobre el impacto que tendría para la economía alemana el corte del suministro del gas ruso. Si se ralentizaría su crecimiento y cuánto, hasta qué punto sufrirían las empresas y los hogares, cómo reaccionaría la inflación… Faltaba saber cuáles son los cálculos que hace el Gobierno alemán, el encargado de decidir cómo capear la crisis energética. El ministro de Economía y Clim...
Mucho se ha escrito en los últimos meses sobre el impacto que tendría para la economía alemana el corte del suministro del gas ruso. Si se ralentizaría su crecimiento y cuánto, hasta qué punto sufrirían las empresas y los hogares, cómo reaccionaría la inflación… Faltaba saber cuáles son los cálculos que hace el Gobierno alemán, el encargado de decidir cómo capear la crisis energética. El ministro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck, lo desveló este jueves: la economía alemana perderá 60.000 millones de euros este año por culpa del recorte del gas ruso y las necesarias compras, a precios prohibitivos, de suministro alternativo. El año que viene, añadió, la factura podría subir hasta los 100.000 millones de euros. “Eso equivaldría a un 2% del PIB”, ha constatado frente a un auditorio repleto de directivos de las grandes industrias alemanas.
Ese dinero, el que se emplea para comprar más energía, “va a faltar en todas partes, en todos los sectores”, ha dicho Habeck en un congreso sobre clima organizado en Berlín por la poderosa Federación de la Industria Alemana (BDI). Por eso la inflación “seguirá siendo alta el año que viene” aunque el Gobierno confía en poder reducirla “con un poco de destreza” a finales de este año. La inflación cerró agosto en el 7,9%, cuatro décimas más que el mes anterior, aunque el Bundesbank cree que es muy probable que llegue al 10% en otoño. En su último informe mensual, recién publicado, el banco central alerta de “crecientes indicios de recesión en la economía alemana”.
Habeck se ha mostrado muy preocupado por la progresiva incapacidad de las empresas y la industria alemana para invertir por culpa de los desorbitados costes de la energía. Alemania, ha asegurado, debe usar todas las herramientas de su política fiscal para proteger a la economía y mantener esas inversiones. Es decir, debe fluir el dinero en forma de paquetes de ayuda.
El ministro y vicecanciller ha instado a tomar “las medidas adecuadas ahora”, sin vacilaciones, quizá en un mensaje a su compañero de gabinete Christian Lindner, el ministro de Finanzas y líder del partido liberal que mantiene su propósito de volver a tener un presupuesto equilibrado en 2023. Lindner, que choca habitualmente con Habeck en el seno de la coalición, considera que volver a suspender la aplicación de la norma constitucional conocida como “freno a la deuda” sería el último recurso. “Tenemos que defender la sustancia económica de nuestro país”, ha dicho ante la BDI Habeck. Y hacerlo con medidas de apoyo e instrumentos de política fiscal que “no deben fracasar por falta de dinero, porque esa sería una decisión política equivocada”.
Suministro alternativo
Berlín está haciendo grandes esfuerzos para superar la dependencia del gas ruso mediante la búsqueda de suministro alternativo, especialmente desde el cierre total, a principios de mes, del gasoducto Nord Stream 1. La mayor parte del gas natural llega ahora desde Noruega, Países Bajos y Bélgica. Alemania, que no tiene ni una sola regasificadora en su territorio en la que poder recibir gas natural licuado, está construyendo en tiempo récord cinco terminales. Dos de ellas, en la costa del Mar del Norte, deberían empezar a operar este mismo invierno. La coalición de socialdemócratas, verdes y liberales ha autorizado también que viejas centrales de carbón se pongan de nuevo en marcha para producir electricidad sin gas y poder ahorrar el máximo posible. Las reservas alemanas acaban de superar el 90%.
En ese esfuerzo se enmarca la gira por península Arábiga que emprenderá el canciller, Olaf Scholz, este fin de semana. El socialdemócrata viajará a Arabia Saudí, donde se reunirá con el príncipe Mohamed Bin Salmán, el gobernante de facto del país; Qatar y Emiratos Árabes Unidos. Habeck ha reconocido que, pese a la expansión de las renovables, el 70% de la futura demanda de energía alemana tendrá que cubrirse con importaciones. “Esa es la razón de todos los viajes comerciales” que miembros de la coalición, entre ellos el propio Habeck, han estado haciendo a países exportadores. Una primera visita del ministro en marzo pasado a Qatar no ha fructificado hasta ahora. Medios como Bloomberg aseguran que las negociaciones no avanzan porque las autoridades cataríes no ceden en precio ni en duración de los contratos.
El ministro ha adelantado este jueves que Scholz firmará acuerdos concretos durante su visita para compensar el suministro ruso perdido. Las conversaciones están muy avanzadas para cerrar un contrato de entrega de gas natural licuado con Emiratos Árabes Unidos, apunta la prensa especializada. Habeck ha indicado que el viaje también pretende sentar las bases para futuros acuerdos en materia de hidrógeno azul y verde, la gran esperanza a medio plazo para el mix energético alemán.
La crisis del gas ha obligado al Ejecutivo de Scholz a tomar decisiones controvertidas, como la nacionalización de Uniper, el mayor importador de gas del país, o la tutela de las refinerías que posee el grupo petrolero ruso Rosneft en su territorio. El Gobierno se está planteando nacionalizar también la filial alemana de Gazprom, que mantiene bajo tutela estatal desde abril pasado, según publicó Der Spiegel. Habeck no ha confirmado la noticia, pero tampoco la ha desmentido.