Javier Ruiz: “Bajar impuestos siempre es ser un talibán de la economía”
El periodista publica un libro sobre la desigualdad y denuncia que en España “se criminaliza a los pobres porque votan menos”
El periodista Javier Ruiz (Valencia, 49 años), publica Edificio España, el peligro de la desigualdad, premio Espasa 2022, donde analiza las consecuencias de la brecha entre ricos y pobres, los vecinos del ático y del bajo del país. Estudió un postgrado en economía internacional y periodismo en la Universidad de Columbia (Nueva York) y fue analista financiero en EEUU en 2001, hasta los atentados del 11-S, cuando abandonó el mundo de las finanzas...
El periodista Javier Ruiz (Valencia, 49 años), publica Edificio España, el peligro de la desigualdad, premio Espasa 2022, donde analiza las consecuencias de la brecha entre ricos y pobres, los vecinos del ático y del bajo del país. Estudió un postgrado en economía internacional y periodismo en la Universidad de Columbia (Nueva York) y fue analista financiero en EEUU en 2001, hasta los atentados del 11-S, cuando abandonó el mundo de las finanzas y volvió a trabajar como corresponsal para la SER. Hoy es jefe de Economía en la radio y colaborador habitual de TVE, donde dirigió el programa de debate Las claves.
Pregunta. Hablar de “paguita” o de “subvencionados”, como ha hecho Isabel Díaz Ayuso, ¿es criminalizar la pobreza? ¿Tienen la culpa los pobres de ser pobres?
Respuesta. Es miserable sugerir que si son pobres es porque se lo merecen, como si tuviéramos una meritocracia perfecta. Hablar de paguitas, subsidios y caraduras entre los pobres no solo es criminalizar la pobreza, es explotar el voto de los ricos. Como los pobres votan menos, importan menos electoralmente y se les utiliza como palanca para obtener el voto rico. El mejor predictor de si vas a votar o no es si tienes dinero o no y el mejor predictor de a quién vas a votar es cuánto dinero tienes, de forma que cuanto más arriba estás en el edificio España, más azul son las paredes, más fácil es saber que vas a votar al PP. Se acaba haciendo políticas no para sacar a los pobres de la pobreza, sino para mantener a los ricos en la riqueza. Y esto genera agujeros negros democráticos.
P. Habla en el libro del concepto “pobreza laboral”.
R. Los salarios han subido, pero no han subido más que los precios. Llevamos años de precarización y glaciación salarial y por eso hay gente a la que su trabajo no le permite salir de la pobreza.
P. ¿Y los ricos, tienen la culpa de ser ricos? ¿Qué factores determinan vivir en el ático de ese Edificio España?
R. Los ricos tienen méritos en algunos casos y padres en otros. El primer factor que determina si vas a morir rico es si has nacido rico.
P. ¿Por qué a la España del ático también le conviene que los del bajo vivan bien? ¿Por qué en democracia no es bueno que impere la ley de la selva, es decir, la del más fuerte?
R. Porque la pobreza no es rentable. Los ricos tienen un tope de consumo: por muy rico que seas, no puedes consumir muchas más barras de pan al día. Es decir, el consumo de los ricos no sirve para sostener la economía. Además, la desigualdad extrema genera inseguridad. Es mejor arreglar el ascensor social, la educación, los impuestos... que tener que blindar la puerta del ático.
P. Por cierto, recuerda en el libro que Adam Smith no dijo lo que muchos de sus forofos dicen que dijo. El padre del liberalismo económico tenía sentimientos y les dedicó hasta un libro.
R. Sí, La teoría de los sentimientos morales. Aquí se utiliza a Adam Smith y a Thomas Friedman, los grandes apóstoles del liberalismo, poniendo en su boca términos que no son liberales, sino sencillamente fundamentalistas. Decía Smith: “Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz si la mayor parte de sus miembros es pobre y miserable”. En España la derecha ha radicalizado tanto el debate económico que cualquier cosa que pueda sonar centrista o socialdemócrata se ha convertido en comunista, bolivariana.
P. Una de las herramientas para corregir la desigualdad es la política fiscal. ¿Qué significa en términos económicos y sociales la famosa frase de “El dinero, mejor en el bolsillo” en lugar de en el también célebre “Papá Estado?
R. Es una locura decir eso hoy. Probablemente si tienes muchísimo dinero es cierto, pero tiene que ser muchísimo. Estar ingresado en una UCI por Covid suponía unos 19.000 euros. Decirle a la gente que el dinero está mejor en su bolsillo es negar la Sanidad, la Educación, la Dependencia… Hay momentos en los que efectivamente hay que bajar impuestos, pero bajarlos siempre es ser un talibán de la economía. Cuando tu única respuesta a todo es bajar impuestos entonces no tienes un programa económico, tienes un martillo y todos los problemas te parecen clavos.
Se exagera el riesgo de fuga. Muchas veces los millonarios están dispuestos a aceptar cosas que los aspirantes a millonarios no
P. Dígame un ejemplo de cuándo es mejor bajar impuestos y cuándo subirlos.
R. Ahora es un buen momento para bajar, por ejemplo, el de los alimentos, como propone el PP. Algunos alimentos aún tienen un IVA alto. El PP se equivoca, en cambio, cuando dice que hay que bajarlos a toda costa y a los millonarios. Hay circunstancias para bajar y para subir. Es de radical o sectario decir siempre que no como lo es decir siempre que sí.
P. Los partidarios de no subir impuestos a los más ricos argumentan que harían las maletas y se irían con su capital a otra parte.
R. ¿Se pueden ir? Sí. ¿Ha pasado? Sí. El actor francés Gérard Depardieu decidió ser ciudadano ruso. Vivir en democracia y en sociedad tiene un coste, los millonarios lo saben y lo tienen que aceptar. Si te vas, no solo renuncias a la seguridad jurídica de aquí, también a un mercado de más de 47 millones de personas. Y hay empresas que son conscientes de que es mejor pagar impuestos que cerrar mercados. Creo que se exagera el riesgo de fuga y que muchas veces los millonarios están dispuestos a aceptar cosas que los aspirantes a millonarios no. La OCDE está negociando este tipo de impuestos. La derecha española está más a la derecha de lo que está la derecha económica en general. Y luego pasa otra cosa: cuando los ricos no pagan impuestos, como planteaba en Reino Unido Liz Truss, lo terminan pagando los más pobres porque las carreteras, las pensiones, los hospitales... hay que seguir pagándolos.
P. Y cuando aparecen lo que llama agujeros negros democráticos, ¿quién los ocupa?
R. Cuando los más pobres dejan de votar, hay dos puertas: la de hacer política para ricos y la de los populismos, respuestas mágicas que dicen que haciendo vudú económico van a solucionar todo. La ideología sola no vale de nada. La realidad es muy compleja, no bastan las soluciones simplistas.
P. Un ejemplo de vudú económico.
R. Decir que si bajamos todos los impuestos, se reactiva la economía. Está demostrado que no es cierto. Y hoy, ni el Banco Mundial, ni el Fondo Monetario Internacional, ni la OCDE, ni el Banco Central Europeo compran esa teoría… solo los talibanes de la economía.
P. ¿Por qué triunfa el discurso de quien, ante el descontento y la desconfianza, ha dirigido sus ataques a los inmigrantes, a las minorías, en lugar de a las élites económicas?
R. Porque son más visibles que los millonarios. Es mucho más fácil cruzarte con un inmigrante que con Amancio Ortega o Bill Gates. Como son más visibles, son más señalables. Y porque si eres una corporación milmillonaria puedes comprar un discurso ideológico y mediático. La industria del tabaco pagó durante años estudios que cuestionaran su relación con el cáncer. Las élites económicas tienen más capacidad para señalar a otro lado.
Tenemos suelos y techos pegajosos: pobres que mueren pobres porque han nacido pobres y ricos que mueren ricos porque han nacido ricos
P. Explica en el libro por qué es mentira que los inmigrantes deduzcan recursos.
R. Por lo general son gente joven, sana, en edad de trabajar...Es decir, no son consumidores de recursos, son aportadores de riqueza. Pero es mucho más fácil buscar culpables, señalarles a ellos, que son distinguibles por sus rasgos físicos, que señalarse a uno mismo y admitir que no se ha construido suficiente vivienda social, que no se ha hecho una verdadera reforma fiscal en 40 años...
P. Sostiene en el libro que las nuevas generaciones son más pobres que hace 50 años porque al estar averiado el ascensor social de ese edificio España la desigualdad se hereda. ¿Qué ha hecho Francia para tener índices de desigualdad mejores?
R. La política importa, marca diferencias. Si solo rigiera el mercado, todos los países serían igualmente desiguales o iguales. Se nota cuando un país aplica políticas de distribución de rentas, de becas… La primera urgencia de España es reparar el ascensor social para que quien nace pobre pueda aspirar a morir rico. Ahora tenemos suelos y techos pegajosos: pobres que mueren pobres porque han nacido pobres y ricos que mueren ricos porque han nacido ricos.
P. Habrá a quien le parezca una exageración decir que los jóvenes son más pobres que sus padres porque ahora hay más becas etc.
R. Hay dos formas de ver la riqueza, lo que los economistas llaman el stock y el flujo, es decir, la foto y la película. En la foto fija, la de la riqueza, los jóvenes de ahora son mucho más pobres que sus padres. ¿Por qué? Por la vivienda. La renta, es decir, la película, también es algo peor que la de sus padres porque la revalorización salarial era entonces relativamente rápida, mientras que la de los jóvenes hoy no lo es: salir al mercado laboral en un momento de crisis como las que hemos vivido casi te condena a tener un salario de crisis durante muchos años. Se puede solucionar. El problema es que ahora tenemos muchos desconchones en ese Edificio España, como las pensiones, para las que se desvían muchos recursos. Se hacen menos políticas para jóvenes también porque votan menos que los jubilados. Solución: voten.
P. El libro contiene su propio diccionario de eufemismos. Por ejemplo, “descremar” a la clientela, es decir, cómo algunos bancos de deshacen de los clientes más pobres inflándoles a comisiones. ¿Pero no pagaron también esos descremados el rescate bancario?
R. El rescate bancario lo pagaron los descremados, los cremados y el espíritu santo. Eso agrava el comportamiento de la banca con esa gente: no puedes cobrarles el rescate y luego no darles el servicio. En este país la bancarización es casi obligatoria. No está escrito en ninguna ley, pero no puedes pagar un recibo de la luz sin estar bancarizado. Si todos estamos obligados a pasar por el banco, el banco debería estar obligado a dar servicio a todos.
P. Pero han cerrado sucursales, eliminado cajeros…
R. La banca ha hecho un proceso de concentración para, dicen, competir con los grandes titanes internacionales. Una parte era por efectividad, pero ha menguado la competencia. España corre el riesgo de tener pequeños oligopolios en todo: en la banca, donde cinco empresas se reparten todo; en las eléctricas, donde cuatro empresas se reparten todo, o en los medios, donde dos empresas se reparten todas las televisiones… ¿Cuántos pequeños oligopolios tiene que haber para decir que el capitalismo está fallando en España? Esto no es un reparto de poder. El capitalismo para los liberales implica competencia y este modelo no es de competencia, sino de compadreo.
P. Se estima que la guerra en Ucrania puede costar a las familias españolas una caída de renta de 16.700 millones de euros, es decir, que cada hogar perderá unos 917,70 euros al año. ¿Cada hogar? ¿Por qué los más ricos han salido reforzados en todas las crisis? ¿Por qué el número de ultrarricos está en su máximo histórico?
R. Esto es como la metáfora de los dos pollos: si tú comes dos y yo ninguno, la media es que hemos comido uno cada uno. No todos están pagando la guerra por igual. Lo que se está encareciendo es lo que más pesa en la renta de los más pobres: alimentos, energía y combustibles se comen un 35% de lo que gastan los pobres y un 15% de lo que gastan los ricos. Si subes lo más básico, la gente que solo puede pagar eso cada día lo pasa peor, por eso la inflación es el impuesto de los pobres. Y el problema es que los tres golpes que ha habido en 10 o 12 años, la crisis del ladrillo, la del covid y ahora la guerra, amenazan con romper la base del edificio, lo que lo sostiene: la gente trabajadora.
P. Eso explica por qué los más pobres se empobrecen más con las crisis, ¿pero por qué los ricos se hacen más ricos en esos periodos?
R. Los más pobres dependen de su trabajo. Si pierden su nómina lo pierden todo. Los ricos, si tienen nómina, por lo general es astronómica, pero suelen tener otras cosas: ingresos en mercados financieros, arte, o lo inmobiliario y todo esto se recupera mucho más rápido que el empleo. Por eso los más pobres se resienten los primeros y cuando se recupera la Bolsa los ricos se recuperan los primeros. La rentabilidad en términos económicos del trabajo y el capital se separa cada día más.
P. La salida de esta crisis ha tomado la dirección contraria a la anterior: dinero público en lugar de recortes e intervencionismo. ¿Se imaginaba hace unos años a países como Alemania o a la Comisión Europea tomando medidas como las que se están tomando?
R. Aquí está sorprendiendo esto porque durante mucho tiempo se ha cerrado los ojos. Por ejemplo, en EEUU existía ya la business round table, que son empresas, entre ellas grandes petroleras y tecnológicas, que dicen que no basta con ganar dinero, que no se pueden cargar el planeta. Warren Buffet [multimillonario americano, presidente de la firma Berkshire Hathaway] denuncia que en términos porcentuales su secretaria paga más impuestos que él, y dice que eso es un escándalo. Joe Biden ha dicho que hay compañías ahora que pagan menos impuestos que un bombero. Ese debate está ahí fuera. Aquí sorprende porque ahora lo vemos aplicado a políticas concretas, hemos chocado con el iceberg, pero el deshielo del paradigma liberal lleva años ocurriendo.
P. Alemania, que era el paradigma de la austeridad, ahora inyecta miles de millones de dinero público en el sistema.
R. Es cierto que ha cambiado el paradigma, pero es menos sorprendente de lo que se ha hecho creer porque en Alemania ya había ejemplos, ya habían pactado una subida de salarios del 7%, algo que aquí sería bolivariano. No ha sido de la noche a la mañana y no ha sido solo por la guerra.
P. ¿Ha influido la experiencia anterior, el llamado austericidio?
R. Efectivamente. Y ha habido muchos cambios, pero no hemos querido verlos y algunos no han querido contarlos, no se fueran a contagiar los de aquí. Pero hay un cambio de paradigma radical, y la puerta de la derecha por la que salimos de la crisis anterior no es la puerta de la izquierda por la que vamos a salir en esta.
P. Un economista, Gonzalo Bernardos, se enfrentó recientemente en televisión a una joven de 24 años. Ella se quejaba de que su sueldo no le permitía alquilar un estudio. Él le recomendó ir a vivir “a 30 o 40 kilómetros de Madrid” . ¿Es normal que uno no pueda permitirse vivir en la misma ciudad en la que trabaja?
R. Es tristemente normal y no debiera serlo. Es fruto de una anomalía, otro radicalismo del mercado. España tiene un parque de vivienda social del 2,4%; la cuna del liberalismo, Reino Unido, tiene un 18%, Países Bajos un 32% . Cuando dejas que el mercado regule un bien esencial como la vivienda tienes este resultado.
P. ¿La ley de la oferta y la demanda es palabra sagrada o puede corregirse?
R. Hay una frase que algunos cortan donde les conviene y dice: “Tanto mercado como sea posible, pero tanto Estado como sea necesario”. Esa es la clave. Hay cosas que efectivamente puede que se regulen dentro 50 años, pero no puedes permitir que la gente no tenga acceso a un hogar durante medio siglo. El Estado está para regular los mercados.
P. El mercado del alquiler, tal y como funciona ahora, es un método de transferencia de renta de los más pobres a los más ricos, de los jóvenes, a los mayores. ¿Qué significa que en un país sea prácticamente más rentable alquilar un espacio para una oficina que montar un negocio?
R. El sistema genera una inercia y es esa: vivimos en una sociedad de rentistas en la que tener dinero te garantiza que sigues teniendo dinero. Corregir esto requiere la intervención del Estado. Una forma es con el impuesto de sucesiones, aplicado con justicia: no es lo mismo heredar la casa de tu padre en el pueblo que 6.000 millones de euros.
P. Es decir, aplicado quirúrgicamente, a grandes fortunas.
R. Eso es. Operar donde toca, con un bisturí fiscal.
Se priorizan las elecciones y el interés del partido por encima del interés del Estado. La reforma fiscal desapareció en el triángulo de las Bermudas
P. ¿Qué falta en España para el que vive en el bajo pueda aspirar al ático?
R. Falta una reforma fiscal de verdad. Lo que hay que reformar no es el IRPF. Los millonarios de España no son los abogados, los pilotos o los arquitectos. Hay que gravar a los millonarios de verdad, los que tienen muchos millones, no nóminas fabulosas.
P. Un comité de expertos elaboró hace tiempo un plan de reforma fiscal.
R. Un libro blanco con todos los capítulos que desapareció en el triángulo de las Bermudas. Se metió en un cajón. Ningún gobierno ha tenido valor para reparar el ascensor social.
P. ¿Por el ambiente de campaña electoral permanente?
R. Porque se priorizan las elecciones y el interés del partido por encima del interés del Estado. Es necesario hacer esa reforma fiscal, que es lo que arregla el ascensor en el corto plazo. Y en el largo, hay que hacer una reforma educativa para que el 50% de los hijos de pobres no terminen siendo pobres, como ocurre ahora.