Los ingresos tributarios suben un 5,5% gracias al alza de los salarios y los beneficios empresariales
El déficit de las Administraciones públicas baja al 0,2% en el primer trimestre
Los ingresos tributarios repuntaron en abril, aunque el ritmo de crecimiento sigue perdiendo fuelle con respecto a los resultados de hace un año. La recaudación aumentó un 10,8% en el mes, impulsada por los salarios —el IRPF logró un 11,3% más— y los beneficios empresariales —los ingresos por el impuesto de sociedades engordaron un 25,6%—. También avanzó en abril la contribución del IVA y de los impuestos especiales. En lo que va de año, el...
Los ingresos tributarios repuntaron en abril, aunque el ritmo de crecimiento sigue perdiendo fuelle con respecto a los resultados de hace un año. La recaudación aumentó un 10,8% en el mes, impulsada por los salarios —el IRPF logró un 11,3% más— y los beneficios empresariales —los ingresos por el impuesto de sociedades engordaron un 25,6%—. También avanzó en abril la contribución del IVA y de los impuestos especiales. En lo que va de año, el avance es del 5,5% —del 6,5% en términos homogéneos, excluida la evolución habitual de las devoluciones—, hasta los 90.679 millones de euros, según publica este viernes la Agencia Tributaria en su informe de recaudación. Se trata de la mayor alza mensual en lo que va de 2023, pero lejos del 8,8% que prevé el Gobierno para el conjunto de 2023.
El crecimiento de los ingresos superó, sin embargo, el de los meses anteriores. En marzo el aumento en caja fue del 2,6%, un 1,6% en febrero y en enero hubo un retroceso del 7,5%. Tanto la coyuntura como los cambio normativos explican el resultado obtenido este año. La buena marcha del empleo y sobre todo las subidas salariales revirtieron en un “intenso crecimiento” de las retenciones de trabajo y actividades económicas (11,1%), pese a la rebaja en el IRPF aprobada para las rentas de menos de 21.000 euros. También avanzaron con fuerza, un 24,5%, los pagos fraccionados en sociedades, en parte por la limitación del 50% a la compensación de pérdidas que se aplica temporalmente este año (232 millones más), y en parte por la evolución de los beneficios. Las ganancias empresariales crecieron en el primer trimestre un 18%, con los grupos consolidados a la cabeza. Los sectores bancarios y energéticos fueron los que más aportaron. También contribuyeron el nuevo impuesto al plástico y el hecho que en este periodo del año pasado la huelga de transportistas pasó factura a la recaudación.
En cambio, hubo más devoluciones en Sociedades en los primeros meses del ejercicio y en 2022 se recibieron ingresos extraordinarios que no se materializaron este ejercicio. La inflación también empieza a ser un lastre para el consumo. Los ingresos totales por IVA hasta abril, también afectados por las rebajas en la fiscalidad de alimentos y suministros energéticos, solo avanzaron un 5,9% en términos de caja. Hace un año crecían a un ritmo cercano al 20%.
Hay que recordar que abril es un mes con una de las mayores recaudaciones del año. Es cuando se ingresan las declaraciones mensuales correspondientes a marzo, el primer trimestre de las pymes y el primer pago a cuenta del impuesto sobre sociedades, que de hecho no aporta nada hasta estas alturas del ejercicio. El IRPF y el impuesto de sociedades fueron las figuras que más aportaron en términos homogéneos con respecto a 2022, un 10,7% en ambos casos, hasta los 41.611 y 3.143 millones, respectivamente. En caja, la recaudación por el impuesto sobre la renta avanzó aún más, un 11,6%, mientras que la corporativa cayó un 33%, debido a las elevadas devoluciones de inicios de año. Los impuestos indirectos —IVA y especiales— también se frenaron en términos homogéneos entre enero y abril: el primero creció tan solo un 1,7%, descontadas las devoluciones, y los segundos retrocedieron en el mismo porcentaje.
Los números rojos se reducen
El desfase entre ingresos y gastos de las Administraciones públicas —excluidas las corporaciones locales— se redujo en casi 6.000 millones de euros al cierre del primer trimestre del año con respecto a 2022. El agujero se situó en los 2.768 millones de euros, también gracias al superávit registrado por la Administración central. En ratio sobre el PIB, el porcentaje se reduce al 0,2%, desde el 0,41% de hace un año.
El déficit del Estado fue de 727 millones, frente a los 5.900 millones del mismo periodo del año anterior. Los recursos aumentaron un 10,5%, hasta los 60.540 millones. El 83,2% se corresponde a impuestos, que crecieron en 2.930 millones. La mitad del incremento se explica por el nuevo impuesto al plástico y, sobre todo, por los gravámenes temporales a banca y energéticas, que no aparecen en las estadísticas de recaudación por haberse aprobado como prestaciones patrimoniales y no como impuestos. En total, las tres figuras aportaron 1.537 millones. Los ingresos por cotizaciones descendieron un 5,5%, mientras que el resto de los ingresos avanzó un 50,6%, 2.928 millones más, de los que 1.088 millones corresponden a los mayores ingresos por dividendos. También han aumentado los ingresos por intereses. El gasto, en cambio, solo avanzó un 1%. Las partidas con mayor subida fueron el personal y las prestaciones sociales. Hasta abril, el Estado registró un déficit del 0,12% del PIB.
Las comunidades cerraron el primer trimestre en números rojos. El déficit fue del 0,16% del PIB, 2.186 millones. Solo Asturias, País Vasco y La Rioja lograron superávit. Los Fondos de la Seguridad Social también aumentaron ligeramente sus números rojos, hasta el 0,1% del PIB, 221 más que el año pasado. Esta evolución se debe a que los ingresos crecieron menos que los gastos, principalmente por el incremento de la factura de las pensiones.
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