La inteligencia artificial obligará a los gobiernos a diseñar estrategias nacionales para el empleo
Un estudio de Oliver Wyman plantea eliminar trabas burocráticas para atraer talento extranjero y crear una instancia de coordinación con el sector privado
El mercado de trabajo se adentrará en los próximos años en territorio desconocido. Pese a que el progreso tecnológico ha supuesto tradicionalmente un arma de doble filo para el empleo —al tiempo que mejora la producción, obliga a transformar la fuerza de trabajo—, ...
El mercado de trabajo se adentrará en los próximos años en territorio desconocido. Pese a que el progreso tecnológico ha supuesto tradicionalmente un arma de doble filo para el empleo —al tiempo que mejora la producción, obliga a transformar la fuerza de trabajo—, la inteligencia artificial y su inmediato impacto en todos los sectores empujará a adelantar los tiempos y a replantear de manera acelerada un cambio de paradigma que amenaza con dejar atrás a todo aquel que no sea capaz de adaptarse a tiempo. La responsabilidad de que esto no ocurra es de los gobiernos, quienes tienen varias tareas por delante: analizar correctamente la situación actual; revisar, si es preciso, las fuentes estadísticas de las que beben los informes que utilizan para realizar las proyecciones; y abrirse a colaborar con el sector privado en pos de un beneficio común. Estas son las conclusiones principales de un estudio elaborado por la consultora Oliver Wyman que aborda los retos laborales del futuro.
“En esta revolución tecnológica, los trabajadores tendrán menos tiempo para adaptarse que en revoluciones tecnológicas anteriores. [Esta] se asentará más rápido y, por tanto, la fuerza laboral tendrá menor margen de maniobra para adaptarse”, ahonda el documento, titulado Gestionar la evolución del mercado laboral y el empleo del futuro. ¿Cómo responder a los desajustes entre oferta y demanda de empleo?, y que firman Pablo Campos, Gonzalo Arana, Tomás Sánchez y Jaime Gervás.
Junto con esta transformación laboral inminente se producirá otra en el ámbito social, que irá de la mano del progresivo envejecimiento de la población activa. Un fenómeno que derivará, por un lado, en el incremento de la masa salarial —los trabajadores con trayectorias más largas acumulan mejores condiciones y una mayor experiencia—; y, por otro, en el aumento de la edad de la base de los clientes de los negocios. “Esto impactará en el tamaño de los sectores, ya que se podrá observar una menor demanda de productos y servicios para gente joven (juguetes, ocio nocturno), y una mayor demanda de productos y servicios orientados a personas de tercera edad (cuidados a mayores, seguros)”, indica el texto.
El hermanamiento entre demografía y trabajo no es nuevo, pero el aumento progresivo de la edad de jubilación, y la incorporación cada vez más tardía de los trabajadores más jóvenes elevará, más si cabe, la tensión generacional. “Las brechas de desempleo y salariales entre sectores son indicadores inequívocos de las dificultades que tiene el mercado laboral para ajustarse. Por ello, es fundamental implementar mecanismos que reduzcan la fricción dentro del mercado laboral doméstico”, indica el informe.
Todas estas corrientes de cambio son sintomáticas de una transformación general que está por venir, pero cuyo horizonte final solo puede adivinarse a partir de la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cómo será el empleo del futuro?”. De acuerdo con las distintas prospecciones del estudio, “el empleo del futuro será más flexible, con roles más humanos y asistenciales”. “Como consecuencia de la evolución de las nuevas tecnologías, aumentará la demanda de competencias relacionadas con las tecnologías disruptivas, se sustituirá el rol del empleado como “sustituto del ordenador” (recopilador y analista de datos) por el rol del empleado como “complemento del ordenador” (gestión de equipos, transmisión de mensajes, gestión de emociones), y se evolucionará hacia un papel más humano y asistencial”, advierte el texto.
Al mismo tiempo, deja claro que algunas de las fórmulas de trabajo remoto que se han venido implementando en los últimos años —muchas espoleadas por la pandemia—, se convertirán en un requisito primordial para los trabajadores. “La sociedad se ha acostumbrado a formas de trabajo más flexibles, dando lugar al teletrabajo, la mayor adaptabilidad del horario laboral y la comunicación digital. Estas tendencias se asentarán en los próximos años, incluso es previsible que aumente el debate sobre acortar la semana a 4 días para favorecer la conciliación laboral”, recalca el texto.
Estabilidad financiera
El papel predominante en la tutorización del cambio recaerá sobre los gobiernos. Y esta gestión deberá hacerse, además, con distintos horizontes temporales. Para ello, el informe de Oliver Wyman plantea diversas acciones acordes con diferentes momentos. En el corto plazo, los autores del estudio sugieren “simplificar y promover la contratación de extranjeros en sectores con baja ocupación y escasez de talento, eliminando trabas en la tramitación de visados y permisos de residencia”; en el corto-medio plazo, “crear una instancia de coordinación entre sector privado, instituciones educativas y Administración para fomentar la identificación del talento”; en el medio plazo, “emitir un paquete de cheques a los empleados para su formación o recualificación en competencias demandadas por las empresas”; y en el largo plazo, “revisar la oferta educativa de la enseñanza (universitaria, Formación Profesional, itinerarios de Bachillerato) en línea con las demandas del sector privado doméstico para evitar fuga de cerebros (la formación de ingenieros de AI debe corresponderse con una oferta industrial doméstica de ingenieros de AI)”.
El paraguas económico es imprescindible para que puedan implementarse todas estas acciones, especialmente las centradas en el largo plazo. Por ello, es necesaria “una estabilidad financiera”, indica informe, que nazca a partir del entendimiento entre los partidos políticos. “Una posible solución a los requisitos de estabilidad ideológica y financiera es la promoción de instituciones independientes similares a un Instituto Independiente para el Futuro del Empleo, gestionadas por administradores independientes y dependientes de asociaciones público-privada”, completa el estudio.
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