Bruselas advierte de que las negociaciones sobre Mercosur siguen abiertas
Dombrovskis defiende que la política comercial tiene que basarse en datos y hecho y no en “percepciones”
La Comisión Europea continúa negociando con Mercosur para cerrar el acuerdo comercial. A pesar de las presiones de Francia -el presidente Emmanuel Macron envió una carta a Bruselas pidiendo que acabe con estas conversaciones- y de la extensión de...
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La Comisión Europea continúa negociando con Mercosur para cerrar el acuerdo comercial. A pesar de las presiones de Francia -el presidente Emmanuel Macron envió una carta a Bruselas pidiendo que acabe con estas conversaciones- y de la extensión de las protestas agrícolas, que tienen en su punto de mira los pactos de libre comercio, el vicepresidente del Ejecutivo de la Unión y máximo responsable de su política comercial, Valdis Dombrovskis, ha recordado este lunes en el Parlamento Europeo que “la negociación continúa”. “Obviamente he escuchado las declaraciones del presidente Macron. Y también las del canciller [Olaf] Scholz y las del presidente del Gobierno [Pedro] Sánchez, quienes realmente son muy partidarios de este acuerdo”, ha respondido a los eurodiputados cuando estos le han preguntado por la situación de esa conversaciones.
El rechazo francés al pacto con Mercosur, como el de Irlanda o Austria, no nace de las recientes protestas agrícolas. Viene de largo. París, por ejemplo, aprovechó el cambio de guardia en el Gobierno argentino en diciembre para mostrar su rechazo al cierre del acuerdo comercial. Entonces la administración saliente en Buenos Aires, la de Alberto Fernández, no quiso asumir la responsabilidad de firmar el pacto de una vez, y Francia se alineó con esa postura. En las últimas semanas, el canalizador han sido las protestas agrícolas. La cuestión es que el gran acuerdo comercial con la región latinoamericana conocida como Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) sigue pendiente de ratificación casi cinco años después de haberse llegado a un principio de acuerdo, punto alcanzado tras más de 20 años de conversaciones.
Desde Europa -principalmente Francia, Países Bajos, Austria e Irlanda, más el Parlamento Europeo- había resistencias, se reclamaba más compromiso medioambiental. La llegada del ultraderechista Jair Bolsonaro a la presidencia brasileña sirvió de excusa a sus detractores para meter el principio de acuerdo en el congelador. La vuelta de Lula al poder el Brasilia parecía una oportunidad de resucitarlo, pero las viejas resistencias florecen con cada nueva dificultad.
“Tras las últimas rondas de negociación, las conclusiones fueron que no se reunían todavía las condiciones para concluir el acuerdo”, ha apuntado Dombrovskis en la Comisión de Agricultura de la Eurocámara. “En algunos puntos específicos, en el acuerdo del Mercosur, obviamente, incluso estamos mirando los temas agrícolas. Hemos sido muy cuidadosos a la hora de calibrar el nivel de acceso, por ejemplo, en el ámbito de la carne de vacuno [...]. Hemos incorporado un mecanismo de salvaguardia [...]. Y también hay posibilidades de apoyo financiero a los agricultores en caso de que surja la necesidad, aunque no lo esperamos”, ha repasado, antes de recordar que “la Comisión Europea está negociando, basada en el mandato de 27 Estados miembro y consultando a algunos estados miembros”.
La intervención del comisario de Comercio en el Parlamento Europeo, centrada en el impacto de la política comercial en el sector agrícola, ha estado marcada, lógicamente, por las últimas protestas de los agricultores. No obstante, el político letón no se ha arredrado por la situación. Ha reconocido el trabajo de los granjeros. Pero ha pedido que el debate sobre los intercambios comerciales, también los del sector primario, se basen en datos y hechos: “Debemos evitar mezclar manzanas con peras y no actuar partiendo de percepciones, a veces erróneas y contrarias a los intereses de nuestra sociedad, incluidos los intereses de nuestros agricultores”. Esta frase ha llegado al final de su intervención inicial, en la que ha defendido que la UE tiene un superávit comercial en el sector primario de 60.000 millones de euros.
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