La renta por habitante sigue por debajo del nivel prepandemia
El poder de compra per cápita es un 0,3% inferior a 2019 y las familias pagan 10.000 millones más en intereses, según datos de 2023 del INE
La renta del conjunto de los hogares españoles recuperó en 2023 los niveles previos a la pandemia. Una vez restada la inflación, se situó un 2,3% por encima de la registrada en 2019, según datos del INE. Se trata de un hito destacable si se tiene en cuenta la envergadura de los obstáculos a los que se ha enfrentado la economía: la pandemia, la guerra de Ucrania, la crisis energética y de precios, los cuellos de botella, la subida de tipos o la ralentización europea. El apoyo del BCE ha permitido alejar las tensiones financieras y que el Estado acuda al rescate de la economía de una forma que n...
La renta del conjunto de los hogares españoles recuperó en 2023 los niveles previos a la pandemia. Una vez restada la inflación, se situó un 2,3% por encima de la registrada en 2019, según datos del INE. Se trata de un hito destacable si se tiene en cuenta la envergadura de los obstáculos a los que se ha enfrentado la economía: la pandemia, la guerra de Ucrania, la crisis energética y de precios, los cuellos de botella, la subida de tipos o la ralentización europea. El apoyo del BCE ha permitido alejar las tensiones financieras y que el Estado acuda al rescate de la economía de una forma que no pudo entre 2008 y 2014.
Sin embargo, esta recuperación de las rentas totales se ha conseguido en buena medida porque la población ha crecido en más de un millón de individuos respecto a 2019 por la llegada de inmigrantes. En consecuencia, si se mide la renta por habitante y se corrige con el IPC, la recuperación no ha sido completa: en 2023 los ingresos por persona fueron un 0,3% inferiores que antes de la covid. El mordisco de la inflación sigue haciendo mella en los bolsillos de los españoles.
No obstante, esta pérdida de renta ha ocurrido porque se pagan más impuestos y porque los ingresos de los autónomos están peor que en 2019 incluso sin tener en cuenta la inflación. De hecho, la sorpresa positiva es que, según el INE, los asalariados han conseguido, aunque por muy poco, recuperar el poder de compra perdido desde la pandemia. Pese a que el IPC entre diciembre de 2019 y diciembre de 2023 fue del 15,5%, los sueldos por trabajador asalariado se encuentran un 0,4% mejor que en 2019 sin contar las cotizaciones. De acuerdo con el INE, los salarios han crecido en promedio a tasas cercanas al 5% entre 2021 y 2023, muy por encima de lo que marcan los convenios. Estas estadísticas de retribuciones son bastante robustas en tanto que se apoyan en datos de la Agencia Tributaria.
Alzas salariales por encima de convenio
Evidentemente, detrás de estas cifras hay casuísticas muy variadas. Hay trabajadores como los funcionarios cuyos salarios no han sido actualizados a ritmos cercanos a la inflación. Pero en estos datos se detecta un importante deslizamiento salarial: las empresas han subido los sueldos más de lo pactado en convenios en un contexto en el que hay problemas para encontrar trabajadores en numerosos sectores. Ocurre porque los empleados suben en la escala salarial por antigüedad o ascensos; porque los trabajadores tienen una oferta y la empresa la iguala; porque se retribuye la productividad del asalariado, o porque se ficha con nóminas más altas. También han influido en parte las fuertes subidas del salario mínimo, que se ha elevado un 20% en ese periodo y que afecta ya a unos 2,5 millones de trabajadores. Así, aunque han entrado en el mercado laboral muchos trabajadores inmigrantes que suelen tener sueldos más bajos, los incrementos del SMI han paliado este efecto.
Aun así, la inflación rampante se ha comido estas subidas y ha causado que las rentas de los españoles no hayan avanzado en los últimos cuatro años. Y este hecho se ha visto agravado por la intensa escalada de los tipos: las familias han destinado 10.000 millones de euros más al pago de intereses hasta un total de 24.000 millones, alrededor del 2,5% de su renta bruta disponible. Es un 70% más que el año anterior y de lo que se abonaba antes de la pandemia. Si bien dista mucho de los 52.000 millones que se llegaron a soportar en 2008, en el pico de la burbuja inmobiliaria.
Más ahorro y el consumo hundido
En una situación en la que ha imperado la incertidumbre y teniendo que pagar más por intereses, las familias han disparado su ahorro. Hasta el 11,7% de su renta bruta disponible, muy por encima de lo que era lo habitual en los años previos al coronavirus, cuando rondaba entre el 6% y el 7%. Los hogares probablemente hayan aumentado el ahorro para hacer más amortizaciones anticipadas de hipoteca ahora que han estado subiendo con fuerza los tipos. Es la manera que tienen las familias de amortiguar el golpe de una carga financiera al alza.
Aun habiendo restablecido parte del nivel de rentas comido por la inflación, el elevado ahorro explica que el consumo haya ido incluso peor. El gasto total de las familias en compras caía en términos reales un 1,5% en 2023 respecto a las cotas precovid. Y el consumo per cápita se hunde frente a 2019 un 4% tras restar la evolución de los precios. Esta es quizás la mejor forma de medir el bienestar económico de la población y explica que persista un cierto malestar a pesar de la buena marcha de la economía.
Suben impuestos y prestaciones
Por otra parte, se nota el impulso público en las rentas de las familias. Las prestaciones sociales que reciben los hogares son un 26% mayores en euros que en 2019. Incluso si se sustrae la inflación, las prestaciones han ganado un mayor peso en la distribución de la economía española. En términos reales son alrededor de un 9% superiores a pesar de que el PIB de 2023 solo es un 2,5% mayor que antes de la pandemia. Esta evolución obedece a las revalorizaciones de las pensiones; el mayor número de pensionistas; la creación del ingreso mínimo vital; la mejora de las ayudas a autónomos; la subida de la base reguladora del desempleo pasados los seis primeros meses y el refuerzo de los subsidios para parados mayores de 52 años, entre otros. Si bien ha ayudado a financiarlo el hecho de que, según el INE, los impuestos abonados sobre la renta y el patrimonio hayan escalado bastante más de un tercio desde 2019. Estos han tenido el empuje de la buena evolución de la economía, el afloramiento de rentas y que no se deflactase la tarifa del IRPF. Las cotizaciones sociales repuntan, en cambio, menos: un 20%. Pese a estas cifras de recaudación, el agujero de las cuentas públicas todavía está, según el INE, en el 3,7% del PIB, unos 53.000 millones de euros. Corregidos de inflación y por el aumento de la población, los impuestos suben muy significativamente: un 16%. Y corregidas por precios y número de asalariados, las cotizaciones en realidad repuntan algo más de un 1%. Es decir, van casi en línea con los salarios.
“La renta disponible por habitante ha disminuido más que antes de impuestos y transferencias. Esto ocurre porque, en términos per cápita, la suma de impuestos y cotizaciones que se pagan ha crecido más que las prestaciones sociales que se reciben”, subraya Rafael Doménech, economista del BBVA.
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