Japón ahonda en la recesión con una contracción del PIB del 0,5% en el primer trimestre
La economía se tambalea por la caída del consumo y las exportaciones, mientras el banco central evalúa cuándo realizar otra subida de los tipos de interés.
La sombra de una ralentización que comenzó el pasado verano en Japón continúa nublando la economía del país del sol naciente. Según los datos preliminares publicados este jueves por la Oficina del Gabinete del Gobierno, el Producto Interior Bruto (PIB) experimentó una caída trimestral del 0,5% entre enero y marzo, lo que supone una contracción anualizada (en los últimos cuatro trimestres) del 2%. El debilitamiento del consumo, ...
La sombra de una ralentización que comenzó el pasado verano en Japón continúa nublando la economía del país del sol naciente. Según los datos preliminares publicados este jueves por la Oficina del Gabinete del Gobierno, el Producto Interior Bruto (PIB) experimentó una caída trimestral del 0,5% entre enero y marzo, lo que supone una contracción anualizada (en los últimos cuatro trimestres) del 2%. El debilitamiento del consumo, la depreciación del yen y una reducción en las exportaciones se encuentran detrás del retroceso. Este es más pronunciado de lo que preveían los analistas, que esperaban una bajada anualizada del 1,5%, y ensombrece las perspectivas de crecimiento de la cuarta economía del planeta. Llega, además, en un momento crítico para la formulación de políticas económicas: el banco central aprobó en marzo una subida histórica de los tipos de interés, que puso fin a ocho años con tipos negativos, con el objetivo de adoptar medidas encaminadas a la normalización de su política monetaria. Y ahora está evaluando cuándo realizar su próxima subida.
La economía nipona no ha crecido desde la primavera de 2023. El informe revelado este jueves muestra que, en los dos últimos trimestres del pasado año, el PIB japonés había acumulado una contracción del 0,9% y cerrado sin cambios. Los expertos apuntan que la revisión a la baja de los datos de 2023 y la falta de un motor de crecimiento significativo en el primer trimestre de 2024 podrían generar cierta vacilación para el Banco de Japón a la hora de continuar con una política monetaria más restrictiva.
El consumo privado, que representa casi el 60% de la economía del país, decreció en un 0,7% en el primer trimestre, muy por encima de la contracción prevista del 0,2%. Se trata del cuarto trimestre consecutivo a la baja, la racha más larga desde 2009, en plena crisis financiera mundial. Esa evolución negativa muestra la reticencia de los japoneses a gastar en el actual contexto de subida de precios. La inflación, que se mantiene en torno al 3%, está creciendo a un ritmo más rápido que los salarios, a lo que se suma el continuo debilitamiento del yen, que reduce el poder adquisitivo de la población.
Por su parte, las exportaciones, otro de los componentes de más peso del PIB japonés, se desplomaron en un 5% entre enero y marzo, en comparación con el incremento del 2,8% que experimentaron en el trimestre previo. El acusado descenso está provocado en gran medida por la industria automotriz, clave en la economía del país, después de que se destapase un escándalo que salpicó a Toyota, el mayor fabricante de coches del mundo. A finales del año pasado, se descubrió que su subsidiaria Daihatsu había falsificado durante tres décadas los resultados en sus pruebas de seguridad, lo que obligó a parar su producción durante cuatro meses y someterse a una restructuración global. Aunque la compañía especializado en vehículos pequeños anunció el mes pasado un regreso a la normalidad, el caso ha afectado gravemente a Toyota, que augura una caída de las ventas para este ejercicio.
Las importaciones en el archipiélago también han experimentado una contracción del 3,4% frente a las subidas de los dos trimestres anteriores debido a la depreciación del yen, que encarece las compras del extranjero, de las que Japón es altamente dependiente. El valor de la divisa nipona con respecto al del dólar estadounidense tocó sistemáticamente mínimos de 34 años en enero, febrero y marzo. Esta situación ha creado dos realidades económicas: aunque un tipo de cambio competitivo beneficia a los sectores de las exportaciones y el turismo, los hogares y las pequeñas empresas se ven presionadas ante los costes inflados de los bienes importados.
“Los resultados del PIB se han visto distorsionados por el terremoto de principios de enero, que perturbó la cadena de suministro, especialmente en el sector automovilístico”, escribe a través de un correo electrónico Kohei Iwahara, analista de Natixis Japan Securities. “No obstante, destaca la debilidad de la demanda privada, ya que disminuyeron el consumo, la ventas de viviendas y las inversiones empresariales, lo que ha provocado un aumento de las existencias”, agrega. “Los datos plantean interrogantes sobre la solidez del círculo virtuoso entre los salarios nominales y la inflación, lo que induce al BoJ [las siglas en inglés del Banco de Japón] a mantener una postura cautelosa en cuanto a una mayor normalización de su política”, completa este experto.
Expectativas de crecimiento
En marzo, el banco central japonés dio un giro histórico a su política monetaria ultraexpansiva al subir, por primera vez en 17 años, los tipos de interés de referencia a corto plazo hasta el 0,1%, además de retirar otros de los estímulos que aplicaba dentro de su programa de flexibilización. De esta manera, ponía fin a una era en la que los responsables políticos apostaron por mantener los tipos de interés negativos para alentar a los consumidores y empresas a gastar e invertir con el fin de impulsar un crecimiento económico sólido y capaz de mantenerse en el tiempo.
El cambio se produjo poco después de que las grandes compañías niponas acordasen con los sindicatos un aumento de los salarios de los trabajadores de un 5,28% para las rondas de negociaciones de este año, el mayor en más de tres décadas. Los sueldos en el país llevan estancados desde finales de los noventa, debido a que los precios del consumo subían muy lentamente o incluso bajaban.
Los responsables políticos confían en que este cambio en el paradigma ayude a estimular el consumo y que se produzca un “círculo virtuoso” de subidas salariales y de precios, al considerar que es posible alcanzar el objetivo de una inflación del 2% anual “de forma sostenible y estable”. Y muchos economistas pronostican un repunte económico en el segundo trimestre, gracias a la recuperación en la producción de automóviles, al aumento de los sueldos y a que muchos hogares recibirán exenciones en los impuestos a partir de junio. Asimismo, se espera que los salarios reales, ajustados por la inflación, se vuelvan positivos a lo largo del año, revirtiendo dos ejercicios de caídas.
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