El coste de la vivienda supera en 80 euros el salario mediano de los jóvenes
El importe medio del arrendamiento más los suministros básicos sobrepasó en 2023 los ingresos de los menores de 30 años, según el Consejo de la Juventud
Desde hace un año, Lorena Fernández, de 28 años, trabaja como diseñadora gráfica en Madrid. Pese a que su sueño era mudarse de casa de sus padres y disfrutar de un apartamento para ella sola, se conforma con compartir piso con otras dos amigas. Eso es lo que se puede permitir con su sueldo, de poco más de 1.100 euros al mes. “De otra forma no tendría dinero para vivir, hay que pagar la comida, el transporte, etcétera”, relata con resignación. Su caso resulta s...
Desde hace un año, Lorena Fernández, de 28 años, trabaja como diseñadora gráfica en Madrid. Pese a que su sueño era mudarse de casa de sus padres y disfrutar de un apartamento para ella sola, se conforma con compartir piso con otras dos amigas. Eso es lo que se puede permitir con su sueldo, de poco más de 1.100 euros al mes. “De otra forma no tendría dinero para vivir, hay que pagar la comida, el transporte, etcétera”, relata con resignación. Su caso resulta ser la norma entre los jóvenes españoles. De acuerdo con el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), en la segunda mitad de 2023 el coste medio de la vivienda (calculado a partir del importe alquiler más los gastos en suministros básicos) superaba en 81 euros el salario mediano de las personas de entre 16 y 29 años de edad. Es decir, que ni siquiera dedicando todos sus ingresos podrían costearse una casa.
Entre el primer y segundo semestre del año pasado, los alquileres subieron un 2,5%, hasta alcanzar una renta mediana de 968 euros al mes, según el análisis del CJE, que toma como referencia los precios de oferta de los portales inmobiliarios. Es un 10% más que en 2022. Los suministros se encarecieron incluso más: un 17%. Así, lo habitual en 2023 fue dedicar unos 163,61 euros al mes a pagar el agua, luz, gas y otros servicios asociados a la comunidad. Eso suma más de 1.131 euros, frente a los 1.050,77 euros netos que mensualmente ganan de media los jóvenes, una diferencia de 81 euros.
Los imparables repuntes hacen cada vez menos realista la regla general de que el coste de la vivienda no debe superar el tercio de los ingresos mensuales. Y aboca a las nuevas generaciones a buscar fórmulas alternativas para independizarse, o en su defecto, resignarse a seguir en el seno familiar. “Nos emancipamos lejos de casa, obligadas por la falta de empleo digno en los lugares donde la vivienda es más asequible y por la falta de vivienda de calidad en los lugares donde se encuentra el empleo. Así, lo hacemos en peores condiciones y con los precios más elevados de la historia”, señala el documento presentado este lunes. Las cifras demuestran que tener un empleo ya no es garantía de un futuro independiente, pues siete de cada 10 jóvenes ocupados seguían en casa de sus padres el año pasado.
El estudio, que recoge datos que arrancan en 2006, refleja que el año pasado ha marcado un triste hito al ser la primera vez en la que el coste de la vivienda supera los ingresos medianos de los trabajadores jóvenes. Ni siquiera durante la burbuja inmobiliaria, con los pisos en venta disparados, la tasa era tan alta. Desde entonces, el salario mediano de esta franja poblacional ha subido un 6,1%, mientras que el alquiler lo ha hecho un 40,7%, siempre según los datos del organismo. Con estos importes, el dinero simplemente no alcanza para vivir solo. Compartir apartamento es la nueva normalidad con la que lidian miles de jóvenes universitarios, parejas con y sin hijos, y migrantes que buscan un hogar en España, sin que esto les libre del sobreendeudamiento.
“Yo he intentado mudarme a un piso propio en varias ocasiones, pero siempre me encuentro con que lo que piden es una barbaridad”, lamenta Ana García, que trabaja como administrativa en una empresa de logística en Barcelona. Con casi 30 años, es incapaz de pagar ella sola la casa de poco más de 60 metros cuadrados donde vive en el barrio de Sant Andreu de Palomar, así que divide los gastos con otra chica. Pese a ello, casi la mitad de sus ingresos desaparecen una vez que paga la cuota mensual al casero. Los datos del Observatorio muestran una tendencia preocupante en este sentido, pues entre julio y diciembre del año pasado, el precio mediano de las habitaciones (unos 380 euros al mes) supuso el 36,2% del salario de una persona joven. Seis puntos más de lo que habitualmente se recomienda y de lo que la ley estatal de vivienda señala como límite de unas condiciones asequibles.
La perspectiva de comprar una casa también se complica. Las viviendas a la venta se encarecieron un 5,3% en un año, hasta alcanzar de media los 184.230 euros. A pesar de ser inferior a los precios de la crisis inmobiliaria, alguien como Ana debería ahorrar durante casi cuatro años y medio su salario íntegro solo para poder pagar una entrada. Con este panorama tanto en alquiler como en venta, no es de extrañar que el año pasado cerrara con un 83% de la población joven sin poder independizarse. Es decir, que la tasa de emancipación se situaba en el 17%.
La cifra tiene dos lecturas. Por un lado, la tasa da signos de mejora al encadenar dos semestres consecutivos con repuntes y alcanzar el nivel más alto desde que estalló la crisis sanitaria en 2020. No obstante, ese 17% sigue siendo inferior a la proporción de jóvenes que vivían fuera de casa de sus padres en 2019 y es casi nueve puntos inferior a la tasa que había antes de que estallara la Gran Recesión de 2008. La brecha también es enorme respecto a los países vecinos, donde el porcentaje está casi 15 puntos por encima.
En 2023, la fortaleza del mercado laboral jugó a favor del sector más joven del país: el salario mediano en esta franja creció un 4% respecto al año previo, hasta los 12.609 euros netos anuales. Mientras, el paro cayó algo más de un punto hasta el 21,2%. No obstante, los actuales problemas de accesibilidad de la vivienda opacan estos avances y condicionan que la gente abandone el seno familiar cada vez más tarde. Los últimos datos muestran que la edad media de emancipación alcanzó los 30,4 años, es decir, que ya habían superado lo que los expertos consideran la juventud. En el resto de Europa dicha edad se sitúa en los 26,3 años, según Eurostat.
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