Su vecino lo timaba con la calefacción central
La instalación masiva estos días de repartidores de costes está sacando a la luz la existencia de pisos cuyos dueños habían colocado más radiadores sin permiso
Los contadores o repartidores de costes, esos pequeños aparatos que deben instalar las comunidades de vecinos con calefacción centralizada para poder acogerse a la nueva tarifa regulada del gas, han levantado algunas alfombras provocando la crispación de los propietarios.
Primero, por haber sacado a la luz el timo de los radiadores. En algunos foros vecinales, este asunto está acaparando la conversación. “Una de las ...
Los contadores o repartidores de costes, esos pequeños aparatos que deben instalar las comunidades de vecinos con calefacción centralizada para poder acogerse a la nueva tarifa regulada del gas, han levantado algunas alfombras provocando la crispación de los propietarios.
Primero, por haber sacado a la luz el timo de los radiadores. En algunos foros vecinales, este asunto está acaparando la conversación. “Una de las cosas curiosas de instalar repartidores de costes de calefacción es cuando te das cuenta de que muchos vecinos habían aumentado la potencia instalada con más radiadores o más grandes a costa del resto de los vecinos. En algunos casos, habían hasta doblado la potencia instalada. Y luego, el coste del gas lo pagaban todos por igual. Cuánto caradura suelto”, denunciaba José Hermosilla en un chat vecinal alojado en una red social hace unas semanas.
Por desgracia, es una práctica muy habitual. “Algunos vecinos reforman sus viviendas y por estética y por tener mayor confort aumentan el número de radiadores, cambian los existentes por otros de diferente poder calorífico e, incluso, introducen radiadores donde no había, como en balcones y terrazas que se han cerrado”, señala Peio Mendia, tesorero del Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas.
Verónica A. Arribas, administradora de fincas colegiada de Madrid, cuenta que hay residentes que al ir a casa del vecino a pedir o consultar algo se han dado cuenta de que había un radiador nuevo en el pasillo o en el recibidor, una obra que no le constaba a la comunidad. “Esto distorsiona el funcionamiento del sistema y en algún caso ha perjudicado la llegada de calor a los pisos más alejados al perderse más calor por el camino del que debiera”, dice Mendia.
Es muy complicado percatarse de semejante abuso y mucho más probarlo. En este caso, el camino más lógico es recurrir a la mediación con el vecino para que asuma el engaño y permita que un técnico verifique el aumento de potencia. “La comunidad debe modificar los coeficientes de calefacción para que los vecinos que han añadido radiadores paguen más”, sostiene Arribas. Este coeficiente se calcula en función de los módulos que tiene cada radiador. Otra opción para José Hermosilla y los vecinos afectados es la vía judicial para reclamar el dinero abonado de más, pero sin pruebas de cuánto se ha consumido y pagado y desde cuándo, tienen las de perder. Con los repartidores de costes, el timo tiene los días contados, ya que estos aparatos leen y cobran el consumo de todos los radiadores, los de origen y los nuevos que se han colocado sin consentimiento. Cada vecino paga por lo que gasta.
La otra alfombra se ha levantado cuando han llegado las primeras facturas, ya con repartidores de costes instalados. Durante años los residentes han hecho un mal uso de la calefacción central, acostumbrados a abrir las ventanas en pleno invierno e ir por la casa con camiseta porque, al fin y al cabo, el gasto se repartía entre todos. “Ahora quien tiene que organizar horarios y temperaturas es el propietario”, dice Arribas. Y eso parece que está escociendo.
Además, una vez puestos los dispositivos, la factura se desglosa y ahora aparecen unos costes fijos que siempre han existido, aunque antes quedaban integrados y diluidos en la factura. “Nadie sabía lo que pagaba”, indica Ignacio Abati, consejero delegado de la empresa Ista. Esto ha despertado las críticas de muchos vecinos: “Con los repartidores se paga más”, dice un usuario de un foro. “¿Por qué me llega la factura si tengo los radiadores cerrados?”, se pregunta.
La cuestión es muy simple. La calefacción tiene unos costes fijos por la disponibilidad del servicio, como ocurre con la luz o el agua. También por las pérdidas energéticas, el mantenimiento y el consumo eléctrico. “Esos gastos no son individualizables”, dice Abati. Aunque no haya consumo, se cobra un importe, que suele ser entre el 25% y el 50% de la factura (suele fijarse en el 30%). “No están pagando más, pero ahora ven cada concepto. Esa parte del gasto del servicio se debe seguir pagando entre todos. El resto es consumo y cada vecino debe abonar su parte”, dice Carmela Lavandeira, vicepresidenta del Colegio de Administración de Fincas de Galicia.
El mercado de los repartidores de costes para calefacción crece desde 2020, cuando se publicó el real decreto que obliga a que antes del 1 de mayo de 2023 todas las viviendas con calefacción central cuenten con dispositivos de medición. Pero ha sido ahora, cuando el Gobierno los exige antes de septiembre de 2023 para acogerse a la tarifa reducida, TUR 4, cuando se vive un bum. “La demanda se ha multiplicado por 10. Se instalarán entre cuatro y seis millones de repartidores de aquí a septiembre”, calcula Luis Cid-Fuentes, presidente de la Asociación Nacional de Instaladores de Repartidores de Costes de Calefacción (Arnica) y consejero delegado de Gomez Group Metering.
Demanda cubierta
Aunque puede haber dificultades puntuales, de momento, el suministro está garantizado por los dos centenares de empresas instaladoras que existen en España. “Llevamos muchos años preparándonos, es un reto y un esfuerzo inmenso, pero tenemos capacidad”, quiere dejar claro el ejecutivo de Ista, que instala unos 600.000 dispositivos al año en España. La lista de espera desde que se contratan los trabajos ronda los dos meses de media.
Los precios no han subido por ahora, aunque en Arnica reconocen que se encarecerán en los próximos meses. Los repartidores de costes se suelen colocar en cada uno de los radiadores de la vivienda (en edificios antiguos puede ser necesario un contador por vivienda) y la fórmula usada en el 98% de las fincas es el alquiler: 50 céntimos al mes por unidad, que incluye lectura y mantenimiento. Si se quiere comprar, cada aparato cuesta unos 20 euros. “Los repartidores dan una información al usuario que hasta ahora no tenía: dónde, cuándo y cómo consume su calefacción para poder tomar decisiones de ahorro diario”, dice Abati.
Para acceder a la TUR 4 solo es necesario convocar una junta de vecinos y aprobar la colocación de contadores. Ahora bien, antes del 30 de septiembre debe entregarse a la compañía energética el certificado de la instalación. Desde la asociación avisan a los vecinos de que no lo dejen para el último momento porque es posible que las empresas no puedan garantizar el servicio ante el aluvión de trabajos y, en ese caso, tendrán que devolver el dinero. Cid-Fuentes recomienda no dejarlo para más allá del 30 de marzo.