Enagás dibuja el futuro del hidrógeno verde

La empresa abre una consulta para pedir proyectos concretos que encajen en la red de 3.800 kilómetros de transporte de esta energía renovable que presentó en enero

Planta de regasificación de El Musel-Enagás, en Asturias.

Enagás, la empresa gestora del sistema gasista, va a analizar durante dos meses si producir, transportar y vender hidrógeno verde —a partir de energía renovable— es un negocio sólido. La compañía solicitará en una consulta no vinculante dirigida a productores, comercializadores y consumidores de hidrógeno, proyectos concretos para comprobar si encajan en la red de 3.800 kilómetros de transporte que presentó en enero. Algo así...

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Enagás, la empresa gestora del sistema gasista, va a analizar durante dos meses si producir, transportar y vender hidrógeno verde —a partir de energía renovable— es un negocio sólido. La compañía solicitará en una consulta no vinculante dirigida a productores, comercializadores y consumidores de hidrógeno, proyectos concretos para comprobar si encajan en la red de 3.800 kilómetros de transporte que presentó en enero. Algo así como certificar que la piscina tiene agua antes de la zambullida y que hay encaje entre una oferta que está en mantillas y una demanda desconocida. La compañía, con la gestora BlackRock, Pontegadea (Amancio Ortega) y el Estado (a través de la SEPI ) como grandes accionistas, se juega un sueño: mantener el tipo en un mercado donde su fuente de beneficios —el gas natural— pierde fuelle por su carácter contaminante y asegurar su papel de vigilante del sistema (TSO, Transmission System Operator) con cuatro interconexiones en la península Ibérica y Europa orientadas a convertir a España en el gran centro (hub) del hidrógeno verde en el continente.

El objetivo es desplegar 3.800 kilómetros en tubos en dos ramales. Uno, valorado en 1.650 millones, corresponde al eje de Cantabria, Ebro y Levante; el otro ramal, de 2.275 millones, conectará por la Ruta de la Plata los polos andaluces del hidrógeno con Puertollano y Galicia. Hay otros 580 millones para un almacenamiento en el Cantábrico y 590 millones para otro en el País Vasco. Importe total del sueño: 5.100 millones. Todo vinculado y bajo el paraguas del Proyecto Estratégico para la Recuperación Económica y Transformación (PERTE) de Energías Renovables, Hidrógeno Verde y Almacenamiento (ERHA), aprobado por el Gobierno en 2021; un plan para asignar más de 6.900 millones de euros en fondos públicos a proyectos innovadores de energía verde y para movilizar cerca de 9.500 millones del sector privado.

Como en el parchís, la partida del hidrógeno, el santo grial de la transición energética, se libra en colores. Hay hidrógeno gris, que se produce con hidrocarburos —gas natural, metano— e hidrógeno verde, no contaminante, producido únicamente con energías renovables. Hoy por hoy, el 99% del hidrógeno que se produce en España, importante para el refino y el sector químico, es gris. Son medio millón de toneladas al año. Sólo producen hidrógeno renovable en pequeños proyectos de Iberdrola, Acciona y Fertiberia.

Rafael Cossent, codirector de la Cátedra de Estudios sobre el Hidrógeno de la Universidad Pontificia de Comillas, sitúa el momento. “Hay más de 100 proyectos para producir hidrógeno en España. En los últimos dos, tres años, hubo un auge ligado al PERTE EHRA. La cuestión es cuántos de ellos conseguirán avanzar. Es pronto para decirlo. Ha habido un bum en el lado de la producción, pero de nada sirve si no hay quien lo consuma”. Enagás trata de despejar dudas. Expertos en energía como Javier García Breva (N2E), sostienen que “las apuestas por el hidrógeno comenzaron antes de la invasión rusa de Ucrania y se plantean como las inversiones gasistas, sin estudios de demanda, sin financiación garantizada y sin despejar las dudas sobre su viabilidad”. Algo así como empezar la casa por el tejado. Cossent matiza: “Más que un tejado es una cadena, con producción transporte y consumo; la cuestión es qué desarrollar antes”.

Letra y melodía

Quienes cuestionan los marcos de Bruselas y del Gobierno de España creen que la canción que suena no es nueva. La letra parece distinta, pero la melodía apunta a que las grandes compañías energéticas han iniciado un nuevo ciclo inversor similar a los de la nuclear y el gas para sustituir viejos activos y optimizar beneficios. Un dato: los tubos por los que fluye el gas natural no sirven para transportar hidrógeno. En el último informe de Bruselas sobre el tema, la Comisión se inclina por redes específicas para el hidrógeno. Enagás, que gestiona 11.000 kilómetros de tubos, relativiza el problema. Según sus estimaciones, el trazado de los gasoductos que controla coincide en más del 80% con los nuevos hidroductos proyectados, lo que supondrá un notable ahorro en la solicitud de permisos y en expropiaciones.

Francisco Espinosa, socio director de la Asociación de Consumidores de Electricidad (ACE) centró la cuestión durante su intervención en una reciente mesa redonda sobre energía organizada por KPMG: “Las renovables, el hidrógeno por ejemplo, viajan mal”, aseguró. Puede costar más moverlo que producirlo. Y eso se traduce en euros. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) lo sabe. Su presidenta, Cani Fernández, advirtió a principios de año sobre el riesgo de sobredimensionar las infraestructuras del hidrógeno. Porque puede encarecer los precios, dañar la competitividad y hacer un nuevo agujero en el bolsillo de los consumidores.

Nadie quiere quedarse al margen del negocio. El plan revisado de despliegue de renovables (PNIEC) contempla que España llegue a 2030 con una potencia para producir hidrógeno verde de 11.000 MW. Es el triple del objetivo que se planteaba en la Hoja de Ruta del Hidrógeno aprobada previamente y está en línea con el plan de la UE para producir hasta 10 millones de toneladas de hidrógeno renovable en 2030. Enagás está contenta. Su consejero delegado Arturo Gonzalo se felicita: “Se ha recibido el apoyo del 90% de las empresas productoras, distribuidoras, asociaciones y centros de investigación vinculados con el sector del hidrógeno, y también de empresas que representan más del 95% del consumo actual de hidrógeno de España”, asegura.

Pero hay luces y también hay sombras. Endesa es una prueba. La eléctrica que controla la italiana Enel planea generar hidrógeno verde utilizando energía eólica en la antigua central térmica de As Pontes (A Coruña). Pero el plan está en el aire porque los permisos para instalar plantas eólicas con las que alimentar el proyecto se retrasan. La compañía condiciona la viabilidad del plan a la potencia eólica que se instale en el entorno. Oficialmente, no hay comentarios. Así son las cosas. España puede ser un gran centro logístico del hidrógeno, siempre que se acompañe de un desarrollo eficiente de proyectos renovables. La ecuación parece sencilla: cuanto más hidrógeno verde se quiera producir, más renovables se necesitarán. Fácil de decir, difícil de hacer.


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