El clima hace un roto a las aseguradoras
Las entidades suman pérdidas de 100.000 millones al año en el mundo por los fenómenos meteorológicos adversos
Los fenómenos climatológicos adversos en los últimos años son una realidad difícil de cuestionar. Los pagos del sector asegurador por lluvia, granizo, sequía o viento se han disparado en el último lustro. El salto cualitativo más importante se ha producido en el seguro agrario. En 2016, se abonaron en España por los siniestros del campo 485 millones de euros y en 2017 la cifra se elevó hasta los 734 millones, y en los sucesivos años no ha bajado de los 616 mill...
Los fenómenos climatológicos adversos en los últimos años son una realidad difícil de cuestionar. Los pagos del sector asegurador por lluvia, granizo, sequía o viento se han disparado en el último lustro. El salto cualitativo más importante se ha producido en el seguro agrario. En 2016, se abonaron en España por los siniestros del campo 485 millones de euros y en 2017 la cifra se elevó hasta los 734 millones, y en los sucesivos años no ha bajado de los 616 millones hasta llegar a 2023, cuando se marcará un récord de 1.154 millones, según comenta Sergio de Andrés, director general de Agroseguro. “Hasta agosto los pagos han sumado 970 millones de euros”, indica.
Fuera del campo, el tan repetido cambio climático también ha hecho mella en los siniestros. En 2016, las aseguradoras pagaron 609 millones de euros en España por fenómenos relacionados con el clima y en 2020 la cifra se disparó hasta los 970 millones. Desde Mutua Madrileña explican que en los últimos años han constatado “un incremento en la intensidad de los fenómenos atmosféricos adversos que han tenido una repercusión evidente tanto en los ramos de auto, como en el de hogar y asistencia”. Y añaden: “Si comparamos los nueve primeros meses de este año con los de 2022, el incremento en siniestros derivados de la actividad climática supera ampliamente el 100%”.
Este fenómeno no es exclusivo de España, sino que es global. El informe anual de la reaseguradora Swiss Re indica que las pérdidas aseguradas globales por desastres naturales ascendieron a 125.000 millones de dólares en 2022, muy por encima de los promedios de los últimos cinco años (110.000 millones de dólares) y 10 años (81.000 millones de dólares), con cifras ajustadas a la inflación. Sin duda, los últimos años dan cuenta de la aceleración del proceso: el total anual de pérdidas aseguradas por catástrofes naturales en el mundo ha superado la marca de los 100.000 millones de dólares, cinco veces más que en 1970, y tres veces más en los últimos seis años.
Las consecuencias para las aseguradoras de este incremento de las catástrofes naturales se están viendo, sobre todo, en el mundo del reaseguro, donde las primeras buscan distribuir riesgos y limitar responsabilidades mediante un contrato con una reaseguradora. Desde Mapfre Re, Javier San Basilio, director general adjunto, apunta a que el incremento de siniestros climatológicos ha provocado un endurecimiento de las condiciones de las reaseguradoras hacia las aseguradoras. “En general, a todas las aseguradoras se les ha subido el precio de sus reaseguros y, en algunos casos, se han limitado las coberturas. A este incremento de la siniestralidad se ha sumado en el último año la fuerte subida de los precios”, reconoce. Unos mayores costes para el sector en los que abunda Arturo López Linares, director de Siniestros de AXA España: “El impacto del cambio climático, además, es evidente en los costes del reaseguro o en decisiones como la vivida hace unos meses en EE UU, donde hay zonas de California en las que varias compañías han manifestado que no harán seguros por el impacto de los incendios”, explica.
Pero las aseguradoras cuentan en España con amortiguadores que hacen más llevadero el aumento de siniestros. El Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) y Agroseguro permiten que los riesgos se compartan entre el sector. El CCS es un organismo público adscrito al Ministerio de Asuntos Económicos, aunque se financia con el dinero privado (una parte de la prima del seguro que pagan en su recibo se destina al Consorcio). Cubre los destrozos causados en viviendas, locales comerciales, naves industriales y automóviles por las inundaciones provocadas por la lluvia, el deshielo, los lagos, el desbordamiento de ríos y los embates del mar. También en el caso de desperfectos causados por vientos superiores a los 120 kilómetros por hora o tornados. Sin embargo, no se ocupa de aquellos derivados, entre otros fenómenos, del granizo, la nieve y las heladas, que corren por cuenta de las compañías de seguros. Eso sí, para beneficiarse de los pagos del Consorcio el afectado debe tener contratado un seguro. De lo contrario, no percibirá nada. Como indica Arturo Pérez Linares, “es un instrumento que reduce el impacto financiero directo en las compañías que, por su parte, sí gestionan directamente todos aquellos daños que no superan los rangos, por ejemplo, de lluvia o viento”. Aunque oscila cada año, en los siniestros climáticos las aseguradoras pagan en torno al 75% y el CCS, el 25%.
Pesadilla agrícola
El campo es, sin duda, el gran perjudicado del incremento de las catástrofes climáticas. Agroseguro reúne a 17 compañías aseguradoras que ofrecen de forma conjunta un producto de seguro para agricultores y ganaderos. El director general de este organismo indica que en la nueva realidad climática los fenómenos adversos son más intensos y extensos, y además se producen fuera de la época habitual. “Históricamente, el pedrisco es el fenómeno atmosférico con mayor siniestralidad, aunque ahora está creciendo mucho la sequía. Antes, la falta de agua se producía cada siete o 10 años y ahora es frecuente cada tres o cinco años. Este año la sequía ha sido la partida más importante con un coste de 470 millones de euros”, explica. De los productos agrarios, los frutales (80%) y el cereal (70%) son los de mayor cobertura de seguro, mientras que el olivo se sitúa en último lugar, entre el 10% y el 12% de las plantaciones.
La clave de esta sociedad privada es, por un lado, el coaseguro, donde comparten el riesgo 17 aseguradoras privadas, y, de otro, el reaseguro, a través del Consorcio de Compensación de Seguros (CCS). El Consorcio participa en los pagos cuando hay un exceso de siniestralidad. “Un sistema de cobertura que quieren imitar otros países y que nos sitúa junto con Canadá y EE UU entre los mejor valorados del mundo”, explica Sergio de Andrés. Nuevamente, la participación del Consorcio evita las pérdidas de las aseguradoras, aunque el director general de Agroseguro apunta que no es un seguro para enriquecer a las aseguradoras: “Tampoco tendría sentido ya que está subvencionado”.
El negocio del reaseguro
El director general adjunto de Mapfre Reaseguros, Javier San Basilio, destaca el fuerte impacto que en estas compañías que comparten riesgos con las aseguradoras está teniendo el cambio climático. “Las cuentas de las reaseguradoras funcionan con unos ingresos de 100, menos los gastos y menos los siniestros, y ahí está tu margen, con independencia del negocio financiero. En los últimos cinco años, el incremento de la siniestralidad ha elevado a las reaseguradoras el coste por encima de 100”. Eso explica el incremento de los contratos a las aseguradoras, antes mencionado, y la limitación de algunos riesgos.
Ahora bien, San Basilio considera que cada empresa es una historia distinta. “Las hay que solo se dedican a catástrofes y ahora están sufriendo más, y ganan más dinero cuando no las hay. En Mapfre hemos logrado no perder dinero ningún año: tenemos un perfil de riesgo más moderado, y en los años buenos no nos va tan bien, y en los malos no nos va tan mal. Además, tenemos una cartera de seguro diversificada geográficamente por todo el mundo y con otros productos, como el ramo de vida, automóviles, etcétera”, concluye.
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