El futuro de las infraestructuras regenerativas
Un evento organizado por EL PAÍS y Acciona analiza la búsqueda de soluciones a sistemas diseñados con armonía y sostenibilidad
Repensar el mundo implica considerar características como la imitación de la naturaleza, la racionalidad espacial, la durabilidad y la eficiencia en las instalaciones físicas, desde carreteras y puentes hasta redes de telecomunicaciones y sistemas de suministro de agua y energía. Las infraestructuras regenerativas parten de este principio fundamental, pero su alcance es más amplio. Buscan restaurar el equilibrio en los ecosistemas en lugar de simplemente minimizar su impacto. “Nos enfrentamos a un cambio de paradigma en la concepción de infraestructuras”, afirmó Juan Pedro Fernández Palomino, ...
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Repensar el mundo implica considerar características como la imitación de la naturaleza, la racionalidad espacial, la durabilidad y la eficiencia en las instalaciones físicas, desde carreteras y puentes hasta redes de telecomunicaciones y sistemas de suministro de agua y energía. Las infraestructuras regenerativas parten de este principio fundamental, pero su alcance es más amplio. Buscan restaurar el equilibrio en los ecosistemas en lugar de simplemente minimizar su impacto. “Nos enfrentamos a un cambio de paradigma en la concepción de infraestructuras”, afirmó Juan Pedro Fernández Palomino, director general de Carreteras del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible. “Ya no es suficiente mejorar la conectividad, debemos adaptarnos a un nuevo contexto”. En un encuentro organizado por EL PAÍS en colaboración con Acciona, Fernández señaló que el cambio climático está sometiendo a las infraestructuras a pruebas severas, desafiando su capacidad para resistir y adaptarse a fenómenos meteorológicos cada vez más impredecibles.
“Estamos experimentando una tensión notable en la resiliencia de nuestras infraestructuras. Las condiciones para las que fueron diseñadas están cambiando, y estamos viendo impactos significativos en nuestra vida diaria”, advirtió. Ante esta realidad, se está explorando el desarrollo de sistemas y redes de alerta temprana que puedan anticipar y mitigar los eventos climáticos. “Es crucial adelantarse a dónde y cuándo surgirán los problemas para poder tomar medidas”, señaló. El impacto económico de estos eventos extremos es relevante. Según estimaciones de la UE, entre el 30% y el 50% de los costes de conservación de las infraestructuras se destinarán a revertir los efectos de estos fenómenos.
Durante el encuentro, Julián Núñez, presidente de la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras (Seopan), destacó que nos enfrentamos a dos realidades que coexisten. Por un lado, a pesar de la importante recuperación experimentada en los últimos años, todavía la economía siente algunos de los efectos de la crisis financiera de 2008.
“Esto ha generado un déficit. En España, por ejemplo, estimamos que tardaremos una década en recuperar el nivel de inversión pública que teníamos en 2009″, recalcó. Solo en inversiones para modernizar las infraestructuras ya existentes se requieren unos 100.000 millones de euros a medio plazo, según adelantó Núñez a partir de un estudio que Seopan publicará próximamente. “La construcción de una red adecuada de electrolineras con energía renovable en las vías de gran capacidad y convencionales, bajo la titularidad estatal y autonómica, requerirá una inversión cercana a los 6.000 millones de euros. En cuanto a la digitalización, España necesitará una infraestructura robusta de redes 5G, lo que conlleva una inversión de aproximadamente 2.400 millones de euros para la red de autovías”, detalló.
En el ámbito del transporte ferroviario de mercancías, el reto es también significativo. “Para alcanzar el objetivo del 30% de cuota de mercado para el transporte ferroviario, necesitaremos una inversión estimada en 30.000 millones de euros. En el ámbito del agua, en lo concerniente a la depuración y desalinización, que constituye el 2% del consumo energético nacional, se requiere una inversión de más de 2.600 millones de euros para dotar a estas infraestructuras de energía renovable, particularmente a través de la fotovoltaica. Además, la reposición de las redes de agua en las ciudades, que tienen más de 40 años, requerirá una inversión de aproximadamente 10.000 millones de euros”, dijo.
Para David Jiménez, jefe de departamento del área de construcción de Acciona, en este cambio hacia las infraestructuras regenerativas es fundamental la colaboración público-privada: “Permite mejorar los diseños, incorporar innovaciones y nuevas tendencias en la construcción, así como facilitar la financiación para megaproyectos”. Jiménez invitó a la Administración a explorar modelos más colaborativos, donde se distribuyan los riesgos y los beneficios de manera equitativa. “Hay ejemplos exitosos en otras latitudes, como los contratos de precio objetivo o los de precio máximo garantizado, que incluyen una bolsa para contingencias. Estos modelos fomentan una relación más transparente durante la construcción y, en última instancia, permiten la entrega de infraestructuras a un costo menor y en un tiempo de ejecución más rápido”.
Daño previo
La infraestructura regenerativa, de acuerdo con Karolina Mlodzik, directora de Infraestructuras de Deloitte, va más allá de la sostenibilidad convencional. “No se trata solo de usar materiales amigables con el medio ambiente y minimizar el daño durante la construcción, sino de reparar el daño previo causado al entorno”, recalcó. El proyecto de Madrid Nuevo Norte, una operación urbanística de 3.356.196 metros cuadrados, es un ejemplo de este enfoque. Esta iniciativa integrará los barrios del norte, regenerará áreas e infraestructuras en desuso para beneficio comunitario y buscará reducir el impacto en el territorio y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
“Se consideran aspectos como la conectividad de oficinas, la integración de redes de autobuses y metro, e incluso la creación de vecindarios donde todo esté a 10 minutos de distancia, como se ha implementado con éxito en King’s Cross [en Londres]”, explicó Mlodzik. “Además, se busca mejorar el entorno urbano en su conjunto. Si a lo largo del proceso podemos contribuir a reducir la temperatura, aumentar las áreas verdes y proporcionar más sombra en la ciudad, será un beneficio adicional invaluable”, concluyó.
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