Fernando Prieto (HomeServe España): “Me hubiera gustado cocinar para Winston Churchill. Él pondría el whisky y el puro”
El consejero delegado de la compañía disfruta de casi todos los placeres sencillos de la vida, como beber una cerveza o estar con amigos
Fernando Prieto (58 años, Nápoles), consejero delegado de Homeserve España, compañía especializada en el cuidado y mantenimiento del hogar, ha encontrado la fórmula de la felicidad. Le bastan unas cervezas y una buena comida con sus amigos y familia para mantener su equilibro vital y recobrar fuerzas. Su propia casa, a la que han bautizado como El Sarao, se ha convertido en el centro de esas continuas celebraciones, en las que él mismo se pone al mando de los fogones.
Pregunta. ¿Qué tres adjetivos cree que le definen mejor?
Respuesta. Quiero pensar que honesto, positivo y estoy convencido de que soy peleón.
P. ¿Cuáles son sus pasiones?
R. Casi todos los placeres sencillos. Me gusta la comida, me apasiona la cerveza y todo lo que la cerveza supone, como estar con los amigos. Me gusta abrir una botella de vino bueno y ese compartir y esa charla es probablemente lo que más me gusta del mundo. No es demasiado elaborado, pero bueno... Eso es lo ideal, juntarme con mucha gente. Le diré que mi casa se llama El Sarao porque está pensada para reunirme con mi familia, con mis amigos y tratar de tener la mayor cantidad de gente por allí danzando, tomando una cerveza, riéndonos y disfrutando. Probablemente, lo que mueve toda mi vida y todo lo que hago profesionalmente esté encaminado a poder disfrutar luego de esos momentos.
P. ¿Cocina?
R. Mucho y bien. En mi casa la cocina es mía, desde el café de la mañana o un huevo frito hasta cosas más elaboradas, como un cordero o un pescado al horno de leña fabuloso. Yo me compro las sartenes y a veces me gasto tal cantidad de dinero que mi mujer me dice que estoy un poco loco. Disfruto mucho.
P. ¿Cuál es el plato que mejor le sale?
R. Le diría que el que mejor me sale son unas carrilleras al vino tinto, pero estoy profesionalizando mucho algunos arroces. Ya soy capaz de hacer arroz bien hecho para 30 personas.
P. ¿En su nevera siempre hay algo de comer y de beber?
R. Siempre. La nevera siempre llena y, de hecho, tengo una nevera solo para cerveza. Siempre hay un queso o lo que sea. Siempre se puede poner algo en la mesa y tomar algo.
P. ¿A qué personaje histórico o actual le gustaría dar de comer o con quién compartiría una cerveza?
R. Si fuera histórico, yo creo que con Winston Churchill. Estoy convencido de que yo le daría bien de comer, y él pondría el whisky y el puro. Tendríamos una sobremesa fabulosa. Si fuera actual, pensaría en una mesa grande con gente muy distinta, con opiniones completamente distintas, que discutieran entre ellos mucho y bien. Juntaría a Joaquín Sabina y Ana Patricia Botín. Yo creo que el rato que pasaría con Sabina sería único. Si tengo que elegir solo a uno sería él, me encantaría conocerle.
P. ¿Qué música le gusta?
R. Toda, pero es la música española de los años 80 la que nos hace cantar y pasar un buen rato. Y Sabina es mi number one (número uno).
P. ¿Es bailongo?
R. Sí. Bailó mal, pero me gusta bailar siempre que puedo.
P. ¿Qué cree que piensan de usted todos estos amigos que van a su casa?
R. Creo que le dirían que soy majete. Y si hablara más en serio con ellos quiero pensar que le dirían que saben que les quiero mucho y que tengo una dependencia importante de ellos, de mi entorno y de mi gente, para mantener mi equilibrio vital. Es decir, si me sacara de mi entorno y me llevara a vivir fuera, estoy seguro de que durante un tiempo sería una persona más débil.
P. ¿Cómo desconecta?
R. Yo creo que desconectar del trabajo tiene un componente de cliché. Es decir, por la tipología de trabajo que tengo ahora y que he tenido en los últimos años, no puedes desconectar. Ni siquiera quieres desconectar del todo. Quiero decir, estás cuidando una cosa viva y no es nada sencillo desconectar. Supongo que me pasa lo mismo que con mis hijos. Es decir, si tienes una época mala con ellos, no puedes decir ‘voy a desconectar de mis hijos’. Bueno, pues te aguantas y sigues, ¿no? Yo le diría que no desconecto del trabajo. Lo que sí trato de hacer es gestionar la intensidad y lo que más me relaja o lo que más me permite estar fuerte al día siguiente vuelve a ser mi entorno, mis amigos, unas cervezas, charlar, reírme...
P. ¿Cómo se cuida?, ¿hace algún deporte?
R. No soy un deportista nato, no lo he sido nunca, pero digamos que ahora hago todo el deporte que puedo por salud. Intento poner tres o cuatro veces por semana el corazón a 120 o 130 pulsaciones con la bicicleta estática o con paseos o tratando de jugar al golf, que llevo 25 años intentando aprender y no hay forma.
P. ¿A qué le hubiera gustado dedicarse?
R. Es fácil de responder, porque vengo de familia de pilotos, mi padre era un piloto y, de hecho, mis dos hermanos son pilotos y gran parte de mis sobrinos lo van a ser. Yo tenía un problema de visión y tuve que descartar esa opción, con lo cual si tuviera una varita mágica y pudiera cambiar y volver atrás, probablemente lo hubiera probado.
P. ¿Cuál es el rasgo de su personalidad del que más orgulloso se siente?
R. Me siento muy orgulloso de la intensidad con la que quiero a los míos y cómo trato de protegerles, hacerles felices, ayudarles. Eso me gusta.
P. ¿Se considera una persona feliz?
R. Absolutamente. Porque tengo una mujer y unos hijos que me hacen feliz y que son básicos en mi vida. Tengo una familia maravillosa, tengo amigos, tengo salud. Y por si fuera poco tengo un trabajo que me gusta y que me permite alcanzar más cosas de las que yo hubiera soñado. Creo que si no digo que soy absolutamente feliz, estaría planteándole un reto tremendo a la vida.
P. ¿Cuál es película favorita?
R. Nunca he experimentado unas emociones tan fuertes y tan duras como las que experimenté con La lista de Schindler. La he visto como seis o siete veces y siempre descubro cosas nuevas y se me hace un nudo aquí.
P. ¿Y el libro?
R. Hay un libro que me parece absolutamente maravilloso que es Esperando a Mister Bojangles. Es una historia de amor, cortita y preciosa. Recuerdo que lo leímos mi mujer y yo en unas vacaciones, íbamos en un tren. Y entonces yo cogí el teléfono, busqué la canción de Mr. Bojangles, de Nina Simone, y cuando se la puse, después de haber leído el libro, empezó a llorar como una magdalena.
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