Ahora que estamos ya inmersos en el curso escolar, es el momento de retomar las buenas costumbres y la dieta saludable, a veces algo aparcada durante el verano. Y hay que hacerlo en adultos pero también en adolescentes y, sobre todo, en niños. Un estudio científico internacional publicado por el European Journal of Clinical Nutrition muestra que los peques de la familia no toman las cantidades recomendadas de determinados nutrientes que resultan esenciales para asegurar un buen desarrollo tanto físico como cognitivo.
Lo explica Cristina Campoy, una de las autoras del estudio y única miembro española del Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica: “La dieta de los niños españoles tiene un contenido energético más alto del recomendado, y es más rica en grasas y proteínas de origen animal respecto a las recomendaciones para la edad y sexo. Además, muchos niños consumen una dieta con bajo contenido nutricional pero alta en grasas y azúcares”.
Los nutrientes que más se echan en falta en la dieta de los niños españoles de entre uno y tres años son el Hierro, el Omega 3 DHA, la vitamina D y el ácido fólico. Campoy relaciona este déficit directamente con una alimentación desequilibrada. “El 64,4% de los niños no alcanzaron las recomendaciones para su edad y sexo de hierro, el 40% no lo hicieron para el ácido fólico y el 100% no alcanzaron las recomendaciones de vitamina D”. Campoy recalca que estos cuatro elementos son esenciales en la dieta de los menores. Los ácidos grasos poliinsaturados —en concreto el Omega 3 DHA— son muy importantes para el correcto crecimiento y desarrollo de los niños. El Hierro tiene un papel fundamental en el desarrollo cognitivo. Y la vitamina D es esencial en la regulación del metabolismo del calcio y del fósforo, manteniendo la salud ósea, y en el caso de los niños estimulando y facilitando una adecuada aposición de calcio en los huesos durante el desarrollo. También se ha observado que tiene un importante efecto positivo sobre el desarrollo motor.
Uno de los métodos más prácticos de aumentar la ingesta de esos nutrientes es consumir más leche. El Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátricas (ESPGHAN), recomienda para los niños una ingesta de leche de 500 ml/día. Por otro lado no aconsejan que sea más elevada. La solución se podría encontrar en la leche adaptada o leche de crecimiento. El acta pediátrica Leches de crecimiento en la alimentación infantil las define como preparados similares a las fórmulas de continuación, o modificadas en cierto grado el cuerpo graso, tanto en cantidad –disminuyéndolo– como en calidad, retirando parte de la grasa y sustituyéndola por grasa monoinsaturada o suplementándola con ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga. “Es una alternativa útil y práctica para incorporar nutrientes en la alimentación del niño, porque la leche ya está en la dieta del niño cada día”, asevera Cristina Campoy.
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