Contigo en la salud, pero no con el cáncer de mama: “Ni a un perro enfermo se le abandona así”
Tres mujeres cuentan cómo se lucha contra la enfermedad y el abandono de tu pareja
El cóctel es explosivo: diagnóstico de cáncer de mama, tratamientos agresivos y fallo en la relación de pareja. "No es habitual, pero tampoco infrecuente", dice el doctor Jorge Fernández Delgado, presidente de la Asociación Española de Reconstrucción Mamaria Inmediata. Un estudio realizado en Nigeria y publicado en la revista Psycho–Oncology en 2010, examinó el impacto psicosocial del cáncer de mama en 80 mujeres casadas y reveló que tres años después del tratamiento el 38,3% estaban separadas. Pero estos resultados chocan frontalmente con los de otro trabajo más reciente y cercano a nuestra cultura, realizado con 134.435 mujeres finlandesas casadas, que no asocia riesgo de ruptura conyugal con el diagnóstico de cáncer de mama ni con los tratamientos.
¿Y en España? No existen estudios amplios. Un trabajo llevado a cabo en el Hospital Vall d'Hebron (Barcelona) con 29 pacientes para evaluar la imagen corporal femenina y la sexualidad en las mujeres con cáncer de mama, sí recoge en sus conclusiones que padecer esta enfermedad puede llevar a la ruptura de algunas parejas.
El cirujano Fernández Delgado, con más de 20 años de experiencia en la reconstrucción mamaria, revela que es algo que llevan en silencio: "Se sabe que sucede, pero no lo cuentan abiertamente". De hecho, varias de las mujeres contactadas para aportar su testimonio en este reportaje lo desestimaron porque no querían recordarlo: "Ni a un perro enfermo se le abandona, esto no se supera nunca", justificaba una de ellas. Y las que sí han accedido a hablar prefieren hacerlo desde el anonimato.
Más duro que los tratamientos
¿Por qué ocurre? "La vivencia del diagnóstico y el tratamiento del cáncer de mama es muy estresante y puede ser el detonante de la ruptura en relaciones que no son sólidas o que ya tenían problemas antes de la enfermedad", señala el doctor Álvaro Rodríguez Lescure, vicepresidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). La falta de implicación del varón en la enfermedad puede ser un desencadenante.
Es muy frecuente que, durante el proceso de la enfermedad, las mujeres sientan que sus parejas no las están acompañando como les gustaría, explica María José Lucas Cortés, psicooncóloga de la Asociación de Mujeres Afectadas por Cáncer de Mama de Elche y Comarca (AMACMEC), que suele atender a unas 200 pacientes al año: "Tiene que ver con el papel social, la mujer está más acostumbrada a cuidar y a estar pendiente de las personas con las que convive. Esta es una enfermedad que pone a prueba la relación de pareja, y muchas veces es la mujer quien se da cuenta de que no quiere continuar con su pareja porque no ha respondido como lo hubiera hecho ella". La experta estima que en su experiencia clínica puede haber un 10% de parejas que llegan a la ruptura. La cifra, que parece leve, se vuelve impactante cuando las afectadas cuentan sus experiencias.
"Durante todo el tratamiento solo me acompañó al médico en dos ocasiones"
A Esther (50 años y nombre ficticio) le diagnosticaron la enfermedad con 46 y el primer año de tratamiento sumó cirugía, quimioterapia, radioterapia y separación. "Recuerdo la ruptura más dolorosa que los mismos tratamientos. Antes del diagnóstico la relación no iba bien, pero desde que enfermé fue un rechazo continuo. Me vi sola y abandona, durante todo el tratamiento solo me acompañó al médico en dos ocasiones. Tenía tanta pena por no tener a mi pareja al lado, que ni me afectó la mastectomía. Cuando me dieron el alta tras la operación, tampoco acudió al hospital a buscarme. Al final, fue mi hijo pequeño el que se ocupó de mí: me duchaba, me vestía, me preparaba la comida… Mi pareja no trabajaba y podía haberlo hecho, pero no lo hizo. Fueron 31 años de convivencia, pero un día no aguanté más y le dije: fuera de mi casa y de mi vida".
José Miguel Rojas, psicooncólogo del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), que engloba a 61 asociaciones de pacientes, reconoce que este tipo de situaciones no le sorprenden en la consulta: "No es un problema frecuente, pero tampoco excepcional, tras un diagnóstico de cáncer de mama. Las causas son la enfermedad en sí, el hecho de que la sexualidad se aparque y los fallos en la comunicación".
"La enfermedad me abrió los ojos"
El caso de Marta (41 años y nombre ficticio) forma parte de una estadística soterrada a la que pertenecen todas esas mujeres cuyas emociones cambiaron al enfermar. Soportó ocho ciclos de quimioterapia, 30 sesiones de radioterapia, una cirugía y el proceso de separación.
"Antes del diagnóstico ya sufría malos tratos psicológicos y la enfermedad me abrió los ojos. Él sí me acompañaba al médico, pero era todo para aparentar, para que lo vieran junto a mí", cuenta Marta, y continúa: "Justo antes de ir a un ciclo de quimioterapia comenzaba a decirme que nos teníamos que separar; si me arreglaba para no tener mal aspecto, me decía que me gustaba exhibirme. Y tras los ciclos de quimioterapia, se iba de viaje y me dejaba sola con los niños y con los efectos secundarios". Marta, que actualmente se encuentra en tratamiento psicológico, decidió romper con 18 años de convivencia uno de esos días en los que él la amenazó con la separación.
No poder tener hijos tras los tratamientos es un factor detonante
El libro En el amor y en el cáncer (Fundación Más Que Ideas), dirigido a las parejas de los pacientes con cáncer, describe como muy común la afectación de la intimidad durante y después de los tratamientos, lo que repercute en la relación. Y cita el cáncer de mama, junto al ginecológico, como uno de los que más afectan al área sexual.
"Las dificultades que más frecuentemente suelen aparecer son la pérdida del deseo y cambios en la sensibilidad genital", dice textualmente. "Si hay problemas en la relación, lo más aconsejable es que la pareja busque ayuda en el psicooncólogo. Las señales de alerta son el cambio en la rutina que afecte a la actividad sexual y la falta de comunicación. Con frecuencia, la terapia consigue reconducir la relación de pareja", señala José Miguel Rojas. Este experto también apunta a otro factor como detonante de la ruptura: el hecho de no poder tener hijos tras los tratamientos con quimioterapia.
Justo lo que le ocurrió a M. J. C. (43 años). Le diagnosticaron la enfermedad con 40 años y durante el primer año de tratamiento (mastectomía y quimioterapia oral) tuvo que afrontar también la ruptura con su pareja: "Tenía la sensación de que él estaba conmigo porque le daba pena, y yo no estoy para dar pena a nadie, solo estoy para vivir. Noté un cambio en su actitud a raíz del diagnóstico, y la vida en pareja cambió. Él quería tener hijos y debido a la enfermedad yo no podía. Hacía comentarios habituales sobre su deseo de ser padre y no asumía el hecho de que no los tendríamos. Este fue el detonante que me hizo tomar la decisión de romper la relación. La enfermedad sirve para desenmascarar a la gente, ves quién te apoya y quién no".
"Pesa más la enfermedad en sí que la mastectomía"
La mastectomía supone una mutilación que conlleva un proceso de aceptación para la mujer. Los psicooncólogos consultados coinciden en que no es un factor determinante de ruptura para el hombre. "La mutilación puede provocar un rechazo en la pareja, pero no es el factor determinante en el deterioro conyugal, todos los estudios dicen que pesa más la enfermedad en sí que la mastectomía", explica el oncólogo Rodríguez Lescure.
Sí afecta a la autoestima de la mujer, de ahí que la mayoría de los expertos recomienden la restauración del pecho. Sin embargo, según apunta el doctor Jorge Fernández Delgado, experto en reconstrucción mamaria inmediata (se realiza en el mismo momento de la mastectomía). Solo se reconstruyen el pecho entre un 30 y un 40% de las mujeres, más de la mitad no lo hacen. "La mayoría de las pacientes quiere una reconstrucción inmediata, pero no siempre se puede, depende de factores médicos. Desde el punto de vista emocional, es lo mejor para ellas", concluye el psicooncólogo de GEPAC.
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