De Socuéllamos a las Lagunas de Ruidera: entre vinos y humedales en Castilla-La Mancha
Tras visitar bodegas y museos en la localidad Ciudad Real, y a un paso del mayor mar viñas de Europa, se extiende un oasis repleto de vida perfecto también para amantes de la astronomía
Es innegable que en El Quijote el vino es otro de sus grandes protagonistas y dinamizador de estas tierras con una de las mayores producciones de Europa. Castilla-La Mancha, donde Miguel de Cervantes ya desató su afición catadora, combina de forma envidiable sus múltiples riquezas e intereses con la cultura del vino atesorada durante siglos. Tantas vides en la zona mucho tienen que ver con la Reconquista y su repoblación cristiana a cargo de la Orden Militar de Santiago. Si bien su cultivo ya e...
Es innegable que en El Quijote el vino es otro de sus grandes protagonistas y dinamizador de estas tierras con una de las mayores producciones de Europa. Castilla-La Mancha, donde Miguel de Cervantes ya desató su afición catadora, combina de forma envidiable sus múltiples riquezas e intereses con la cultura del vino atesorada durante siglos. Tantas vides en la zona mucho tienen que ver con la Reconquista y su repoblación cristiana a cargo de la Orden Militar de Santiago. Si bien su cultivo ya era habitual en estos parajes desde época romana, fueron los Maestres quienes impulsaron el desarrollo vitivinícola en el siglo XIII al conceder privilegios a quienes se asentaran para poblarla, poniendo casa y dos aranzadas para viña (lo que viene a ser casi una hectárea) y eximiendo del pago de tributos a todo aquel que plantara vides. Así quedó ligada para siempre la historia de este territorio al cultivo de la vid y a la elaboración del vino. Privilegios que, además, aportaban ganancias y estuvieron vigentes durante varios siglos, facilitando que hoy La Mancha sea “el mayor viñedo de Europa”.
En este grandioso mar verde, Socuéllamos es parada obligatoria. En el casco histórico de este municipio de Ciudad Real, y compartiendo plaza con la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, está la Casa de la Encomienda o Casa de los Mendoza (1440), que fue cuna y morada de los Comendadores de la Orden de Santiago. Entre sus blasones, el perteneciente a Antonio de Mendoza, que fue virrey de México y Perú, y entre otros notables que se alojaron aquí, Santa Teresa de Jesús. Considerada “la patria del vino”, en este mar de viñas lo suyo es aderezar las jornadas con productos de la tierra, disfrutar de catas y degustaciones gastronómicas ofertadas en cada esquina, o en alguna de sus 15 bodegas DOC, siendo el municipio que más bodegas aporta a la Ruta del Vino de La Mancha. La mayoría de ellas son familiares, como la Bodega Explotaciones Hermanos Delgado, que elabora vinos ecológicos y gestiona el aprovechamiento y la diversificación de sus productos como los aceites para cosméticos con las pepitas de la uva. La Bodega Cristo de la Vega o Crisve es la cooperativa vinícola más grande de España, y donde en época de vendimia se afanan caravanas de tractores con remolques a rebosar de uva para llenar sus depósitos. Aquí la actividad no cesa con esa mezcla de tradición centenaria del cultivo de vid y las nuevas tecnologías para elaborar vinos cada vez más sofisticados, con certificación de “producción ecológica” y “vegana”.
A este buque insignia de la localidad se ha unido como símbolo el Museo Torre del Vino, que ocupa la antigua estación de ferrocarril con su minarete de 42 metros de altura. Una propuesta interactiva y singular que celebra la cultura de la vid, su historia, cultivo y vinificación, la industria vitivinícola manchega, además de aspectos vinculados a la cata y el maridaje.
Socuéllamos da buena muestra de la Ruta del Vino de la Mancha de la que forma parte desde su certificación, en 2018, junto con Alcázar de San Juan, Tomelloso, Campo de Criptana, El Toboso y Villarrobledo. Una alianza para “descubrir al viajero el patrimonio vinícola, cultural, histórico y natural de las zonas donde el vino ha sido y es protagonista de la historia y de la vida de sus gentes”. Luego se incorporaron Argamasilla de Alba, La Solana, Pedro Muñoz y Villarrubia de los Ojos, ampliando la oferta entre las provincias de Ciudad Real, Toledo y Albacete; y entre todos suman 600.000 hectáreas de viñedos, nada menos.
La Mancha húmeda
Pero más allá de las viñas, esta vasta llanura manchega está asentada sobre gran cantidad de acuíferos subterráneos y cuando sus aguas brotan despiertan alrededor un oasis. Es la llamada La Mancha Húmeda, declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1981 para proteger la extensa red de tablas de inundación y humedales fluviales, que son excelentes lugares de refugio y nidificación de numerosas aves acuáticas. Espacios naturales de gran belleza, con núcleos fundamentales como el complejo lagunar de Alcázar de San Juan, el parque nacional de Las Tablas de Daimiel y el parque natural de las Lagunas de Ruidera.
A apenas 50 Kilómetros al sur de Socuéllamos se expande Ruidera, de ruido intenso por el murmullo del agua que siempre fluye, aunque varíe su intensidad. Fueron declaradas parque natural en 1979, zona de especial protección para las aves en 1988, incorporadas a la Reserva de la Biosfera en 1981, y refugio de fauna en 1998. Vamos, que merecen ser disfrutadas y observadas. Este paraje de gran valor paisajístico y biológico con singular geología está formado por un complejo sistema de 15 lagunas fluviales situadas en escalera, separadas entre sí por barreras naturales de toba a lo largo de 25 kilómetros de valle.
El agua rebosa e inunda de una laguna a otra para salvar los 140 metros de desnivel existente entre la primera y la última, formando cascadas y saltos. Todas distintas y de aguas trasparentes e increíbles colores luciendo toda la gama posible de azules, turquesas, verdes esmeralda y morados que contrastan con el blanco del suelo calizo entre praderas de algas sumergidas. La laguna más grande es La Colgada (también es la más profunda, con 20 metros en periodo de lluvia); y el mayor salto de agua del parque natural es la cascada de El Hundimiento, con ocho metros de altura. Un ecosistema de gran diversidad con vegetación palustre, como masiegas y juncos, entre matorrales y arboledas de álamos, sabinas y madroños, de cultivos antiguos de choperas y demás especies del bosque mediterráneo. Y siempre presentes las aves acuáticas como patos, garzas, tórtolas y muchas más bajo el planeo de las rapaces.
Estos sistemas de humedales son enclaves de gran riqueza y atractivo, pero también de gran fragilidad. No son pocos los desmanes, construcciones ilegales y uso descontrolado de sus recursos a los que se ha pretendido poner freno con su declaración de parque natural, a lo que se suma la promoción de la agricultura extensiva de regadío a la que mutaron numerosas fincas de secano, con la consabida sobreexplotación de los acuíferos. Han sido necesarias muchas compensaciones, regulaciones y la adquisición de nuevas fincas para bajar esta presión hasta ir consiguiendo la recuperación de sus características naturales. Son de gran riqueza medioambiental y el motor de desarrollo de la población local que debe alcanzar un modelo de desarrollo turístico sostenible, con la responsabilidad de todos. Existen zonas de baño restringidas en verano, y durante todo el año actividades de buceo, de piragüismo y educación ambiental, además de las rutas de senderismo y el avistamiento de las aves acuáticas, sobre todo en sus espectaculares atardeceres.
Esta tierra cervantina ahora promueve el slow travel, esa necesidad de viajar lento para aumentar las experiencias, el contacto con la gente, reducir el estrés y la ansiedad, y la cata de vino para aumentar los niveles de endorfinas, esas “hormonas de la felicidad”. Vamos, una buena oportunidad para reconectar con las raíces y con nuestra esencia, donde el enoturismo y naturaleza van de la mano.
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