El fin de las fronteras tiene letra pequeña

La regla general del levantamiento de controles con los socios europeos desde esta madrugada entra en vigor con un buen número de matices y excepciones

Los ministros de Fomento, Jose Luis Ábalos, y de Sanidad, Salvador Illa durante su visita al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas.Jaime Villanueva (EL PAÍS)

El regreso de la movilidad exterior tras el estado de alarma nace plagado de letra pequeña. Los controles fronterizos con los países europeos se levantaron finalmente esta madrugada, aunque con sonoras excepciones. Los ciudadanos pueden viajar a casi todo el espacio de libre circulación Schengen y también al resto de socios europeos excluidos de este esquema. España, además, acepta desde hoy a los ciudadanos provenientes de esos territorios. A pa...

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El regreso de la movilidad exterior tras el estado de alarma nace plagado de letra pequeña. Los controles fronterizos con los países europeos se levantaron finalmente esta madrugada, aunque con sonoras excepciones. Los ciudadanos pueden viajar a casi todo el espacio de libre circulación Schengen y también al resto de socios europeos excluidos de este esquema. España, además, acepta desde hoy a los ciudadanos provenientes de esos territorios. A partir de esa generalización comienzan las salvedades, algunas con los vecinos más próximos y otras con los más remotos. Fuera del ámbito europeo, la incertidumbre es absoluta. A partir del 1 de julio, las fronteras se abrirán progresivamente a los países donde el coronavirus esté más acotado, sin que exista todavía una lista de candidatos. España se atendrá al eventual pacto europeo sobre ese listado, aunque algunos Estados comunitarios amagan ya con actuar unilateralmente.

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Los residentes en España pueden desde hoy desplazarse a Suecia, en el otro extremo de Europa, pero no a Portugal, el vecino más próximo, que mantendrá sus accesos cerrados a España e Italia hasta el próximo 1 de julio. El otro país con frontera común, Francia, no restaurará la movilidad hasta esta medianoche. Reino Unido, oficialmente fuera de la Unión Europea pero cubierto por un periodo de transición que prolonga hasta diciembre casi todas las condiciones de la pertenencia comunitaria, sí permitirá acceder. Habrá, no obstante, un importante elemento disuasorio: los recién llegados deberán guardar una cuarentena de 14 días. Esa condición, que trastoca cualquier viaje con propósitos turísticos, se mantendrá en principio hasta el 29 de junio, pese a que España sí la ha levantado ya para los británicos.

Otra de las excepciones a la apertura general de la zona Schengen se sitúa en Dinamarca, que mantendrá las restricciones fronterizas a la mayoría de sus socios —España entre ellos— hasta el próximo 27 de junio.

Si en Europa la casuística es prolija, fuera del bloque comunitario todo está aún por definir. España confía en que la UE logre pactar una lista de países seguros a la que ir incorporando territorios, con fechas de entrada escalonadas, en función de su situación epidemiológica. Las fuentes consultadas en Interior y Exteriores evitan dar pistas sobre quiénes la integrarán, pero aventuran que los candidatos más firmes a sumarse pronto (a partir del 1 de julio) son los que controlan mejor los contagios. “No es lo mismo Japón o Corea del Sur que Brasil”, ejemplifican esas fuentes, citando casos de los dos extremos en el nivel de supervisión del virus y a pesar de que los dos primeros países han experimentado rebrotes.

Decidir sobre Estados Unidos resultará particularmente complejo. Pese a que la gestión de la pandemia por parte de la Administración de Donald Trump resulta muy errática, Europa tiene un enorme interés en abrirse a ese socio. Antes del coronavirus, España recibía más de tres millones de turistas al año (una parte, pese a todo, modesta de los 83 millones de visitantes contabilizados en 2019) y figuraba entre los 10 primeros destinos de inversión estadounidense. Pero el interés económico choca frontalmente con otros dos principios: el sanitario y el de reciprocidad. Washington veta todavía la entrada de europeos, lo que impulsa a la Unión Europea a responder igual con las llegadas desde el país norteamericano.

Sin pistas sobre América

Otro de los puntos de atención para España es Latinoamérica. Durante el estado de alarma, se han autorizado numerosas conexiones aéreas con la región para facilitar la vuelta de los residentes en España que quedaron bloqueados en lugares como Argentina, Colombia, Perú o República Dominicana. Pero a la hora de fijar un horizonte de reapertura de las rutas ordinarias, el Ejecutivo supedita la decisión al consenso europeo.

Pese a la importancia de estos vínculos para España, los habitantes de América, nuevo epicentro de la pandemia, pueden estar entre los últimos en ser autorizados a entrar en la UE. Existen, sin embargo, resquicios. Portugal ha permitido durante toda la crisis la llegada de viajeros de Brasil, el segundo país en superar el millón de casos tras Estados Unidos.

Aunque la última palabra sobre las fronteras la tienen los Estados, Bruselas insiste en que los Veintisiete deben abrirlas coordinadamente y de forma progresiva a terceros países que tengan una situación epidemiológica igual o mejor. Entre ellos, aboga por empezar por los Balcanes occidentales —Albania, Bosnia, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia—, tanto por sus lazos con la UE como por estimar que han controlado la expansión del virus.

El Ejecutivo comunitario advierte de que los anuncios de ciertos socios, dispuestos a levantar restricciones sin consultarlo con los demás “amenazan la integridad de la zona Schengen”. En el punto de mira está Grecia, que para aprovechar al máximo la temporada turística ha elaborado su propia lista con los 29 países que considera seguros y ha firmado unilateralmente un acuerdo de reapertura con Israel a partir del 1 de agosto.

En medio de la presión del sector turístico por reabrir, fuentes diplomáticas se muestran también inquietas por la fiabilidad de los datos de países terceros, de cuya veracidad dudan.

A unos días de que empiece julio, los contactos se aceleran. Los embajadores europeos trataron el tema el pasado viernes. “Ahora corresponde a los Estados acordar una lista común para que las restricciones de viaje pueden levantarse a partir del 1 de julio”, aseguran fuentes comunitarias.

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