Vox, entre el estupor y la furia contra Casado

El margen de maniobra de Abascal para vengarse del PP en Andalucía, Madrid o Murcia es muy estrecho

El líder de Vox, Santiago Abascal se dirige al del PP, Pablo Casado, sentado en su escaño, durante el debate de la moción de censura. En vídeo: Las declaraciones de Abascal en el Congreso este jueves. Vídeo: EFE
Madrid -

El inesperado ataque del líder del PP, Pablo Casado, contra el de Vox, Santiago Abascal, en el debate de la moción de censura, dejó perplejo y dolido al líder de Vox, que hasta ahora mantenía una cordial relación con su excompañero de partido. Abascal quedó noqueado, pero sus seguidores pasaron del desconcierto a la rabia. “Soraya [Sáenz de Santamaría] acaba de ganar las primarias del PP”, ironizó Vox en su cuenta oficial de twitter, aludiendo a la exvicepresidenta del Gobierno de Mariano Rajoy, con la que C...

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El inesperado ataque del líder del PP, Pablo Casado, contra el de Vox, Santiago Abascal, en el debate de la moción de censura, dejó perplejo y dolido al líder de Vox, que hasta ahora mantenía una cordial relación con su excompañero de partido. Abascal quedó noqueado, pero sus seguidores pasaron del desconcierto a la rabia. “Soraya [Sáenz de Santamaría] acaba de ganar las primarias del PP”, ironizó Vox en su cuenta oficial de twitter, aludiendo a la exvicepresidenta del Gobierno de Mariano Rajoy, con la que Casado disputó el liderazgo del PP, en 2018.

Abascal se mordió la lengua en su réplica a Casado. “No contribuiré al espectáculo que ha dado usted hoy en esta tribuna. Lo lamento profundamente y le pido que rectifique”, le dijo, renunciando a prolongar el duelo dialéctico. Pero no siguieron su ejemplo otros dirigentes de Vox. “Nauseabundo lo que ha hecho Pablo Casado hablando de sueldos. No lo olvidaremos”, escribió Ricardo Chamorro, diputado por Ciudad Real, en las redes sociales.

Si Abascal estaba noqueado, perplejo ante el discurso del líder del PP, como repitió varias veces, muchos de sus seguidores estaban rabiosos. Las etiquetas #traidores y #adiosPP fueron tendencia en Twitter. La también diputada de Vox Carla Toscano comparó a Casado con el croata Slodoban Praljak, que se suicidó ingiriendo cianuro ante el tribunal que le juzgaba por crímenes de guerra; y Fernando Sánchez Dragó, intelectual de cabecera de Abascal, cargó contra Cayetana Álvarez de Toledo por no haber roto la disciplina de voto del Grupo Popular.

La durísima intervención de Casado le cayó al líder de Vox como un mazazo. Su afirmación de que se había convertido en un “monosabio [mozo que ayuda al picador en las corridas de toros] de Pablo Iglesias” y su alusión a que el PP le “dio trabajo” durante 15 años (reconociendo que lo enchufó en empleos públicos) los recibió como insultos.

Hasta este jueves, ambos políticos habían mantenido una buena relación personal. A fin de cuentas, Abascal rompió con el PP de Rajoy, pero no oculta su admiración por Aznar, padrino político de Casado, “Soy testigo de que Abascal nunca ha tenido una mala palabra sobre Casado y, cuando otros la hemos tenido, siempre ha visto [en él] a un líder que yo nunca aprecié”, recordó el dirigente de Vox Víctor González.

Aunque Abascal aseguró que la estabilidad de los Gobiernos de coalición del PP-Ciudadanos en Andalucía, Madrid o Murcia no peligra, el partido ultra mostró su enojo con gestos como paralizar la negociación de los presupuestos con la Junta andaluza. El margen de maniobra de Vox es, sin embargo, muy estrecho: en Murcia, ha dejado de ser relevante tras expulsar a tres de sus cuatro diputados, que pueden garantizar por su cuenta la mayoría a López Miras; y en Andalucía y Madrid, su única alternativa es dar el poder a la izquierda, lo que no le perdonarían sus electores. Como máximo, puede poner palos en las ruedas a Juan Manuel Moreno e Isabel Díaz Ayuso.

No se sabe cuánto tardarán en cicatrizar las heridas. La proximidad de las elecciones catalanas, el próximo 14 de febrero, no ayuda, pues el PP y Vox se disputarán el electorado que en las últimas autonómicas tuvo Ciudadanos, al que las encuestas auguran un desplome. Pero también Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tuvieron agrios enfrentamientos, como en marzo de 2016, cuando el líder de Podemos aseguró que Felipe González tenía “el pasado manchado de cal viva”, en alusión al caso Lasa y Zabala, y eso no les ha impedido gobernar juntos. En política, la aritmética manda.

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