ERC y la CUP, sin Junts, anuncian un preacuerdo para investir a Aragonès

El pacto será validado por las bases y los anticapitalistas esperan tener el resultado el jueves

El candidato a la presidencia de la Generalitat por ERC, Pere Aragonès, el sábado en Barcelona.Alberto Estévez (EFE)

Golpe de efecto de ERC y la CUP en el último tramo de las negociaciones para sacar adelante un Gobierno en Cataluña. Ambas formaciones han anunciado el domingo por la noche que consultarán con sus bases un texto de preacuerdo, al margen de Junts, que incluye medidas concretas en sanidad, vivienda, seguridad y la realización de “un embate democrático” a favor de la independencia esta legislatura. Republicanos y anticapitalistas suman 42 escaño...

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Golpe de efecto de ERC y la CUP en el último tramo de las negociaciones para sacar adelante un Gobierno en Cataluña. Ambas formaciones han anunciado el domingo por la noche que consultarán con sus bases un texto de preacuerdo, al margen de Junts, que incluye medidas concretas en sanidad, vivienda, seguridad y la realización de “un embate democrático” a favor de la independencia esta legislatura. Republicanos y anticapitalistas suman 42 escaños (lejos de los 68 de la mayoría absoluta), pero es uno más que el bloque formado por el PSC y los comunes. La presidenta del Parlament, Laura Borràs, tendrá que proponer a Aragonès para lo que se presenta como un incierto debate de investidura.

La jugada, riesgosa, tiene varias ventajas tácticas y llega después de días de advertencias a Junts, especialmente por parte de la CUP, para que se avanzara en las negociaciones. Los anticapitalistas se quejaban de que los de Carles Puigdemont ni siquiera había respondido a sus propuestas. Varias voces del Junts habían dado alas a la posibilidad de no celebrar el pleno el viernes (el día límite, según la normativa) y ganar tiempo para seguir con las conversaciones para reeditar el Govern independentista. En el centro del desencuentro estaban temas como la hoja de ruta compartida del secesionismo, los límites del diálogo o el futuro del llamado Consell de la República.

En Esquerra veían ese aplazamiento como un chantaje para forzar más concesiones. Pero las interpretaciones de la ley catalana de Presidencia y un informe anterior de los letrados abría la puerta a que Salvador Illa pudiera ir al debate de investidura si no había una propuesta por parte del independentismo. Otra cosa es que el socialista lograra ser elegido, algo para lo que no tiene apoyos. Antes del preacuerdo anunciado el domingo, Borràs se iba a encontrar en la ronda de contactos con un Illa que sumaba 41 diputados (los 33 del PSC y los 8 de En Comú Podem) y negarle ir a la investidura seguramente habría terminado en los tribunales. ERC y la CUP suman 42, y Aragonès tiene por tanto prelación.

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Los anticapitalistas han informado de que sus distintas asambleas internas tienen hasta el jueves para anunciar si aceptan el acuerdo. El texto no es público, no se aclara si la CUP entraría en el Govern, pero sí ERC ahondó en una nota de prensa en los compromisos alcanzados. Hay medidas contra la “emergencia habitacional”, refuerzo de la atención primaria y supeditar el uso de los proyectiles de espuma prensada a que los Mossos publiquen los protocolos sobre uso por parte de los antidisturbios. Este último tema influenció las negociaciones después de que una joven perdiera un ojo en una manifestación contra el encarcelamiento del rapero Pablo Hásel. El debate sobre el modelo de seguridad pública se abordará en el Parlament.

También hay acuerdos en el tema independentista: se continúa el diálogo con el Gobierno central, pero con un compromiso de preparar a lo largo de esta legislatura un “nuevo embate democrático, preferiblemente en forma de referéndum”. Teóricamente, Aragonès pasa la prueba de la ronda de contactos con Borràs, pero ser investido jefe del Govern sería otra cosa. Y hay que sumarle que los designios de las bases anticapitalistas siempre son inciertos.

Negociación difícil

Junts queda en una posición comprometida, especialmente si se antepone el discurso de la unidad del independentismo y de “preservar” la mayoría a favor de la secesión obtenida en los comicios del 14-F. Los de Puigdemont tuvieron que digerir una derrota por la mínima ante ERC (un escaño y 30.000 votos más) y ver cómo los republicanos primaban a la CUP antes que a ellos en las negociaciones. La reunión a tres bandas tardó en llegar y no hubo mayores avances. La manera de abordar la elección de los miembros de la Mesa del Parlament y el forzar al límite el acuerdo molestaron a los posibles socios.

En Junts, claro está, lo ven distinto. Consideran que la contraparte le dio largas a la concreción de la hoja de ruta del independentismo, el primer punto de las negociaciones. Las estrategias aquí son muy opuestas. Junts quiere, por ejemplo, que haya unidad de acción en el Congreso. ERC reivindica su autonomía. Las conversaciones sobre la estructura del nuevo Ejecutivo se quedaron en meros borradores internos. La idea era que se diseñara un Govern que permitiera superar las desconfianzas del pasado.

Borràs puede comenzar este lunes la ronda de contactos (no lo había podido hacer antes porque ERC no se había constituido como grupo parlamentario) y se enfrentará a decidir si propone a Aragonès o abre un nuevo frente. Junts tiene poco tiempo para aterrizar en un preacuerdo ya en marcha. Sus 32 votos podrían hacer mucho daño en un debate de investidura, aunque con cierto efecto bumerán. La repetición de las elecciones es una opción muy difícil de explicar con una cuarta ola de la pandemia de coronavirus en ciernes y tras el hito del independentismo de superar el 50% de voto.

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