Mañueco asume en su estreno las leyes radicales de Vox
La dirección nacional del PP aprueba el Gobierno con la ultraderecha en Castilla y León y no descarta esa alianza para llegar a La Moncloa
El primer Gobierno autonómico entre el PP y Vox en España ya es una realidad. Santiago Abascal acudió a Valladolid para bendecir un Gobierno que pretende ampliar al resto de España ante la ambigüedad de su homólogo en el PP, Alberto Núñez Feijóo, ausente este lunes y cuya presencia se cuestiona para la toma de posesión de la semana próxima. “Este Gobierno va a tener muchos enemigos, es una buena razón para estar defendiéndolo hoy aquí”, exhortó Abascal, quien presenció desde la tribuna cómo sus tesis han calado en el programa que ha defendido el presidente de Castilla y León, ...
El primer Gobierno autonómico entre el PP y Vox en España ya es una realidad. Santiago Abascal acudió a Valladolid para bendecir un Gobierno que pretende ampliar al resto de España ante la ambigüedad de su homólogo en el PP, Alberto Núñez Feijóo, ausente este lunes y cuya presencia se cuestiona para la toma de posesión de la semana próxima. “Este Gobierno va a tener muchos enemigos, es una buena razón para estar defendiéndolo hoy aquí”, exhortó Abascal, quien presenció desde la tribuna cómo sus tesis han calado en el programa que ha defendido el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco.
El apretón de manos que avala el Ejecutivo llegó la noche del lunes. Mañueco (PP) ha sido investido en las Cortes de Castilla y León con los votos de la extrema derecha en una coalición inédita que compromete desde el principio al partido de Feijóo, que trata de mantener su perfil propio entre cesiones a los ultras. Las futuras normativas llevan ya el sello de Vox, pues sustituirán el decreto de memoria histórica por uno de “concordia” y aprobarán una ley de “violencia intrafamiliar”, aunque Mañueco promete mantener la de violencia de género. Este afán por desligarse de las polémicas extremistas marca la nueva era del PP tras aliarse con Vox, potencial socio futuro del PP, imprescindible para que Mañueco revalidara el cargo.
Los nuevos socios han conformado, según el presidente, una “piña” que aspira a dar “estabilidad”. Las buenas palabras entre ambas formaciones han acarreado alabanzas entre Mañueco (31 procuradores) y Juan García-Gallardo (13), líder de Vox en la comunidad y futuro vicepresidente. Este aplaudió lo que considera “una prueba de la madurez de ambas formaciones”, clamó por la descentralización y contra “el Estado de las autonomías” —aunque tendrá un salario de 100.000 euros en Castilla y León— y aseguró que los dos “mantendrán sus principios, pero llegarán a acuerdos”.
“Vox es el partido de la ley y el orden”, remató García-Gallardo, y avisó de que tienen “el deber de concurrir a todas las elecciones y gobernar en las instituciones donde se decide el devenir de los compatriotas”. Mañueco ensalzó a su vez la “generosidad” de su aliado y la disposición a un pacto bendecido por Santiago Abascal, presidente nacional de los ultras, durante su intervención ante las Cortes: un ejercicio de malabarismo dialéctico para contentar a sus socios de Vox sin renunciar a algunas de las normas del PP vigentes en Castilla y León.
Decreto de “concordia”
Esas líneas de Vox se traducen en un decreto de “concordia” que sustituirá al actual de memoria histórica, que para García-Gallardo solo protege “a una de las partes” de las víctimas de la Guerra Civil en una comunidad con 530 fosas comunes. Castilla y León, anunció Mañueco, contará con “una nueva ley contra la violencia intrafamiliar”. El sello del grupo de Abascal también se ha colado en menciones a un “adoctrinamiento ideológico” que para Mañueco “no existe”, pero contra el que ha aseverado que trabajará. Otra clave de su comparecencia fue la búsqueda de una “migración ordenada que contribuya al futuro de España y de Castilla y León” criticando supuestas “mafias ilegales”. El mandatario también ha prometido una “revolución fiscal”, el descenso del IRPF en la comunidad y la mayor “bajada de impuestos de la historia”.
En la sesión, que comenzó a mediodía y terminó entrada la noche, se reiteraron uno tras otro los mantras que cada formación ha pregonado desde la noche electoral e incluso desde que Mañueco expulsó a Ciudadanos de la Junta. El PP, con un Mañueco que llevó escritas las réplicas, ha insistido en que han conseguido evitar una repetición electoral y “brindar estabilidad”; Vox clamó contra el concepto de violencia de género y espetó que “la izquierda odia que nuestros abuelos se abrazaran” tras la Guerra Civil. El PSOE cargó contra los conservadores por convertirse en “portavoces de la extrema derecha”; y los minoritarios advirtieron del peligro del nuevo socio del PP.
Esta entente ha propiciado que el escenario internacional se cuele en Valladolid. Las elecciones francesas han impulsado a la extremista Le Pen y la reacción del resto de grupos, que claman por votar a Macron para aislarla. El PSOE, que ofreció abstenerse solo si el PP rompía con Vox en toda España, recordó ayer este ejemplo, mientras que García-Gallardo ha tildado esta medida de “cordón antidemocrático”, ha celebrado “el hundimiento total” del socialismo francés y se lo ha deseado en España. Lo ocurrido en Castilla y León ha servido para que la oposición invoque a Feijóo y hable de la contradicción de ese “PP moderado” que se une a la extrema derecha.
Vox es el partido de la ley y el ordenJuan García-Gallardo
Mañueco consigue así mantenerse en el poder en su segunda coalición, tras la que cortó con Ciudadanos y que su partido siga al frente de la comunidad, donde suma 35 años seguidos, y lo ha hecho apoyado por miembros de su partido como Ana Pastor, vicepresidenta del Congreso, o el senador Javier Maroto. El presidente ha exhibido sintonía con García-Gallardo en los pasillos de las Cortes, donde le ha presentado a su esposa y a sus dos hijas y le ha contado sus buenas nuevas familiares: “¡He sido tío abuelo!”.
Los ahora compañeros encaran esta XI legislatura unidos en la Junta y buscando entenderse en lo programático, con el PP intentando contentar a Vox sin asumir de pleno el discurso ultra, que asume que no tiene números para conseguir sus objetivos. Así lo ha admitido García-Gallardo, que junto a su bancada no aplaudió a Mañueco cuando este ha reivindicado la ley de violencia machista: “Si tuviéramos mayoría absoluta, la derogaríamos”.
El jefe de la Junta, que convocó elecciones para desprenderse de Ciudadanos y ha terminado el ciclo electoral junto a Vox, citó durante sus réplicas a los partidos de la oposición al novelista vallisoletano Miguel Delibes y la frase con la que comienza El Camino: “Las cosas podrían haber sucedido de cualquier manera y, sin embargo, sucedieron así”. Las elecciones anticipadas del 13 de febrero abren desde ayer una alianza entre el PP y Vox, que entra en la Junta con la vicepresidencia, la presidencia de las Cortes, tres consejerías y un reto compartido con sus socios: gestionar una etapa de entendimiento desde la rivalidad por la derecha.
El futuro vicepresidente de Castilla y León clamó durante la sesión de ayer contra “el Estado de las autonomías”. Y ha insistido en su voluntad de devolver las competencias de las comunidades a un mando central, refiriéndose a ello en cuestiones como la Sanidad, la Justicia o la Educación, aunque sí ha recocido que no tienen competencias para ello. García-Gallardo ha matizado que este discurso resulta compatible con su función como alto cargo público. “Vox tiene el deber de concurrir a todas las elecciones y gobernar en las instituciones donde se decide el devenir de los compatriotas”, insistió.