La coalición busca una salida al abismo de la crisis del ‘solo sí es sí’

María Jesús Montero y Félix Bolaños contactan con portavoces de la mayoría de investidura para cerrar el agujero con un acuerdo. Sánchez respalda a Llop y se mantiene firme en que hay que resolver el problema

La ministra de Justicia, Pilar Llop, durante la sesión de control al Gobierno, el miércoles en el Congreso de los Diputados. Foto: GABRIEL LUENGAS (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV

En el eco que recorre el hemiciclo del Congreso hasta las tribunas de prensa hay veces en que el ambiente político no solo se escucha, casi se puede sentir. El miércoles era uno de esos días. En la bancada de la derecha, la del PP y Vox, se respiraba euforia. Una especie de victoria anticipada. “Están oliendo sangre, ya se ven en La Moncloa”, comentaba un dirigente socialista. “Están encantados con esta guerra de la coalición”, lanzaba otro de uno de los grupos que apoyan al Gobierno, muy preocupado.

“Feijóo ha dado una instrucción muy clara: es el momento de estar tranquilos, esperar. ...

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En el eco que recorre el hemiciclo del Congreso hasta las tribunas de prensa hay veces en que el ambiente político no solo se escucha, casi se puede sentir. El miércoles era uno de esos días. En la bancada de la derecha, la del PP y Vox, se respiraba euforia. Una especie de victoria anticipada. “Están oliendo sangre, ya se ven en La Moncloa”, comentaba un dirigente socialista. “Están encantados con esta guerra de la coalición”, lanzaba otro de uno de los grupos que apoyan al Gobierno, muy preocupado.

“Feijóo ha dado una instrucción muy clara: es el momento de estar tranquilos, esperar. Ellos solos se están matando”, señalaba un parlamentario del PP. Algunos no aguantaron la ansiedad. “¡Estás muerto!”, le gritó el diputado popular José Ignacio Echániz a Pedro Sánchez con el pulgar señalando hacia abajo. “Muerto políticamente”, aclaró luego en Twitter. “¡Que te vote Txapote”, le lanzó otro parlamentario del PP, en línea con lo que dijo la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Las tribunas de la derecha estaban especialmente aceleradas, muy lejos de esas aparentes instrucciones del líder popular de mantener la calma. Parecían convencidas de que el abismo al que se ha asomado la coalición por su enfrentamiento con la reforma de la ley del solo sí es sí hundirá al Gobierno y le hará perder las elecciones.

Pero en política siempre juegan varios actores. En el Ejecutivo son conscientes del daño que está causando la situación y se están moviendo para reconducirla. No solo dentro de la coalición, también en los grupos de la mayoría hay movimientos de todo tipo en las últimas horas para intentar aplacar una crisis que amenaza con hundir la imagen del Gobierno en el peor momento posible, a tres meses de unas decisivas elecciones municipales y autonómicas.

Después del fracaso de la negociación entre las ministras de Justicia, Pilar Llop, del sector socialista, y de Igualdad, Irene Montero, de Unidas Podemos, que no han logrado un acuerdo en dos meses largos de reuniones e intercambios de propuestas, la cuestión ya ha salido de Justicia y entra al Parlamento, con lo que los interlocutores cambian. Félix Bolaños, ministro de relaciones con las Cortes y gran negociador de Sánchez, y María Jesús Montero, ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE, han tomado las riendas y ya han empezado a llamar a los portavoces de la mayoría, los que apoyaron la ley del solo sí es sí, para empezar una negociación sobre la reforma.

Con el PP, que se ha ofrecido a apoyarla, no están hablando. Políticamente sería muy difícil de gestionar que la reforma saliera solo con el apoyo de los populares. Por eso los socialistas intentan convencer al máximo número posible de socios, también para intentar demostrar que Podemos se ha encerrado en una idea que en el PSOE no comparten, esto es, que la propuesta de Llop cambia la esencia de la ley.

Llop ha sido muy criticada internamente en el PSOE por algunas de sus intervenciones públicas, en especial la entrevista en la Cadena SER del martes, donde dijo que “es muy sencillo probar la violencia, basta con una pequeña herida”. Su intervención no gustó a nadie porque rompió la estrategia socialista de bajar el tono y ayudó a Podemos a defender que el cambio hará que los juicios por agresión sexual giren sobre si hubo o no violencia, algo que Llop insiste en que no es real.

En cualquier caso, la ministra perderá protagonismo en esta fase y serán María Jesús Montero, que ya estuvo muy encima de los últimos días de la negociación anterior, y el propio Bolaños quienes lideren el intento por cerrar cuanto antes esta herida.

Llop tiene todo el respaldo del presidente, insisten en La Moncloa, y es la única que ha puesto una solución viable encima de la mesa. Pero ahora negociarán perfiles más políticos. Aun así, señalan en el entorno de Sánchez, esta negociación es más compleja que otras porque nadie se puede permitir un segundo fiasco que derive en una nueva interpretación de los jueces contraria a la voluntad del legislador. Así que no es fácil variar mucho la propuesta de Llop sin tener la absoluta garantía técnica de que no provocará un efecto perverso cuando llegue la hora de interpretarla por parte de los jueces.

Sánchez ha dado dos instrucciones claras. Por un lado, hay que arreglar la situación. La reforma tiene que seguir adelante y ser aprobada cuanto antes, porque los ciudadanos no entenderían que el Gobierno se quedara sin hacer nada ante cuatro centenares de rebajas de condenas a agresores sexuales, algo muy alejado de la intención de la ley del solo sí es sí. Pero por otro, hay que cuidar a la coalición. Los socialistas han rebajado mucho el tono en las últimas horas. La propia Llop, tras la entrevista en la SER, ha evitado el choque con Podemos. El grupo de Irene Montero sí sigue atacando con dureza la reforma de Llop, pero los socialistas han optado por no contestar. Al menos, en público.

En privado, la tensión es muy evidente y algunos diputados socialistas o dirigentes territoriales incluso hablan de la posibilidad de que Sánchez se harte y destituya a Montero y a la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, pero en el entorno del presidente no contemplan ese escenario. Al contrario, el núcleo duro de Sánchez parece trabajar en el sentido opuesto, esto es, en el de proteger la coalición. Al PSOE no le interesa en plena precampaña un choque en el Gobierno y mucho menos una fractura dentro de Unidas Podemos entre los más duros, con Montero, Belarra o Pablo Echenique a la cabeza, frente al grupo de Yolanda Díaz, Alberto Garzón o los Comunes, que no han criticado abiertamente la reforma de Llop.

Unidas Podemos tiene que tomar ahora una decisión importante: qué votará en la admisión a trámite de la reforma. Podrían apoyarla para abrir la negociación en la Comisión de Justicia, pero antes tendrían que lograr rebajar la tensión que Podemos está imprimiendo a sus declaraciones. La propia Irene Montero insistió el miércoles en que la propuesta de Llop supone “volver al Código Penal de La Manada, el de la violencia y la intimidación”. El peor escenario posible es que la guerra se alargue y llegar con la coalición destripada al 8 de marzo, el día más simbólico para el feminismo, con manifestaciones fracturadas, como el año pasado. Hay mucha gente trabajando para evitarlo, pero nadie tiene certezas porque el pacto sobre la reforma sigue siendo tan complejo como lo ha sido en los últimos dos meses.

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