Vox trasvasó dos millones de euros más a la fundación que preside Abascal sin informar a sus afiliados
El traspaso de fondos desde el partido a Disenso suma 4,9 millones en menos de dos años
Vox donó en febrero del año pasado dos millones de euros a su fundación Disenso, que ha convertido en una potente plataforma para su desembarco en América Latina, según fuentes conocedoras de la operación. Casi dos meses después de aquel traspaso de fondos, el 1 de abril, el partido que preside Santiago Abascal celebró su asamblea anual, en la que el tesorero, Pablo Sáez, no dijo una palabra de esta generosa donación, que suponía casi el 20% del dinero que había en la caja: 10,2 millones. La aportación tampoco figuraba en las cuentas anuales de 2021, que fueron aprobadas por los afiliados en votación telemática. Solo había una alusión de pasada en el último párrafo del informe económico que citaba, entre los objetivos para 2022, “consolidar el gasto en la promoción de principios y valores a través de la Fundación Disenso”.
La auditoría que acompañaba a las cuentas, fechada el 1 de marzo, un mes después de que se aprobara la donación, aseguraba que no se habían producido “hechos posteriores significativos al cierre del ejercicio” el 31 de diciembre anterior; a pesar de que, según el propio documento, había obligación de incluir en la memoria económica todos aquellos hechos acaecidos después de dicha fecha que “sean de tal importancia que, si no se facilitara información al respecto, podría distorsionarse la capacidad de evaluación […] de las cuentas anuales”. El superávit del partido en 2021 fue de solo 187.679 euros, frente a los 5,9 millones del año anterior. Cuatro meses después de la asamblea, en pleno verano, Vox subió a su web los presupuestos de 2022, en los que figura una partida de gasto de 2,5 millones como “aportación a entidades vinculadas”, sin especificar. Para saber de qué se trata, los afiliados de Vox tendrán que esperar a la asamblea anual prevista para abril, si no se retrasa a causa de la campaña electoral.
Lo que sí explicó Pablo Sáez en la asamblea del 1 de abril del año pasado es que Vox ya había donado 2,5 millones a Disenso en 2021. Si esta cifra se suma a los 370.000 euros entregados en 2020 y a los 30.000 de la dotación fundacional, el trasvase de fondos desde el partido a la fundación alcanza la suma de 4,9 millones en menos de dos años, incluyendo los dos millones ya mencionados.
El traspaso de dinero desde Vox (que se financia en un 65% con subvenciones públicas) a la fundación parecería un mero cambio de sitio. Los dos persiguen los mismos fines y tienen a las mismas personas al frente. Las cuentas de ambos son fiscalizadas por el Tribunal de Cuentas. Pero tienen personalidad jurídica diferente y, aunque Santiago Abascal es el presidente de Vox y el presidente de Disenso, estatutariamente el presidente de Vox no tiene por qué ser el presidente de Disenso. Es decir, Abascal preside Disenso a título personal y lo seguiría presidiendo aunque dejara de ser presidente de Vox.
Al contrario de lo que sucede con la fundación Pablo Iglesias, en cuyo patronato se sienta el secretario general del PSOE, se llame este como se llame, y otros nueve miembros de la Ejecutiva socialista, Vox, partido fundador de Disenso, nombró a Abascal, al asesor de este, Kiko Méndez Monasterio, y al eurodiputado Hermann Tertsch como patronos con carácter vitalicio. Una vez nombrados, son los miembros del patronato los que designan a los nuevos patronos, eligen al presidente entre ellos y pueden reelegirse a sí mismos por tiempo indefinido. Según los estatutos, que no están accesibles en la página web de la fundación, Abascal podría ser destituido como presidente de Vox y su sucesor no tendría forma de relevarlo al frente de Disenso si él no dimitiera.
Los patronos no reciben un sueldo, pero tienen derecho a cobrar por los gastos y a prestar servicios retribuidos a la fundación (diferentes a su labor como patrones) con autorización del Protectorado de Fundaciones; es decir, de la Administración. La mayor partida de gastos de Disenso corresponde precisamente al pago de servicios contratados en el exterior: 1,5 millones de euros en 2021.
Uno de los contratistas de Disenso es Gabriel Ariza Rossy, hijo de Julio Ariza, antiguo dueño de Intereconomía TV, el canal de televisión que tuteló y apadrinó el lanzamiento de Vox y que, tras su quiebra, sigue dirigiendo rebautizado ahora como El Toro TV. Gabriel Ariza tiene alquilado a Disenso el dominio gaceta.es, que sirve de soporte a La Gaceta de la Iberosfera, el altavoz de la fundación; y es socio de Kiko Méndez Monasterio ―a quien Abascal se refiere públicamente como su “gurú”―, en Tizona Comunicación, la empresa que ha dirigido todas las campañas electorales de Vox.
Para tener las manos libres, según fuentes del partido, Méndez Monasterio cesó como secretario de Disenso en febrero de 2021, solo siete meses después de acceder al cargo. En esa fecha también cesó Tertsch y ambos fueron sustituidos por Enrique Cabanas, jefe de gabinete de Abascal, y el diputado Julio Utrilla, mientras que Pablo Sáez, el tesorero de Vox, se incorporó al patronato por un año, coincidiendo con el periodo en que se ejecutó el trasvase de fondos.
Meses después, Kiko Méndez Monasterio dejó de ser también asesor del Grupo Parlamentario de Vox en el Congreso. Pero eso no significa, agregan las mismas fuentes, que haya perdido poder, sino que lo ejerce sin ocupar ningún cargo sujeto a incompatibilidades y escrutinio público. Las empresas de Gabriel Ariza y Méndez Monasterio tejen una tupida red que conecta el entramado de empresas y organizaciones que orbitan en torno al partido de Abascal. Ariza es el dueño del dominio en Internet de Solidaridad, el sindicato de Vox, cuya sede era antes el domicilio de la compañía que comparte con Méndez Monasterio, Tizona Comunicación. A su vez, el actual domicilio de esta firma es la antigua sede de Vox en el barrio madrileño de Chamberí.
Lo sucedido con el local de la calle de Nicasio Gallego, donde Vox se trasladó cuando empezó a crecer, en octubre de 2018, ilustra el modus operandi del equipo de Abascal. Pocas semanas antes de que lo alquilara el partido, el inmueble había sido comprado por una sociedad (Coravest), propiedad de una firma domiciliada en Luxemburgo, cuyo apoderado era el propio vicepresidente de Vox y responsable de captar recursos para la formación, Víctor González Coello de Portugal. Antes de instalarse, el partido tuvo que acondicionar el lugar y acometer obras por valor de 132.600 euros. La reforma se encargó a la presidenta de Vox en Madrid, la arquitecta Rocío Monasterio. Menos de dos años después, Vox se mudó a su actual sede, más amplia, en el distrito de Chamartín. El local de Nicasio Gallego, remodelado con cargo al presupuesto de Vox, se lo quedó su entonces vicepresidente, pero quienes lo ocuparon fueron la empresa de Ariza y la escuela para jóvenes líderes ultras de la sobrina del patriarca de la extrema derecha francesa Jean-Marie Le Pen, Marion Maréchal, donde Méndez Monasterio es profesor. Con la operación, todos salieron ganando salvo, quizá, las finanzas de Vox.
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