Mensajes de los fieles a Casado antes de la traición: “Enhorabuena, seriedad y verdad. Ese el camino”

Cuca Gamarra, Javier Maroto o Elvira Rodríguez elogiaron al exlíder del PP en el grupo del comité de dirección poco antes de darle la espalda

En primera fila, el entonces líder del PP, Pablo Casado, escoltado por Javier Maroto y Cuca Gamarra, entre otros, el 1 de febrero de 2022.Alberto Ortega (Europa Press)
Madrid -

Cinco días de conjuras y traiciones en el febrero más convulso en la historia del PP acabaron hace un año con la carrera política de Pablo Casado, el primer líder nacional votado por sus militantes y derrocado por sus dirigentes. La cúpula de su partido, a la que Casado había dado poder e influencia, lo abandonó solo tres días después de elogiarlo por denunciar las prácticas supuestamente corruptas de la presidenta Isabel Díaz Ayuso. “Enhorabuena, p...

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Cinco días de conjuras y traiciones en el febrero más convulso en la historia del PP acabaron hace un año con la carrera política de Pablo Casado, el primer líder nacional votado por sus militantes y derrocado por sus dirigentes. La cúpula de su partido, a la que Casado había dado poder e influencia, lo abandonó solo tres días después de elogiarlo por denunciar las prácticas supuestamente corruptas de la presidenta Isabel Díaz Ayuso. “Enhorabuena, presidente. Sinceridad y verdad. Ese es el camino”, escribieron en el grupo de WhatsApp del comité de dirección del PP los portavoces parlamentarios, Cuca Gamarra y Javier Maroto, o la vicesecretaria Elvira Rodríguez. Lo hicieron solo unos minutos después de que Casado lanzara en la cadena Cope el ataque más virulento contra Ayuso a cuenta de un supuesto caso de corrupción. Los fieles, que le indicaban que el camino era denunciar las supuestas prácticas corruptas de Ayuso, exigían solo 72 horas después un cambio de liderazgo en el partido.

EL PAÍS reconstruye la historia de la caída de Casado con el testimonio de una decena de implicados en los hechos y algunas de las comunicaciones entre ellos.

La guerra por el poder entre Casado y Ayuso había comenzado a primeros de mayo, cuando la presidenta convocó elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid. La canción Déjame se convirtió en profecía la tarde del 2 de mayo de 2021, último día de campaña. La música de Los Secretos atronaba en los altavoces: “Déjame, no juegues más conmigo. Esta vez, en serio te lo digo, tuviste una oportunidad, y la dejaste escapar”. Fue, en apariencia, el típico mitin triunfal a mayor gloria de la candidata. Un festival de flores y agradecimientos tras el que se ocultaba una batalla cruenta por el poder entre el equipo de Ayuso y el de Casado. En esa contienda, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, no era ni mucho menos un árbitro neutral. No le agradó nada a Almeida el desarrollo de aquel acto, según algunos dirigentes que lo vivieron junto al alcalde, y reclamó a Casado una cita restringida esa misma noche, donde planteó que no se podía dejar el PP de Madrid en manos de Ayuso.

El martes 4 de mayo, día de las elecciones, Ayuso venció, sumó más escaños que toda la izquierda y comenzó una borrascosa relación con la dirección nacional del PP en un ambiente de creciente desconfianza. Envuelta en su éxito electoral, la presidenta reclamó lo que tanto temía el alcalde: el control sobre el PP de Madrid.

Casado, receloso, intentaba ganar tiempo mientras su secretario general, Teodoro García Egea, acudía el 2 de junio a RTVE para zanjar en apariencia aquella incómoda situación: “Si yo tuviera que votar, lógicamente mi total apoyo a la presidenta Ayuso”. Casado reprochó a Egea esta declaración.

En ese ambiente de relaciones imposibles, llegó el 26 de agosto de 2021 un anónimo a la sede nacional del PP. Eran dos folios que denunciaban un pelotazo del hermano de Ayuso con la venta de mascarillas a la Comunidad de Madrid en los peores días de la pandemia. Tomás Díaz Ayuso cobró, según el anónimo, 300.000 euros (en realidad fueron 234.000, según acreditó una investigación de la Fiscalía Anticorrupción muchos meses después) como intermediario de una empresa propiedad de un amigo de la familia que vendió a la Consejería de Sanidad de Madrid 250.000 mascarillas por 1,5 millones de euros.

Egea le preguntó a Casado qué debía hacer, y su jefe le pidió que aclarase si el anónimo era cierto. Se trataba de una oportunidad única para bajarle los humos a Ayuso. Se encargó un informe jurídico a un abogado, quien respondió que de confirmarse los hechos podrían ser constitutivos de tráfico de influencias y malversación de fondos.

El entonces secretario general del PP, Teodoro García Egea; el alcalde de Madrid y exportavoz nacional, José Luis Martínez-Almeida; Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid; Pablo Casado y su esposa; y el expresidente popular en Madrid, Pío García Escudero, el 4-M en el balcón de Génova.Samuel Sánchez

Casado y Egea citan a Ayuso en Génova 13 y le exigen explicaciones. La presidenta madrileña, según distintas fuentes conocedoras de esas charlas, contesta: “Me extraña mucho lo que me estáis contando. Eso ocurrió hace ya año y medio. Preguntaré a mi hermano y me informaré”. Las mismas fuentes señalan que Egea, en esa conversación, llegó a argumentar que él tendría que dejar su cargo si su hermano organizara una convención del PP, y preguntó a Ayuso: “¿Qué decimos si esto sale antes de las próximas elecciones municipales?”. Unos días más tarde, por WhatsApp, Ayuso aclaró a Casado que su hermano tenía una relación legal con esa empresa y que habían pagado los preceptivos impuestos.

Las relaciones están rotas aunque la bronca sigue con sordina. El PP organiza en octubre una convención nacional en Valencia para apuntalar a Casado y relajar la tensión. Un miembro de su equipo, el exalcalde de Boadilla del Monte Antonio González Terol se acerca a Egea para decirle que Ayuso se ha quejado de que la dirección del partido “la está machacando”. El secretario general del PP explica a Terol que al partido llegan denuncias y anónimos que se investigan, que también le ha pasado en Valencia con los máximos responsables, Isabel Bonig y Carlos Mazón, a los que había pedido las mismas aclaraciones que a Ayuso.

La presidenta de Madrid cuenta por aquellos días que ha bloqueado a Egea en su teléfono móvil. El secretario general prefiere no explicar a nadie que el motivo de aquel desencuentro es la investigación sobre el pelotazo de las mascarillas.

La crisis sigue viva. Llega diciembre y el contenido de la denuncia anónima empieza a circular por medios de comunicación alertados por cargos de confianza del Ayuntamiento de Madrid.

El exministro de Justicia Rafael Catalá traslada a la presidenta Ayuso que un detective amigo, Julio Gutiez, le ha contado que alguien del Ayuntamiento de Madrid le ha pedido investigar las cuentas de su hermano. Catalá niega que él tuviera un papel directo en esa operación, que confirman el resto de las fuentes consultadas. En la Comunidad indican que el contacto fue entre el detective y el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez.

En el cuartel general de Pablo Casado saben que esta información los sitúa en una posición imposible en su guerra con Ayuso. “Rodríguez conocía desde agosto el pelotazo del hermano y contó a sus colaboradores que necesitaba montar algo más grande que tapara ese escándalo”, explica un colaborador de Casado. “Y encontró un espionaje que nunca se produjo”, remachan.

En la madrugada del 17 de febrero de 2022, el diario El Mundo publica en su primera página: “Un cargo municipal recurrió a un detective para investigar a Ayuso”. La noticia desencadena la batalla final de una guerra que había crecido en silencio durante meses. El secretario general del PP, Teodoro García Egea, llamó esa noche al director general y consejero de Unidad Editorial, Nicola Speroni, para pedirle que frenara la publicación de esa información con el argumento de que podría suponer la ruptura del pacto entre el PP y Ciudadanos en la capital de España: “Si lo publicáis, perdemos la capital”. Distintas personas conocedoras de la conversación sostienen que Egea puso el altavoz y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, añadió: “Si esto sale, se pone en riesgo el gobierno de la capital y Begoña Villacís [vicealcaldesa, de Ciudadanos] me presenta una moción de censura”. Speroni, según fuentes directas conocedoras de la conversación, llegó a conceder que Madrid estaba “espectacular” y opinó que no se podría consentir que se perdiera. Un alto cargo de El Mundo se trasladó esa noche al despacho de Egea, en Génova 13, para reclamar, sin éxito, el extracto bancario que probara el pelotazo del hermano de Ayuso.

El Mundo acabó publicando la información. Los dirigentes del PP pidieron al periódico que diluyeran la culpa de lo ocurrido, de manera que no se apuntara directamente al alcalde Almeida. Los siguientes días, con los movimientos de unos y otros, resultarían clave para la caída de Casado, el primer líder del PP votado por los militantes y derrocado por los dirigentes.

Ayuso, Casado y Almeida, en la presentación de los candidatos del PP de Madrid, en enero de 2019.JAIME VILLANUEVA

Viernes 18 de febrero de 2022: declaración oficial de guerra en la Cope. El PP tenía previsto enviar a la cadena Cope a su secretario general, Teodoro García Egea, pero Casado decide acudir en su lugar para lanzar el mayor ataque político contra Ayuso: “En el momento en que ella no me da la información y reconoce que ha habido una relación contractual de un familiar suyo, es fácil demostrar cuál ha sido el contrato y cuál el beneficio”, asegura. Y señala que cuando presida el Gobierno de España no permitirá nunca que un hermano suyo cobre una comisión por un contrato adjudicado por su Consejo de Ministros: “Quiero que esto se resuelva ya. Los militantes del partido no merecen este espectáculo bochornoso”. Ayuso llama a la emisora y entra en antena a continuación. Luego, convoca a los periodistas en Sol para arremeter contra Casado.

EL PAÍS titula: “Casado: ‘La cuestión es si cuando morían 700 personas al día se puede contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros”. La dirigente responde: “Nunca se va a poder demostrar que he ayudado a mi hermano en absolutamente nada”. La entrevista dura 31 minutos y termina con un alegato de Casado contra la corrupción: “Mis principios para mirar a la cara a mis hijos es garantizar que ningún ayuntamiento y ninguna comunidad del PP han cometido unas prácticas corruptas o no ejemplares. Es mi compromiso [sic]”.

Ayuso no niega el negocio de su hermano con la Comunidad, pero se presenta como una víctima de las prácticas mafiosas ordenadas por el líder de su partido. Su hermano ha conseguido un beneficio colosal por unos días de gestiones para vender mascarillas a precio de oro en el peor momento de la pandemia. La investigación archivada de la Fiscalía Anticorrupción destapó que aquel negocio, legal porque todas las normas de contratación habían saltado por los aires ante la emergencia sanitaria, había supuesto un beneficio de casi un millón de euros. La empresa Priviet, con la intermediación del hermano de Ayuso, compró en China 250.000 mascarillas por algo menos de 500.000 euros y se las vendió a la Comunidad por 1,5 millones. La Fiscalía Europea mantiene todavía hoy abierta la causa por ese contrato.

Al salir de la Cope, Casado contacta con varios dirigentes del PP mientras le empiezan a entrar mensajes en el grupo de WhatsApp del comité de dirección.

Cuca Gamarra, la entonces portavoz y ahora además secretaria general con Feijóo, es de las primeras en elogiarlo, a las 9.46: “Gran entrevista. Con claridad, seriedad y verdad”. Javier Maroto, entonces y ahora portavoz en el Senado, remacha a las 10.05: “Pablo, siempre ganas cuando, además de con la razón, hablas con el corazón. Hoy lo has hecho. Enhorabuena”. Elvira Rodríguez, vicesecretaria sectorial, remacha: “El presidente ha estado estupendo y muy clarito. Y sin meterse ni dejarse meter en más jardines de los imprescindibles. Ese es el camino. Ánimo”.


Alberto Núñez Feijóo, el entonces presidente de la Xunta de Galicia, es entrevistado esa mañana en el programa de Federico Jiménez Losantos desde el Club Náutico de Sanxenxo (Pontevedra). Y aprovecha para avisar a Casado de que tiene 48 horas para resolver semejante crisis.

El líder del PP toma nota del aviso de Feijóo y habla esa mañana con algunos miembros de la dirección del grupo parlamentario en el Congreso. En una de sus llamadas, consulta al que había sido en dos ocasiones su jefe de gabinete, el diputado Pablo Hispán, cesado por sus discrepancias con Egea. Hispán le recuerda la conversación que habían tenido en diciembre cuando Casado le contó durante un viaje a Buenos Aires el problema ético que tenía con el negocio sospechoso del hermano de Ayuso: “Olvídate, eso es una puta bomba y podría ser tu tumba. Los vientos soplan a su favor y si ella ahora atropella a un niño en la Gran Vía, la culpa sería del niño”. Casado replica: “Esta bomba no la puedo dejar pasar”.

Hispán y otros dirigentes del PP consultados por Casado le recomiendan ya ese viernes que destituya a Egea para frenar la crisis, que cierre el expediente abierto a la presidenta madrileña y que deje el caso del hermano de Ayuso en manos de la Fiscalía, que había anunciado una investigación tras la denuncia de Más Madrid.

Casado, según diversos dirigentes del PP, les plantea si valdría con mantener a Egea como secretario general y número dos, pero designando una nueva coordinadora general que le marque el paso. Incluso se baraja el nombre de dos mujeres para ese puesto. Alguno de esos interlocutores le responde: “Tu única opción es cesar a Teo, es tu bala de plata”. Y Casado vuelve a preguntar: “¿Y con eso creéis que ya podría ganar el Congreso Nacional del partido en junio?” El cónclave no estaba ni convocado.

Sábado 19 de febrero: cierre del expediente a Ayuso sin investigación. El PP anuncia por sorpresa que cierra el expediente abierto unas horas antes a Ayuso. La noche anterior, Casado había mantenido una conversación tensa con la presidenta madrileña. Sin más aclaraciones y sin conocimiento alguno de Andrea Levy, la responsable del comité de disciplina que debía haber emprendido las correspondientes averiguaciones. Egea se opone, sin ningún resultado, al criterio de Casado de dar por cerrada la investigación interna y le reitera, según fuentes conocedoras de esa conversación, que debió haber convocado sobre la marcha para ese mismo día una Junta Directiva Nacional urgente y extraordinaria para que todos los interesados se expresaran y quedara el asunto definitivamente zanjado.

Domingo 20 de febrero: manifestación contra Casado y en defensa de Ayuso. A través de las redes sociales y con avisos más o menos anónimos, se convoca una manifestación que congrega a cientos de votantes y simpatizantes del PP frente a la sede del partido. Hay gritos y pancartas contra Casado. A Casado le empiezan a llover en su móvil mensajes de dirigentes alarmados. Algunos recuerdan la manifestación a favor de María San Gil con el mensaje: “No te preocupes, esto ya lo hemos vivido”.

Manifestación a favor de Díaz Ayuso y contra Casado, junto a la sede del PP, el 20 de febrero de 2022.andrea comas

Una decena de diputados, hasta ese momento cercanos al líder, quedan a comer en casa de Belén Hoyo, presidenta del comité electoral del PP. Casado llama a uno de los congregados, que lo nota muy tocado. En ese salón hay miembros de su equipo. Además de Hoyo, están Jaime de Olano (vicesecretario general del área económica), Guillermo Mariscal (secretario general del grupo en el Congreso), Hispán (su exjefe de gabinete), Valentina Martínez o César Sánchez. Varios gallegos.

Feijóo tiene información de todo lo que se está discutiendo, pero de manera indirecta, a través de la conexión permanente entre su número dos en Galicia, Miguel Tellado, con el número dos de Juan Manuel Moreno en Andalucía, Elías Bendodo, a quien ha puesto a seguir al detalle la crisis. Feijóo y Moreno hablan casi a diario.

El entorno de Casado piensa que el presidente andaluz también los ha abandonado. Lo habían empezado a presentir tras una comida que celebraron juntos los dos matrimonios en noviembre de 2021, en un restaurante de Granada, en la convención del PP andaluz, en la que el líder popular le contó a Moreno los pormenores de su conflicto con Ayuso. La mujer de Casado, Isabel Torres, confesó entonces a colaboradores de su marido que le había dado mala espina la reacción de Moreno, que le habría dicho al líder del PP que tuviera mucho cuidado con la madrileña “porque puede recaudar mucho dinero, montar un partido y nos hace un roto”. Entre los casadistas se remacha que el Gobierno de Ayuso gestiona decenas de millones de euros para invertir e influir en los medios de comunicación. Pero desde el Ejecutivo autonómico se matiza que esos contratos están fiscalizados, son transparentes y no superaron los 12 millones en 2021.

Lo que Moreno sí reconoció luego a algunos allegados fue que él y su esposa se quedaron muy preocupados tras el almuerzo, pero por la “tensión irresoluble” a la que se había llegado y sus posibles consecuencias. Y fue ahí cuando Moreno se permitió avisar a Casado de que Ayuso era ya, tras triunfar el 4-M, “una pop star de máximo nivel”, de que no tenía pruebas concluyentes contra ella y de que, por su influencia en sectores políticos y empresariales, podría acabar marchándose a otra formación. Algunos empresarios del Ibex llamaron esos días a Moreno y a Feijóo para emplazarlos a que actuaran ante la deriva del PP para que no se quedara Vox como alternativa a Pedro Sánchez, según fuentes al tanto de esas conversaciones.

La tarde del domingo 20 de febrero se produce otro encuentro en la casa de la jefa de prensa de Casado, en el que también participa el vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos, y Almeida, para fijar la estrategia a seguir el lunes en el comité de dirección que se había improvisado. Algunas fuentes del PP indican que el alcalde, entonces portavoz de la ejecutiva nacional, colabora en diseñar el camino a seguir; y otros defienden que ya empieza a desmarcarse de la línea del enfrentamiento que defiende Egea ante Casado. El regidor madrileño no ha querido ofrecer su versión a EL PAÍS.

Varias vicesecretarias generales se enteran con gran malestar de la reunión a última hora de ese domingo por el mensaje del grupo de WhatsApp y lamentan no haber sido informadas e implicadas en una posible solución. Ese lunes se lo echan en cara a Casado y a Egea, especialmente la gallega Ana Pastor.

Lunes 21 de febrero: el comité de dirección que certificó el fin del mandato de Casado. Ese comité es uno de los más largos y crudos de la historia del PP, con un amargo cruce de reproches. Almeida, alcalde y portavoz, ni aparece. Egea sale de la reunión para llamarlo, pero no lo localiza. En el equipo del regidor precisan que no acudió porque estaba preparando un pleno. Algunos miembros piden actuaciones contundentes y Casado acepta fijar ya un Congreso Nacional, pero sin que sea extraordinario, con el objetivo de bloquear que dos tercios de la Junta Directiva propongan anticipar su fecha.

El comité dura hasta la noche, sin aportar medidas expeditivas y de consenso. Mientras, unos cuantos diputados y miembros de la dirección del grupo parlamentario quedan a comer en el restaurante Luarqués, cerca de las Cortes. Se enteran de que Egea ha empezado a llamar a parlamentarios y responsables provinciales del partido para pedirles su apoyo y se temen lo peor. Empiezan a recolectar firmas para un comunicado conjunto. Suman a muchos veteranos y dejan de lado a la diputada Isabel Borrego, a la que consideran la tapada de Egea. Se autoexcluye Macarena Montesinos, que pide pronunciarse con el PP de Valencia, que ya capitanea el candidato autonómico Carlos Mazón, promovido entonces por Casado y Egea y ahora revalidado por Feijóo. El diputado Mario Garcés redacta el texto en el que se exige la destitución de Egea y la convocatoria de un congreso extraordinario. Gamarra, que solo tres días antes envió a Casado mensajes entusiastas de apoyo, está al tanto de todo, aunque permanece en Génova con el resto del comité.

Martes 22 de febrero: rebelión en el grupo, dimisión de Egea. Los rebeldes del Luarqués, que dejaron el restaurante a las nueve de la noche del día anterior, se emplazan para desayunar, añadir algunas firmas pendientes y lanzar el comunicado de repulsa. A media mañana, Hispán, como portavoz de ese colectivo, llama a Casado y le adelanta sus exigencias: cese de Egea y congreso extraordinario. Casado pide tiempo. En el Congreso comienza una reunión de la dirección del grupo previa al pleno y los díscolos se barruntan que Egea pueda acudir para reventarla o que Casado pueda proponer prescindir como secretario general de Egea, pero colocarlo de portavoz en el Congreso para “fundirlos” más tarde. Al final, deciden difundir el comunicado ante “la extrema gravedad” de la situación, que tildan de “amenaza de Titanic” para el partido.

Egea se reúne con Casado y le pregunta si aguantará el pulso hasta el final. No obtiene la respuesta deseada y toma conciencia de que debe dimitir. Al día siguiente está programado un cónclave de Casado con los barones territoriales y 15 de los 17 ya se han decantado por la solución del congreso extraordinario para relevar al líder. Egea y Casado tenían programada una comida con Mauricio Casals, presidente de La Razón y adjunto a la presidencia de Atresmedia, y la mantienen. Egea llama después a la periodista de La Sexta Ana Pastor y le pregunta: “¿Tienes programa esta noche?”. Pastor le advierte de que modificar una programación puede tener consecuencias si luego se anula, pero monta el espacio y Egea anuncia allí su dimisión.

Casado se pone en contacto con la dirección del grupo en el Congreso y les pregunta qué ambiente se encontrará a la mañana siguiente en la sesión de control. Temía un boicot o un feo gesto colectivo. Pero lo tranquilizan: “La gente te respeta”.

Miércoles 23 de febrero: adiós en el Congreso. Casado acude al Congreso, apenas cruza palabras con los diputados que le han retirado el apoyo unas horas antes. Entra en el hemiciclo para lanzar su última pregunta al presidente Sánchez. Y al final añade: “Entiendo la política desde la defensa de los más nobles principios y valores, el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros. Todo para servir a España y a la causa de la libertad, porque ese es el futuro que merecen nuestros hijos y que debemos construir todos juntos”. Deja la sesión a medias y apenas lo acompañan tres parlamentarios en su salida de la política.

La borrascosa fiesta del balcón que anticipó la crisis

Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida fueron en 2019 apuestas personales de Pablo Casado para aspirar a mantener el Gobierno de la Comunidad de Madrid y recuperar la alcaldía de la capital. Fue un empeño de Casado contra el escepticismo de varios colaboradores, quienes apostaban por candidatos presuntamente más sólidos que se sopesaron, como Isabel García Tejerina o Javier Fernández Lasquetty.

Alguno de esos ayudantes del líder del PP sostiene que Casado en realidad pensaba que Ayuso nunca gobernaría la Comunidad, pero que le podría ayudar como presidenta del PP de Madrid ante una futura batalla interna en un congreso contra el gallego Alberto Núñez Feijóo, con el que rivales y amigos admiten que parecía tener fijación.

Ayuso tuvo en 2019 los peores resultados del PP en la Comunidad, pero logró gobernar gracias a Ciudadanos y Vox. Dos años después, todo había cambiado y Ayuso aprovechó la fracasada moción de censura del PSOE en Murcia para adelantar elecciones en plena ola de popularidad por su gestión antagónica a la de Pedro Sánchez en la crisis sanitaria de la covid. El 4 de mayo de 2021, el PP logró una victoria rotunda, con más escaños que toda la izquierda, lo que le permitió evitar la coalición con Vox.

La organización de la celebración de esa victoria electoral fue un tremendo quebradero de cabeza, que anticipó la batalla de celos y envidias de los meses siguientes.

Dos días antes del 4-M, la mañana del 2 de mayo en la recepción oficial de la fiesta de la Comunidad, el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez en persona, ya había avisado a Casado de que no quería que Ayuso celebrase su presumible victoria con la tradicional salida al balcón de la primera planta en Génova 13. Quería diferenciarla de un triunfo del partido por algo más suyo: hacerlo en Sol. El intento no fructificó y dejó secuelas.

Los directores de comunicación de Casado, María Pelayo, y de Ayuso, José Luis Carreras, acordaron más tarde que primero aparecería en el simbólico balcón la candidata, sola; y que luego se sumaría el líder nacional. También pactaron no prolongar demasiado la fiesta para evacuar al gentío cuanto antes porque aún había restricciones por la pandemia. Nada salió como se había hablado.

A Ayuso, Rodríguez y su equipo no les gustaba la idea del balcón porque querían bajar a la calle y mostrar contacto directo con los simpatizantes. Cuando llegó el momento, Carreras intentó acceder al despacho que da acceso a la balconada para ultimarlo todo y el jefe de seguridad del partido se lo impidió, como a otros altos cargos de Ayuso, por órdenes directas del secretario general del PP, Teodoro García Egea, según corroboran distintas fuentes.

Carreras llegó a elevar el tono de voz y en ese momento apareció Casado, que preguntó qué sucedía. Al final comparecieron todos juntos para felicitarse por la victoria.

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