El último intento de Ciudadanos para sobrevivir: adiós a “Sánchez golpista” y vuelta al origen

Casi dos años después de la fallida moción de censura de Murcia, que ahondó aún más la crisis del partido, la dirección recién llegada trata de cambiar el discurso y apelar al votante de entre 35 y 45 años de clase media ante las elecciones de mayo

La portavoz política de CS, Patricia Guasp, durante el acto de presentación de candidatos este sábado en Madrid. Foto: VÍCTOR LERENA (EFE) | Vídeo: Europa Press

En la agenda de días fatídicos para Ciudadanos, el 18 de marzo de 2021 ocupa un hueco especial. Hace casi dos años, Inés Arrimadas intentó echar abajo el Ejecutivo de la Región de Murcia, donde gobernaba en coalición con el PP, para hacerse con el poder junto al PSOE gracias a una moción de censura conjunta. Pero la estrategia desembocó en un fiasco: tres consejeros de Ciudadanos recularon y se mantuvieron fieles al PP como tránsfugas. También tres diputados díscolos de Vox. “Hoy aquí empieza la reconstrucción del centroderecha”, proclamó el exlíder de los populares Pablo Casado, presente en l...

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En la agenda de días fatídicos para Ciudadanos, el 18 de marzo de 2021 ocupa un hueco especial. Hace casi dos años, Inés Arrimadas intentó echar abajo el Ejecutivo de la Región de Murcia, donde gobernaba en coalición con el PP, para hacerse con el poder junto al PSOE gracias a una moción de censura conjunta. Pero la estrategia desembocó en un fiasco: tres consejeros de Ciudadanos recularon y se mantuvieron fieles al PP como tránsfugas. También tres diputados díscolos de Vox. “Hoy aquí empieza la reconstrucción del centroderecha”, proclamó el exlíder de los populares Pablo Casado, presente en la votación. El intento de moción provocó un tsunami en el resto de España que hundió aún más a CS en una crisis lastrada hasta ahora, cuando el partido afronta las elecciones del 28 de mayo a vida o muerte.

El cerebro del plan de Murcia fue Carlos Cuadrado, exvicesecretario general de CS, que había estrechado lazos con Félix Bolaños, entonces secretario de la Presidencia, al negociar los estados de alarma. “Cuadrado decía que había que hacerle un correctivo al PP, que se había vuelto muy beligerante en los gobiernos que compartíamos”, cuenta un cargo de la antigua ejecutiva. Pero ese “correctivo” no se circunscribía a Murcia, sino que era el punto de partida para un nuevo rumbo. “La idea era cambiar de socio preferente. Dejar de lado que nos vieran como muleta del PP”, añade otra fuente de la anterior cúpula. También enmendar el “error”, como Arrimadas manifestó en EL PAÍS en 2021, de haber “regalado al PP” todos los gobiernos autonómicos que estaban en la mano de Albert Rivera. Un PP que reflotó gracias a los pactos con CS.

En febrero de 2021, poco antes de la moción de Murcia, el CIS otorgaba a Ciudadanos un 9,3% al Congreso. Por lo que, durante los 15 meses anteriores, CS había remontado el 6,86% logrado por Rivera en las ruinosas elecciones generales de noviembre de 2019, tras las que dimitió. “Cuando dimos el sí a los estados de la alarma, la gente nos veía útiles; y que podíamos pactar a un lado y al otro según los intereses del ciudadano”, prosiguen otras fuentes. Ciudadanos no solo no estaba cayendo aún más, sino es que además estaba sacando la cabeza en los sondeos.

Pero Murcia cortó de cuajo el ascenso. En septiembre de ese año, el CIS le otorgaba de nuevo el 6,5%, por debajo del porcentaje obtenido por Rivera. “En Murcia lo hicimos rematadamente mal y se fue al traste. A partir de ahí, nos empezaron a ver como fracasados, otros como traidores, y empezó a irse la gente”, prosigue otro exalto cargo. Arrimadas, acusada por exmiembros del partido de “sanchista”, se aferró a un discurso de oposición frontal al presidente del Gobierno. En torno al 5% de los cargos de CS se han pasado al PP desde el inicio de la crisis, según datos de la formación, en un reguero de nombres que aglutina ya a unos 200 dirigentes. En el grupo parlamentario del Congreso, en el que varios diputados ni se hablan con Arrimadas, una persona baraja dejar uno de los nueve escaños antes de las elecciones de mayo. Tampoco descarta integrarse en el PP, indican en su entorno.

Llega la nueva dirección

La moción fallida tuvo consecuencias en Madrid: la presidenta de la Comunidad, la popular Isabel Díaz Ayuso, adelantó las elecciones. Desde entonces, todos los comicios que se han celebrado han sido un nuevo revés para CS: Madrid, Castilla y León y Andalucía. Y en todas las comunidades, como en Murcia, había gobernado en coalición con el PP. Tras las elecciones andaluzas de junio pasado, Arrimadas activó la refundación del partido, que culminó en enero con la celebración de la sexta asamblea general y la entrada de una nueva dirección. La portavoz política, Patricia Guasp, es ahora la líder del partido; y Adrián Vázquez, el secretario general, un “fontanero” que ha reestructurado la organización interna. “Los equipos estaban descoordinados. La dirección anterior no hacía nada para cambiar las cosas”, apuntan desde la cúpula, que el jueves cumplió un mes al mando. Sin embargo, en el último CIS, Ciudadanos ha bajado al 2% frente al 2,9% del barómetro anterior.

Febrero ha sido “un mes negro” con nuevas bajas, más fichajes del PP y la polémica en torno a la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, quien valoró ser “una corriente interna” en el PP. “El partido está muy mal y la gente comete errores. Se puso nerviosa”, reconocen desde la ejecutiva, conscientes de que había que tragar sapos ante su mayor “activo político”. Tras la reestructuración interna, la nueva dirección arranca ahora un “cambio de ciclo” en sus mensajes. En el núcleo duro de las decisiones ya no está Arrimadas.

En Ciudadanos —que aún tiene 11 millones de euros en caja para mantenerse a flote—, son conscientes de que hay que optimizar los recursos en campaña y también de que en mayo aspiran solo a “no desaparecer”. Por lo que centrarán el tiro: “No podemos apelar a toda la ciudadanía tal como estamos”. Su mensaje buscará calar entre los españoles de familias con hijos (o con idea de tenerlos), de clase media alta, y de entre 35 a 45 años. “Vamos a ser el altavoz de la España silenciada y estafada a la que nadie defiende, el escudo de esa España exprimida que tanto da y nada recibe”, afirmó Guasp este sábado en Madrid, en el acto de presentación de las candidaturas a las elecciones de mayo, bajo el lema Por los tuyos, ante unas 300 personas.

Pero ese nicho no es nuevo en Ciudadanos. Rivera ya se dirigió a ese electorado en sus inicios. En las elecciones generales de abril de 2019, en las que Rivera subió a los cielos al lograr 57 diputados, casi el 30% de los anuncios del partido en esa campaña electoral iban dirigidos a la franja de edad de entre 34 y 44 años, por encima del resto. Varias fuentes coinciden en esta “vuelta al origen” que pretende la nueva directiva exhortando al modelo de familia que retrató Jorge Dioni López en La España de las piscinas (Arpa, 2021), y que vive e invierte su tiempo en barrios residenciales en las afueras de las ciudades.

De hecho, en el cartel de la precampaña de CS aparece una de estas áreas: el PAU (Plan de Actuación Urbanística) de Valdebebas (Madrid). “Es verdad que es nuestro electorado tipo. Pero lo habíamos abandonado y nos habíamos volcado en hacer seguidismo a los temas de actualidad”, explica otro alto cargo.

En esta nueva era, Arrimadas seguirá jugando un papel importante al ser la portavoz en el Congreso y la cara reconocible de puertas para afuera, frente a la desconocida Guasp. “Patricia no es Inés. No tiene tanto impacto. No cala tanto”, apuntan desde el equipo de la ejecutiva, y añaden que Guasp “irá aprendiendo”.

Cambio de tono

Pero Arrimadas tendrá que cambiar el tono y así se lo han trasladado. “Inés tiene que dejar de decir ‘Gobierno golpista y Frankestein’. Hay que aprovechar su potencial político pero con los mensajes y la estrategia de la nueva dirección”, sentencian otras fuentes del entorno de Guasp. La expresidenta estará a “disposición del partido” en “lo que pueda ayudar”, según manifestó ella misma el martes. La cúpula la reclamará para la campaña, pero no asistió al acto de este sábado por “motivos personales”, añadió en la misma rueda de prensa en el Congreso.

Arrimadas, en el Congreso, en la sesión de control del miércoles.Eduardo Parra (Europa Press)

Cataluña seguirá en el core de CS, pero la defensa de la “unidad de España” dejará de ser un asunto central, con un cambio de discurso “más propositivo” y abandonando el centroderecha. Como ejemplos, Guasp no mencionó nada relacionado con el nacionalismo en el pistoletazo de salida de la precampaña en el acto del sábado. Además, la nueva dirección no apoya la moción de censura que presentará Vox, ni acudió a la manifestación impulsada, entre otros, por la formación ultra el 20 de enero, donde sí estuvo Arrimadas. También será mollar la sanidad “igualitaria” en todas las autonomías y la oposición a la subida homogénea de las pensiones.

Para la nueva dirección de CS, el PP ya no será socio preferente, como ocurrió en la etapa previa a la moción de Murcia. Tampoco el PSOE. La ejecutiva confía en lograr representación en Baleares, Comunidad Valenciana o la Región de Murcia. Y en las ciudades de Madrid, Barcelona, Ciudad Real, Burgos o Salamanca. Pero las encuestas indican que apenas hay margen para sobrevivir en ningún sitio. “Hay muchas posibilidades de que muramos en mayo. Pero hay que intentarlo”, sentencia un miembro de la ejecutiva.

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