Barones del PP plantean a Feijóo que considere votar en contra de la moción de censura de Vox

El líder del partido opta por la equidistancia ante la extrema derecha para no decepcionar a los votantes críticos con Sánchez ante el 28 de mayo

Alberto Núñez Feijóo, en el centro, con presidentes autonómicos del PP, el 6 de diciembre en el Congreso. Foto: Luis Sevillano | Vídeo: EFE

En octubre de 2020, cuando el Congreso debatió la primera moción de censura de Vox, en España se producían 21.000 nuevos contagios de covid-19 al día. Varias comunidades autónomas reclamaban un toque de queda al ministro de Sanidad, Salvador Illa, hoy líder de la oposición en Cataluña. Y todos los diputados lucían mascarillas en el hemiciclo mientras el líder del PP, Pablo Casado ―hoy retirado de la política tras ser defenestrado por su partido― defendía...

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En octubre de 2020, cuando el Congreso debatió la primera moción de censura de Vox, en España se producían 21.000 nuevos contagios de covid-19 al día. Varias comunidades autónomas reclamaban un toque de queda al ministro de Sanidad, Salvador Illa, hoy líder de la oposición en Cataluña. Y todos los diputados lucían mascarillas en el hemiciclo mientras el líder del PP, Pablo Casado ―hoy retirado de la política tras ser defenestrado por su partido― defendía en la tribuna un vibrante discurso en el que rompió con la extrema derecha. “Hasta aquí hemos llegado”, clamó Casado con la mirada fija en su excompañero de filas y líder de Vox, Santiago Abascal, antes de espetarle un enérgico “no queremos ser como ustedes”. Tres años después, el debate de la segunda moción de censura de los ultras esta legislatura se produce en un contexto pospandemia muy diferente, pero la incomodidad del PP con Vox sigue siendo la misma. La cita, en cualquier caso, aún no tiene fecha cerrada.

El nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha optado por una estrategia opuesta a la del firme voto en contra de su predecesor. A diferencia de Casado, no pretende desmarcarse de la extrema derecha, sino que se situará en una deliberada equidistancia entre los ultras y el Gobierno progresista, absteniéndose en la votación y con un discurso que, según fuentes de la dirección popular, centrará el tiro en el Ejecutivo de Pedro Sánchez y soslayará a Vox y a su candidato, el exdirigente comunista Ramón Tamames, aunque sí cuestionará la moción. El político gallego ha tomado esta decisión estratégica sin discutirla con el partido, más allá de su núcleo duro. Ni siquiera la dirección del grupo parlamentario popular había debatido la posición ante la moción de censura cuando Feijóo anunció el voto.

El debate interno ha estado ausente, pero no significa que no haya discrepancias. Algunos barones populares de peso defienden en privado que el PP debería considerar el voto en contra, porque Vox “quiere crecer solo a costa del PP”, así que hay que pasar al ataque ante la cercanía de las elecciones del 28 de mayo. “Tenemos que pasar de la estrategia de no pisarles la manguera a darles nosotros también”, apuestan. Estos presidentes autonómicos en ejercicio, que todavía no han comunicado al líder su desacuerdo con la abstención, albergan la esperanza de que Feijóo reconsidere el voto, aunque esta semana ha confirmado que mantiene su criterio.

El problema, también, a juicio de otros dirigentes populares, es que si el discurso del partido es tan crítico con la iniciativa de la extrema derecha ―la ha calificado de “show”, de “performance”, y de “teatrillo parlamentario”― lo coherente sería un voto en contra. “Si estamos diciendo que es un circo, ¿qué sentido tiene la abstención?”, se pregunta uno. “Lo normal sería votar en contra, porque la moción es un error, pero en el debate ignorar a Vox”, argumenta. “Me imagino que, como la anterior nos salió tan mal, porque fue un éxito de Vox y el PP desarmó su lado derecho, esta vez no queremos repetir el error y nos vamos a la abstención”.

El debate interno es intenso y la abstención también es defendida por otros barones de peso. “Es lo único que podemos hacer. Debemos quitarle importancia, diluirla todo lo que podamos, porque es una oportunidad magnífica para Pedro Sánchez. Votar que no sería un disparate, porque no le puedes decir a tu electorado, que está movilizadísimo contra Sánchez, y con la que está cayendo, que votas junto al PSOE. No lo entenderían y a solo 90 días de las elecciones”, analiza otro presidente autonómico del PP.

La cercanía de las elecciones autonómicas y municipales es un factor decisivo para la estrategia del PP con respecto a sus competidores ultras. Los populares no quieren dar alas a Vox ante el 28 de mayo. En el equipo del líder creen que no pueden dejar descubierto su flanco derecho. “Ya quisiera Vox que votáramos que no a la moción, porque le regalaríamos erigirse como la única alternativa al sanchismo”, explican en el entorno directo de Feijóo. “Estamos muy cómodos en la equidistancia entre Vox y los partidos que apoyan a Pedro Sánchez, porque somos el centro. Lo que hacemos está funcionando, estamos creciendo en las encuestas, por eso desesperamos a unos y otros. Estamos ensanchando nuestro espacio ideológico”, argumentan en el núcleo duro del líder.

Feijóo cree que la moción “es una trampa, como [la reforma de] el aborto”, según su entorno, y considera que la mejor forma de escapar es la ambigüedad calculada y el perfil bajo. El líder popular estará ausente en el debate parlamentario ―aunque no es diputado, podría asistir al pleno de la moción, aún sin fecha, sin tomar la palabra, como cualquier senador; al igual que hizo en el debate sobre el estado de la nación― para evitar ser el blanco de las críticas sin poder defenderse. También, para no aparecer en la fotografía de una iniciativa abocada al fracaso y que granjeará una victoria política a Pedro Sánchez. “Abascal es un aliado de Sánchez, porque le ayuda a movilizar al electorado de izquierdas”, se quejan en el entorno directo de Feijóo.

El movimiento de Vox fuerza al líder del PP a tomar posición ante la extrema derecha, pero Feijóo quiere escabullirse. El discurso en el debate, que en principio defenderá la secretaria general y portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra ―aunque la decisión no está todavía tomada― se anticipa muy distinto al de Casado de hace tres años. Las críticas, según fuentes de la dirección, irán dirigidas a la inutilidad de la iniciativa de los ultras y al Gobierno de Sánchez. Pero el PP no prevé desmarcarse ideológicamente del reaccionarismo misógino, xenófobo y ultranacionalista de los de Abascal. “No le vamos a dar ningún protagonismo a Vox. Esta es una moción contra el PP y lo más útil es no hacerles ni caso. Si entráramos les haríamos protagonistas”, arguyen estas fuentes del comité de dirección popular, conscientes de que el Gobierno utilizará esa tibieza para arremeter contra Feijóo con el argumento de que no rompe porque quiere pactar con Abascal tras el 28 de mayo.

Hasta en la forma de comunicar el sentido del voto Feijóo se ha apartado de Casado. El líder actual dijo hace semanas que se abstendrá, mientras que el anterior guardó con celo el discurso y el voto hasta el final. “No sabíamos lo que íbamos a votar hasta que no se levantó la mano con la consigna en la votación”, recuerda un diputado. Esta vez no hay ningún misterio. Las cartas están sobre la mesa, y Feijóo intenta ganar usando una jugada muy distinta a la de Casado.

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