‘Operación Tamames’, cómo blanquear los orígenes ultraderechistas de Vox

La candidatura del exdirigente del PCE está firmada por diputados que pugnaban por acabar con el sistema democrático durante la Transición

El candidato de la moción de censura de Vox, Ramón Tamames, y el líder del partido, Santiago Abascal, a su llegada a la rueda de prensa del jueves en el Congreso.Andrea Comas

Cualquiera que sea el efecto de la moción de censura presentada por Vox, que se debatirá en el Congreso a partir de mañana martes, la formación liderada por Santiago Abascal ha conseguido ya un primer beneficio: blanquear su imagen como partido ultraderechista. Pese a su deriva ideológica, Ramón Tamames tiene un pedigrí inequívocamente democrático. Preso del franquismo por la revuelta estudiantil de 1956, dirigente del PCE en la clandestinidad, diputado en las primeras...

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Cualquiera que sea el efecto de la moción de censura presentada por Vox, que se debatirá en el Congreso a partir de mañana martes, la formación liderada por Santiago Abascal ha conseguido ya un primer beneficio: blanquear su imagen como partido ultraderechista. Pese a su deriva ideológica, Ramón Tamames tiene un pedigrí inequívocamente democrático. Preso del franquismo por la revuelta estudiantil de 1956, dirigente del PCE en la clandestinidad, diputado en las primeras Cortes democráticas, padre de la Constitución, fundador de la Federación Progresista e Izquierda Unida y miembro del CDS de Adolfo Suárez, además de prestigioso catedrático y economista y autor de varias decenas de libros, alguno tan exitoso como Estructura Económica de España, que acumula 26 ediciones. Su única mancha fue usar en 1989 su acta de concejal de IU para arrebatar al socialista Juan Barranco la alcaldía de Madrid y entregársela al centro derecha (CDS y PP).

Con la autoridad moral que le confiere su trayectoria, el profesor Tamames ha recriminado que “desde el banco azul” del Gobierno “se niegue el carácter democrático a formaciones que representan a millones de ciudadanos”. “Como es el caso de mis proponentes, que no han dejado ni un momento de observar la ley y la Constitución”, ha subrayado. Según el borrador de su discurso de investidura, que adelantó el miércoles eldiario.es, Tamames se presentará en el Congreso como uno de los últimos supervivientes de la clase política que protagonizó la transición de la dictadura a la democracia y recriminará al presidente Pedro Sánchez que ponga en peligro el espíritu de reconciliación que la hizo posible cuestionando, entre otras medidas, la ley de Amnistía de 1977 que permitió saldar cuentas pasadas.

Aunque parte del discurso lo dedicará a criticar la Ley de Memoria Democrática, a la que acusa de presentar una visión “idealizada” de la Segunda República, lo que se pondrá en revisión no es la historia de la Guerra Civil y la dictadura, sino la de la Transición a la que, según Tamames, el PSOE y sus socios han traicionado. La paradoja radica en que el partido que patrocina al candidato no es el heredero del sector del franquismo que abrazó la democracia y pilotó la transición, sino del que se opuso a la misma e intentó torpedearla, incluso violentamente. Algunos de quienes han prestado su firma para proponer a Tamames como candidato ni siquiera son herederos, sino que militaron personalmente en las fuerzas políticas que intentaron hacer naufragar la frágil y recién recuperada democracia.

Por ejemplo, Juan José Aizcorbe Torra, diputado de Vox por Barcelona, portavoz en la Comisión de Trabajo y suplente de la Diputación Permanente del Congreso. En octubre de 1982, cuando el PSOE ganó por mayoría absoluta las elecciones generales, Aizcorbe se presentó como número cuatro en la candidatura barcelonesa de Fuerza Nueva, el partido del neofranquista de Blas Piñar que aspiraba a perpetuar la dictadura e instaurar en España un Estado confesional que prohibiera el divorcio y suprimiera las autonomías. Tras el fracaso de Fuerza Nueva, en 1988, se presentó al Parlamento catalán por las Juntas Españolas, surgidas de un llamamiento de Antonio Izquierdo, director del diario El Alcázar y promotor del golpe de Estado del 23-F. Su peregrinar por los grupúsculos de la extrema derecha le llevó un año después a figurar en la lista del Frente Nacional para el Parlamento Europeo. No se trataba de una fiebre juvenil, entonces ya había cumplido 30 años. Pero tendría que esperar otros 30 para conseguir, al cuarto intento, su acta de parlamentario; esta vez como número dos en la lista de Vox por Barcelona en las elecciones de noviembre de 2019.

El siguiente en esa misma candidatura era Juan Carlos Segura Just. En junio de 1980, con 20 años, fue detenido por participar en un ataque con cócteles molotov contra la sede en Barcelona de la Unión de Centro Democrático (UCD), el partido de Adolfo Suárez que hizo posible el pacto constitucional. Segura Just, miembro del Frente Nacional de la Juventud, una escisión neofascista de la rama juvenil de Fuerza Nueva, fue condenado a un año de cárcel. En mayo de 1982 resultó detenido de nuevo por la quema de la figura del rey Juan Carlos en el Museo de Cera de Barcelona, pero no fue encausado.

Segura Just consiguió su escaño en el Congreso, donde mañana martes se sentará para escuchar a Tamames, en mayo de 2021, después de que el actual secretario general del partido, Ignacio Garriga, dimitiera para presentarse candidato al Parlamento catalán. Estrecho colaborador de Garriga es el poderoso vicesecretario de Organización de Vox en Barcelona, Jordi de la Fuente, exdirigente del Movimiento Social Republicano (MSR), de ideología neonazi, por el que se presentó candidato en las elecciones al Parlamento Europeo en 2010. De la Fuente fue detenido en 2009 por unas pintadas antisemitas junto a una sinagoga en Barcelona y, una década después, acusado del ataque xenófobo a un centro de menores en El Masnou (Barcelona), que dejó cuatro heridos. Admirador y prologuista de Alexander Duguin, el ideólogo de cabecera de Putin, ha colaborado con medios del Kremlin, como RT, donde ha defendido la política rusa en Ucrania. Antes de desembarcar en Vox, fue dirigente de la racista Plataforma per Catalunya (PxC), como el presidente de Vox en Barcelona, Joan Garriga, primo del secretario general del partido.

La lista de dirigentes de Vox que militaron en grupúsculos violentos de extrema derecha incluye a Jorge Cutillas, diputado de la Asamblea de Madrid y exsecretario general de Patria y Libertad, detenido en 1982 por apedrear un autobús con escolares vascos en Madrid; o Kiko Méndez Monasterio, que fue dirigente de la Alianza por la Unidad Nacional (AUN) —el grupo de Ricardo Sáenz de Ynestrillas, hijo del comandante golpista asesinado por ETA— y condenado por agredir en 1998 en la universidad a un grupo de estudiantes entre los que figuraba el que sería más tarde líder de Podemos, Pablo Iglesias.

La candidatura de Tamames también está firmada por Ricardo Chamorro, portavoz de Vox en la Comisión de Agricultura del Congreso, que en 1999 fue candidato al Parlamento Europeo por Democracia Nacional, junto a exdirigentes del partido nacionalsocialista CEDADE; y, al año siguiente, concurrió en la lista al Congreso por Palencia de España 2000, una plataforma de grupos de extrema derecha.

Pero el más destacado de los antiguos camisas azules que se sentarán junto a Tamames en los escaños del grupo parlamentario ultra es el exsecretario general y ahora vicepresidente de Vox Javier Ortega Smith, que fue militante de Falange, la versión española del partido fascista italiano, hasta los 23 años. En su libro Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron (Ediciones Akal, 2023), Xavier Rius Sant ha repescado los artículos que Ortega escribió en Así, el boletín de Falange Española de las JONS en el distrito madrileño de Ciudad Lineal, entre 1986 y 1988. En uno de ellos, recrimina la tibieza de los nostálgicos que homenajeaban a Franco cada 20 de noviembre, pero habían renunciado a hacer la revolución nacional-sindicalista e instaurar de nuevo en España un régimen de partido y sindicato únicos.

Artículo de Javier Ortega Smith en 'Así', el boletín de Falange en Ciudad Lineal (Madrid).


Todo el mundo puede evolucionar ideológicamente y renegar de su pasado. El propio Tamames ha argumentado que, en realidad, nunca fue comunista y que si se afilió al PCE fue porque era la única organización desde la que se podía luchar contra la dictadura. Nunca compartió, ha insistido, ni la dictadura del proletariado ni el denominado socialismo científico.

Ningún dirigente de Vox ha hecho una autocrítica semejante. En noviembre de 2018, ya con 50 años y como secretario general de un partido que estaba a punto de entrar en las instituciones democráticas, Ortega pronunció un discurso laudatorio de José Antonio Primo de Rivera, difundido por La Marea, en el que aseguró que el fundador de la Falange combatió en los años treinta del siglo pasado a los mismos “enemigos de la patria” a los que Vox se enfrenta ahora, “aunque vayan cambiando de nombre y de formas”. A su lado se sentaban los máximos responsables de la Fundación Francisco Franco.

Cuando preguntaron al vicepresidente primero de Vox, el eurodiputado Jorge Buxadé, si se arrepentía de su pasado falangista, respondió. “De lo que me arrepiento es de haber militado en el PP”. La publicación de la noticia de que Buxadé había sido candidato por Falange Española de las JONS en 1995 y por Falange Auténtica en 1996, como podía comprobarse en listas electorales publicadas en el BOE, hizo que Vox prohibiera a EL PAÍS acceder a sus ruedas de prensa.

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