La anhelada residencia de ancianos que unió al PP y a IU para tumbar al PSOE en Candelario
Una moción de censura entre conservadores e izquierdistas descabalgará a los socialistas de la alcaldía de un pueblo de Salamanca por no culminar una promesa electoral
—Miguel, ¿es Elvira una fascista?
—¡No! Es muy trabajadora y la mejor alcaldesa que puede tener el pueblo.
—Elvira, ¿es Miguel un socialcomunista bolivariano?
—¡Qué va! Lo he visto desde pequeño luchar por su pueblo.
La política hace extraños compañeros de Ayuntamiento. Más aún la política local, donde las siglas a menudo se aparcan y el nombre y el apellido abanderan los programas. El PP e IU de Candelario (Salamanca, 800 habitantes) se han unido para presentar una moción de censura contra el alcalde actual, el socialista Pablo Hernández. El PSOE gobernaba desde 20...
—Miguel, ¿es Elvira una fascista?
—¡No! Es muy trabajadora y la mejor alcaldesa que puede tener el pueblo.
—Elvira, ¿es Miguel un socialcomunista bolivariano?
—¡Qué va! Lo he visto desde pequeño luchar por su pueblo.
La política hace extraños compañeros de Ayuntamiento. Más aún la política local, donde las siglas a menudo se aparcan y el nombre y el apellido abanderan los programas. El PP e IU de Candelario (Salamanca, 800 habitantes) se han unido para presentar una moción de censura contra el alcalde actual, el socialista Pablo Hernández. El PSOE gobernaba desde 2015 y prometió una residencia de ancianos, infraestructura clave en pueblos envejecidos como este —en Candelario, cerca de la mitad de la población supera los 60 años— donde sus mayores acaban en complejos de otros municipios porque el suyo no tiene. Se trata de una cuestión tanto de proximidad como de orgullo, pues Candelario presumió el siglo pasado de un vanguardista asilo, que acabó cerrado en 2005. El afán de abrir de nuevo un geriátrico ha acarreado el pacto de PP e IU para que Elvira Martínez sea la próxima alcaldesa y la secunde Miguel Rodero. La moción de censura se votará el próximo viernes, 29 de diciembre.
La ermita de la parte baja de Candelario acoge un pequeño debate entre los sorprendentes aliados, una sorpresa con asterisco según los interpelados: una cosa son el ruido y los bloques nacionales y otra el parlamentarismo local. Martínez, de 54 años, nunca quiso “saber nada” del politiqueo pero en su primera andadura municipal se ha visto como regidora. Las elecciones de mayo arrojaron un resultado igualado: ganó el PSOE con tres concejales y 222 votos, un edil más de los que obtuvieron tanto el PP como IU, con 202 y 174 sufragios cada uno. Las negociaciones no fructificaron y se inició una legislatura con los socialistas en solitario. Ya entonces, admiten sus rivales, hubo contactos en busca de una alianza que resulta contra natura en Madrid pero no tan extraña en la periferia. “La crispación nacional se nota en lo local, pero fue fácil dialogar”, explica Rodero, de 39 años. “Yo no digo que voy a pactar con el PP sino que voy a pactar con Elvira, aquí nos conocemos todos”, argumenta el charro. Ella insiste en que el interés por Candelario, antaño emblema de la industria chacinera y el embutido y hoy en declive demográfico, marca la entente.
El eje del movimiento sísmico al pie de la sierra de Francia responde a la famosa residencia de mayores, eterno compromiso electoral pero sin avances. Los nuevos socios de corporación (PP-IU) calculan que costará dos millones de euros y lamentan que parte “desde menos uno” porque sus predecesores, dicen, no trabajaron por ello. Candelario maneja un presupuesto anual de 1,4 millones, y la mitad del dinero se destina a gastos corrientes de la localidad. Habrá que hacer números, admiten, y confiar en la ayuda de la Junta de Castilla y León o de otras fuentes de financiación. Según ellos, en los últimos meses el Consistorio ha gastado los 900.000 euros ahorrados en los últimos años, remanente clave para la infraestructura.
El PSOE local ha evitado hacer valoraciones sobre la moción de censura y no ha posibilitado que este diario hablara con el regidor, Pablo Hernández, que seguirá en el cargo hasta el 29 de diciembre al mediodía.
“Deberíamos ser un ejemplo como gente de base, me gustaría que en el Congreso hubiese más acuerdos cuando hay problemas generales. La ciudadanía se está desconectando de la política, los ven como autómatas y se vive con tristeza”, reflexiona Rodero. La inminente alcaldesa promete trabajo y pide tiempo para evaluar sus acciones.
Un banco al sol, con varios mayores sentados y comentando la actualidad, sirve como termómetro del ánimo social. “El que entre que lo haga bien, yo no digo nada que así no ofendo a nadie”, señala un hombre. Una mujer cataloga así la labor del alcalde saliente: “Ni bueno ni malo, ni malo ni bueno”. Las calles de Candelario lucen cuidadas y no se aprecian graves carencias a primera vista, pero la inacción con la residencia mueve montañas políticas. Sergio Macías y Sonia Hernández, de 24 y 57 años, charlan ante su casa sobre la moción: “En los pueblos lo importante es la gente, los que estaban no estaban haciendo mucho pero es raro porque los nuevos son totalmente opuestos”, dice Macías. Ambos recurren a un viejo tópico para sostener esa pulsión de cambio: “Muchos años de un político o de un entrenador en el fútbol acaban siendo un tostón”. “No hay iniciativas ni gente joven”, lamenta el veinteañero, ante la atenta mirada de una vecina, con bata rosa, desde una ventana.
-¡Baja, Dioni!
Y Dionisia Neila, de 87 años, baja. “Sería una alegría la residencia, hay mucha gente repartida por la comarca”, reivindica. “Mejor estar en el pueblo, ¿verdad, Sergio?”, sonríe la anciana, sabedora de que las escaleras de su casa pueden hacer que en el futuro acabe en un centro geriátrico. Hace un mes se llevaron a Manolo y a Angelines a la residencia del cercano Ledrada. Más pesimista se muestra Isabel Martín, de 80 años apoyados en un bastón. “La residencia nos vendría muy bien pero es muy difícil”, suspira, rumbo a casa para cuidar de su marido inválido.