Feijóo insiste en que Sánchez dimita: “Déjelo ya, sea usted responsable”
El presidente sitúa al PP como parte de “una internacional ultraderechista de tres cabezas” y lo culpa del éxito del “señor Alvise”
Pasaron las elecciones y el volumen de la oposición bajó un par de grados en el Congreso. En la primera sesión de control tras las europeas, no faltaron este miércoles las menciones a un Gobierno supuestamente “acorralado por la corrupción”, en palabras de Alberto Núñez Feijóo. Tampoco las gracias sobre “Begoña” ―así, sin apellidos, con una familiaridad adornada de insinuaciones delictivas― de su escudero y portavoz parlamentario, Miguel Tellado,...
Pasaron las elecciones y el volumen de la oposición bajó un par de grados en el Congreso. En la primera sesión de control tras las europeas, no faltaron este miércoles las menciones a un Gobierno supuestamente “acorralado por la corrupción”, en palabras de Alberto Núñez Feijóo. Tampoco las gracias sobre “Begoña” ―así, sin apellidos, con una familiaridad adornada de insinuaciones delictivas― de su escudero y portavoz parlamentario, Miguel Tellado, ese hombre en embestida permanente, contra quien se volvieron con gestos airados los ministros Pablo Bustinduy y Mónica García por los comentarios que mascullaba tras ellos mientras hablaba el presidente del Gobierno. Pero, comparado con el raudal de acusaciones de las últimas semanas, el debate se sosegó bastante. En lo que no cede el PP es en su exigencia de que se vaya Pedro Sánchez. “Déjelo ya, sea usted responsable”, le reclamó Feijóo.
Los populares prolongaron las escenas triunfales que ofrecen ante las cámaras desde la noche del domingo y acogieron la llegada de su líder al hemiciclo puestos en pie y en postura de ovación. Sánchez se tomó con sarcasmo ese aire victorioso que se gastaba el PP y saludó así a Feijóo: “Enhorabuena, porque ha logrado que los suyos le permitan continuar al frente del partido”.
Sin obviar las alusiones a la supuesta corrupción, Feijóo se centró en otra línea de ataque: este es un Gobierno “desbordado”, “paralizado”, que pierde votaciones en el Congreso, donde “se tramitan más leyes desde la oposición que desde el Gobierno” (un dato que se apresuró a desmentir el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Rafael Simancas). “No eternice lo que es inviable, esto ya no da más de sí”, insistió el líder de la oposición. La idea siguió resonando como un eco en las preguntas posteriores del PP a los ministros: “Un Gobierno en extinción” (Cuca Gamarra), “ultraacabado” (Macarena Montesinos) o “un barco en llamas” (Elías Bendodo)
Feijóo advirtió de antemano a Sánchez para que no le replicase con “la derecha, la ultraderecha y Franco”. Excepto en la mención al dictador, el presidente corroboró en todo lo demás el vaticinio del líder popular. El Gobierno ha encontrado en el éxito del agitador digital Alvise Pérez una nueva arma arrojadiza contra la oposición. De ahí extrajo Sánchez la conclusión de que se está enfrentando a una “internacional ultraderechista de tres cabezas” y que la irrupción de Se Acabó la Fiesta es consecuencia de la “polarización” impuesta por el PP. El presidente volvería sobre la misma idea y las mismas menciones al “señor Alvise” en el duelo con Santiago Abascal, quien se erigió en defensor de todas las grandes estrellas de la galaxia ultra: Milei, Netanyahu, Orbán, Le Pen, Meloni…
Sánchez había aludido en el choque con Feijóo a las declaraciones de este la pasada semana, cuando dejó la puerta abierta a una posible moción de censura con el apoyo de Junts. Eso dio pie a Gabriel Rufián, de ERC, a preguntar al presidente si teme esa censura y a dar rienda suelta a su inagotable vena vitriólica: “Una moción de censura de Feijóo con Puigdemont para castigar a Sánchez por pactar con Puigdemont”. Rufián insistió en el vaticinio que repite a menudo de que PP y Junts se acabarán entendiendo e instó a Sánchez a dejar de “jugar al malmenorismo” y de escribir cartas para responder a los “fascistas”. “Tiene el BOE”, lo emplazó. Con tono muy suave, el presidente replicó que las palabras de Rufián son “contradictorias” con el pacto de ERC y Junts para la Mesa del Parlament de Cataluña. Y ahí colocó el anuncio, que luego desarrollaría en una entrevista en TVE, de que antes de que acabe el verano presentará un “paquete de calidad democrática”.
El PP recurrió a la dimisión de Yolanda Díaz como coordinadora de Sumar para sustentar su tesis de que el Gobierno se está derrumbando. “Ha dimitido un poquito”, ironizó Feijóo. Tellado no podía faltar a esa cita y llamó a Díaz “vicepresidenta fija discontinua”. Gamarra hizo algo más acrobático: preguntar por la vicepresidenta segunda a la vicepresidenta primera. Ni esta última, María Jesús Montero, ni antes Sánchez mordieron el anzuelo.
Como sucede a menudo, los diputados registran preguntas con un tema determinado y cuando llega el momento de formularlas salen con otro tema cualquiera. La presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, recordó en varias ocasiones que los interpelantes deberían ceñirse al asunto planteado, pero allí cada uno iba a lo suyo. La vicepresidenta tercera y reciente cabeza de lista del PSOE en las europeas, Teresa Ribera, se quejó de que los populares registrasen a última hora del martes sendas preguntas sobre energía y al llegar al hemiciclo le hablasen de las elecciones. También la ministra de Defensa, Margarita Robles, afeó a la líder de Podemos, Ione Belarra, que presentase un texto en el que se interesaba por las medidas para “garantizar la paz” y que al tomar la palabra la conminase a opinar si el Gobierno israelí es genocida.
El cambio de tercio más llamativo lo protagonizó el popular Pedro Navarro. “¿Considera usted que este Gobierno protege adecuadamente el prestigio de la Universidad española?”, rezaba su pregunta a la ministra de Ciencia y Universidades, Diana Morant, para cerrar la sesión de este miércoles ¿Y de qué preguntó Navarro? De “Begoña” y su cátedra en la Complutense, para gran alborozo de la bancada popular, cuya pasión había decaído mientras se hablaba de temas como la economía o la sanidad.