Irene Montero: “Tengo ganas de llegar aún más lejos”
La exministra de Igualdad afirma que la dimisión de Errejón muestra que el feminismo “lo está cambiando todo”
Irene Montero Gil (Madrid, 36 años) tiene la cabeza en cientos de sitios. Entra en la sala, bromea consigo misma porque siempre tiene frío, saca de la mochila un termo con agua con limón, mira de reojo las preguntas por si acaso, echa de menos una nueva temporada de Paquita Salas y se reconoce como seguidora de Sálvame. Cuando se relaja, se ríe a carcajadas y remata las respuestas con un “cariño”. La exministra de Igualdad,...
Irene Montero Gil (Madrid, 36 años) tiene la cabeza en cientos de sitios. Entra en la sala, bromea consigo misma porque siempre tiene frío, saca de la mochila un termo con agua con limón, mira de reojo las preguntas por si acaso, echa de menos una nueva temporada de Paquita Salas y se reconoce como seguidora de Sálvame. Cuando se relaja, se ríe a carcajadas y remata las respuestas con un “cariño”. La exministra de Igualdad, hoy eurodiputada, viene a hablar de su primer libro, Algo habremos hecho, editado por Navona, y aprovecha para reivindicarse a sí misma y la labor de Podemos. Deja claro que no tiene intención de acabar su carrera política en Europa, que hay ganas de ir “aún más lejos”.
Pregunta. Ante este primer libro, ¿cuánta gente le ha dicho: “Hija, ¿qué necesidad había?”?
Respuesta. Nadie, me ha animado todo el mundo y no he publicado un solo capítulo sin que lo hayan visto algunas personas que para mí son importantes. Por supuesto, mi secretaria general, Ione Belarra. Parte del motivo de escribirlo, por eso se llama Algo habremos hecho, es lo que tantas veces nos dicen a las mujeres para culparnos de las violencias que se ejercen contra nosotras o de las desigualdades que sufrimos, en plan: “Oye, al final tú te lo has buscado, si hubieses hecho las cosas de otra manera no te habría pasado”. Es una forma de conjurarnos frente a eso.
P. Si Yolanda Díaz es el mayor error político que ha cometido Podemos, ¿confiar en Pedro Sánchez y en el PSOE ha sido el segundo mayor?
R. Siempre hemos sido bastante conscientes de que éramos una piedra en el zapato para el poder establecido en España y no solo para los sectores más reaccionarios, sino también para una progresía política y mediática que necesita, que quiere, que piensa que el estado normal e ideal de las cosas es que el PSOE sea la única referencia electoral de la izquierda. Sí creo que nunca hemos pecado de ingenuidad, es que España necesita una dirección de Estado progresista, feminista, plurinacional y para eso nos tenemos que entender el PSOE y la izquierda. Entonces, mejor hacerlo con confianza.
P. ¿Usted pensó desde el principio que era un error nombrar a Díaz?
R. Si lo hubiese tenido tan claro, lo hubiese defendido de otra manera. En aquel momento llevábamos un año de Gobierno y la obsesión era tener más fuerza porque, aunque al final, lo que nos decían que no se podía lo terminábamos consiguiendo, era a costa de negociaciones muy difíciles [con el PSOE] y de unos ataques mediáticos muy duros. Entonces, nuestro análisis estaba correctamente articulado, necesitábamos una candidatura que pudiese ampliar el espacio para tener más poder de gobierno. En la medida en que esos objetivos no se han cumplido, se ha demostrado como un error político.
P. ¿Es Zapatero el único socialista que no le ha decepcionado?
R. No es el único, pero es uno muy importante y al que al que le reconozco el respeto, la admiración. Ha sido enormemente generoso en momentos en los que no tendría por qué. También ante todo digo que es un militante del PSOE, nunca ha hecho nada que perjudicase a su partido, de hecho, creo que cada vez que apoyaba al Ministerio de Igualdad y las leyes que sacábamos, estaba lanzando un mensaje a la propia militancia y votantes del PSOE diciendo: “Esto es nuestro patrimonio también, no se lo entreguemos a Podemos o a Irene Montero exclusivamente”.
P. De todas las deslealtades y decepciones de estos años, ¿cuál le ha dolido más?
R. En términos políticos, el conseguir que triunfe una operación política de régimen articulada desde la progresía mediática y política para sustituir a la dirección de ese espacio electoral por otra dirección que fuese cómoda para el PSOE y que le entregase de facto todo el poder.
P. ¿Le han decepcionado los líderes políticos de su espacio? Yolanda Díaz, Alberto Garzón…
R. Me hablaba de decepción y deslealtad, que no es exactamente lo mismo, y yo intento hacer una lectura en términos políticos, porque en términos personales claro que duele. En el libro cuento que en estos años sostener y crear un espacio de seguridad en lo más íntimo y con la gente que más quiero ha sido una de las cosas más bonitas y también más necesarias para afrontar la violencia política contra nosotras. Haber dejado pasar a ese espacio de confianza a personas que no lo han querido cuidar es enormemente doloroso, pero al final esos dolores los dejo entrever, no los oculto, hay veces que callo más de lo que a lo mejor a otra gente le hubiese gustado. En los momentos más difíciles el PSOE siempre intentaba quebrar nuestra posición política, abriendo vías paralelas de negociación.
Haber dejado pasar a tu espacio de confianza a personas que no lo han querido cuidar es enormemente doloroso
P. ¿Cómo se le quedó el cuerpo con las noticias acerca de Íñigo Errejón?
R. No pensaba que fuese a pasar. De hecho, ese día yo estaba volando desde Estrasburgo a Madrid y cuando monté en el avión, que sabía que podría suceder, lo último que les dije fue: “No va a pasar”. Cuando bajé del avión, Íñigo había dimitido y para mí es una muestra de que el feminismo lo está cambiando todo.
P. ¿En Podemos nunca sospecharon nada?
R. Desde hacía un año, cuando había un testimonio mucho más explícito del que se publicó ahora en la cuenta de Cristina Fallarás, nadie podía decir que no lo sabía.
P. Si todo el mundo lo sabía, ¿cómo es posible que fuera en las listas electorales?
R. Esa pregunta se la tiene que hacer a quien decidió hacer las listas. A Yolanda Díaz, a Mónica García...
P. Podemos formaba parte de esas listas.
R. E hicimos lo que teníamos que hacer, que era hablar con Yolanda.
P. Y cuando ella les dijo que ya estaba cerrado, no hicieron nada más.
R. Hicimos todo lo que podíamos hacer.
P. ¿Cómo se explica que haya llegado tan lejos alguien que ha reconocido determinados comportamientos?
R. Eso hasta ahora era la normalidad, el machismo es eso, que agresores sexuales sean considerados como hombres prestigiosos, muy reconocidos y necesarios en cualquier ámbito profesional. Eso se protegía, se consideraba una cosa del ámbito de lo privado, el “vamos a separar la obra del autor”. Es lo que está transformando el feminismo, diciendo que las violencias sexuales son una realidad estructural y que tenemos que ser capaces de romper el silencio, de acompañar y proteger a las mujeres víctimas.
P. ¿Ha sufrido persecución la actriz Elisa Mouliaá por denunciar?
R. Sí, como cualquier víctima que rompe el silencio y más en un caso mediático. De la experiencia que ella ha contado se ha puesto en cuestión todo, como si no supiésemos desde hace mucho que una mujer puede mantener el vínculo con su agresor durante días, semanas, meses, o años. En el ámbito rural, la media de sostenimiento de las relaciones de pareja cuando hay violencia de género es de 20 años, por muchos motivos. Eso es la transformación que hace la ley solo sí es sí respecto a las violencias sexuales, que desde ese momento el Estado tiene obligaciones con las víctimas, aunque no denuncien.
Como con cualquier víctima, de la experiencia que ha contado Elisa Mouliaá se ha puesto en cuestión todo
P. El beso no consentido de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso, la docuserie sobre Rocío Carrasco, la portada de Ana García Obregón saliendo de un hospital de Miami con su nieta en brazos, nacida por vientre de alquiler. ¿No cree que la política a veces desprecia estos asuntos, cuando son los que calan en rincones donde no llega el Parlamento?
R. Me avisaron de que la docuserie de Rocío iba a salir, y lo vi en directo. Lloré y para mí fue muy bestia, no solamente ese día, sino luego viendo imágenes y otros programas comentando la vida de Rocío Carrasco, legitimando a su agresor y cuestionándola a ella. Tuvimos clarísimo que había que entrar. En todos los programas de entretenimiento o de corazón hay una carga política enorme de formas de estar en el mundo que se legitiman y que no, que tienen que ver con la identidad de género, con la orientación sexual, con la clase social, hasta con el pago o no de impuestos. Por otro lado, si tú legitimas que una mujer por ser famosa puede hacer uso de lo que es en España una forma de violencia contra las mujeres como es la explotación reproductiva, eso también es una decisión política que toman esas revistas.
P. ¿Es imprescindible una candidatura de unidad a la izquierda del PSOE para evitar un Gobierno del PP y Vox?
P. Si cumplimos con la tarea política de que la izquierda esté fuerte en España, la forma en la que eso se concreta organizativamente va a ser funcional a ese objetivo. Lo prioritario ahora es que la gente que quiere cambiar las cosas sepa que se puede y que tiene derecho a hacerlo. El PSOE también tiene una tarea, que es hacerse cargo de los restos de las operaciones políticas que ha impulsado estos años para intentar acabar con la izquierda y asumir que no es el único referente electoral de los sectores progresistas y que con la izquierda puede tener una relación de cooperación y no de subordinación.
P. ¿Es Yolanda Díaz un obstáculo insalvable para una candidatura de unidad?
R. El centro está tanto en que la izquierda esté fuerte como en que el PSOE asuma que los esfuerzos tienen que estar dedicados a cooperar con la izquierda y no a tratar de subordinarla. Si esos elementos se dan…
P. ¿No hacen falta pasos atrás?
R. Lo demás va a ir saliendo sólo.
El PSOE debe asumir que con la izquierda puede tener una relación de cooperación y no de subordinación
P. Ahora que están en la oposición, ¿no corren el riesgo de pasarse de la raya en las críticas al Gobierno? La legislatura anterior se tragaron varios sapos.
R. Nos comimos muchos sapos y conseguimos que pasasen muchas cosas que el PSOE no quería, como la ley trans, la de vivienda, el escudo social o el ingreso mínimo vital. El problema de ahora no es el intercambio de sapos, el problema es que en este Gobierno solo manda Sánchez y que cuando solamente manda el PSOE, el PSOE tiende a la dinámica bipartidista y consigue con sus acuerdos bipartidistas como el del CGPJ [Consejo General del Poder Judicial] que la derecha mande aunque no gobierne.
P. ¿Prefieren que se convoquen elecciones a este Gobierno, aunque pueda ganar la derecha?
R. Lo que nosotras vamos a hacer es trabajar para que haya una izquierda fuerte, porque lo que preferimos es que en España se pueda seguir avanzando en derechos y se pueda seguir haciendo frente a las injusticias desde las instituciones.
P. ¿Este libro puede leerse como una presentación como candidata a las generales?
R. Como una voluntad de ir aún más lejos en la posición que la militancia de Podemos decida, que sea más útil, pero que yo tengo ganas, sí, tengo ganas de llegar aún más lejos. A mí estos 10 años y la memoria de estos 10 años me llenan de esperanza, me convence de que es posible y voy a aportar mis mejores esfuerzos desde donde la gente quiera y, sobre todo, Ione y la militancia de Podemos.