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Unos 38.000 vecinos de Sevilla sufren frecuentes cortes de luz en plena ola de calor

Los ciudadanos vuelven a sufrir temperaturas extremas sin electricidad en un drama enquistado durante años

Ola Calor
Rocío Barragán, vecina del barrio de Palmete de Sevilla que sufre frecuentes cortes de luz, enciende una linterna junto a su esposo Antonio Rincón, este miércoles.PACO PUENTES
Javier Martín-Arroyo

Esta semana la temperatura en Sevilla ha alcanzado los 42,9 grados en plena ola de calor. Sin luz, soportarlos es una odisea, un infierno, una muerte en vida, repiten los vecinos. “Es inhumano y dormimos en la azotea. Los animales están mejor que nosotros porque al menos no pagan la luz”, se queja furiosa Mari Luz Fuentes, de 59 años y con una hija. Como esta vecina del barrio de Palmete, casi 40.000 sevillanos -el 5% de su población- sufren frecuentes cortes de electricidad a pesar de las temperaturas extremas que soporta la capital andaluza.

Por primera vez, la distribuidora Endesa ha puesto cifras al angustioso problema de los cortes de luz que se repiten cada año: 15.503 familias están afectadas en cinco barrios con 39 transformadores eléctricos que saltan por sistema. Dado que el tamaño medio del hogar en España es de 2,5 personas según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los perjudicados se elevan a una cifra estimada de 38.757 habitantes solo en Sevilla. Entre ellos miles de niños que pasan calor y frío extremos y sufren problemas de higiene y de alimentación, además de vecinos electrodependientes con dificultades para respirar y que necesitan la red para recibir oxígeno.

El drama lleva años reproduciéndose cada verano e invierno con los picos de consumo ante temperaturas muy altas o bajísimas. Pero lo peor es que la distribuidora eléctrica no ve la manera de frenar los cortes y avisa de que seguirán, porque los achaca a los narcopisos con plantaciones de marihuana que disparan la demanda, ante la impotencia y rabia vecinal en estos barrios humildes. Endesa sube la potencia eléctrica, pero las plantaciones a cubierto aumentan en paralelo y miles de vecinos pagan justos por pecadores. Nadie vislumbra un final para esta tragedia de hasta 22 horas al día sin luz: ni los vecinos, ni Endesa, ni el Ayuntamiento, ni la Junta, ni la Policía. De momento solo ganan los narcos.

La plataforma Barrios Hartos de Sevilla que aglutina a los perjudicados duplica esa estimación oficiosa de 38.757 vecinos porque denuncia que son 10 los barrios afectados por los apagones y no cinco. En Granada los cortes de luz también son continuos y Endesa reconoce que afectan a 4.875 familias, lo que se traduce en una estimación de 12.187 personas que viven sin luz cuando el termómetro aprieta.

Manifestación de la plataforma Barrios Hartos de Sevilla por los continuos cortes de luz que sufren, este jueves.
Manifestación de la plataforma Barrios Hartos de Sevilla por los continuos cortes de luz que sufren, este jueves. PACO PUENTES

Rosario Villanueva, de 74 años, clama desde su silla de ruedas porque tanto ella como su marido, que es ciego, sobreviven a duras penas sin electricidad. “Nos tiramos a las calles porque están más frescas que la casa, solo tengo ganas de llorar y sufro sin parar. Sin luz no me funciona el aviso de la teleasistencia que tengo. Si yo me caigo de la silla o mi marido tropieza, ¿a quién llamo?”, lamenta. En mitad de la conversación, a las 11.45 de este miércoles, el suministro ha vuelto a caerse en su calle.

A pocos metros de distancia, en el cruce de las calles Indulgencia y Afecto, está el transformador que se ha incendiado varias veces y cuyos fusibles saltan con frecuencia. En el suelo permanecen esparcidas las cajas de fusibles de cuchilla NH marca Temper y las bolsas de plástico dejadas por los operarios de Endesa en su última visita. Pero también están los viejos fusibles, guantes y restos de material desechado que los testigos achacan a los técnicos. En los días más calurosos, el pasado fin de semana los vecinos, airados, bloquearon la línea de autobús, la policía acudió y a continuación Endesa mandó a sus técnicos. Sin embargo, la última vez la línea de autobús cambió su itinerario para no atravesar el barrio, denuncian los vecinos.

“Ni recogen sus restos. Vienen, cambian los fusibles y lo dejan todo tirado, es vergonzoso. La gente está muy quemada y por eso la policía interpretó que estábamos amenazando a una conductora de autobús. Porque nos están matando en vida”, protesta Jesús Domínguez, de 40 años. Su vecino Juan Torres se ha comprado un generador eléctrico alimentado con gasolina que le dura unas dos horas y media y cuyos humos puede sacar de su hogar porque dispone de patio.

Los testimonios desgarradores se suceden: “¡No puedo más! Esto es asfixiante y no sabes cómo avanzar en el día con 45 grados (se le entrecorta la voz)... Tengo a mi hijo de 18 años sin poder hacer su matrícula y los test del carné de conducir porque no tiene internet”, cuenta frustrada Rocío Barragán mientras muestra su cuaderno con las llamadas a Endesa y los números de incidencias, hasta seis en un mismo día. Su marido Antonio Rincón, trabajador de la empresa pública de limpieza Lipasam, añade desesperado: “Llevo seis noches que no duermo y contemplo vender la casa, a pesar de que el barrio es bueno”.

Varios vecinos del barrio de Palmete de Sevilla, ante el transformador que no soporta los picos de demanda, este miércoles.
Varios vecinos del barrio de Palmete de Sevilla, ante el transformador que no soporta los picos de demanda, este miércoles. PACO PUENTES

Todos repiten que desde 2021 sufren “el día de la marmota” porque viven la misma situación de riesgo que el año pasado y el anterior. El problema tiene muchas aristas y las Administraciones llevan desde 2019 manteniendo reuniones periódicas con Endesa, pero sin resultados.

Endesa defiende que ha invertido en mejorar la potencia de los 39 transformadores cuestionados en Sevilla -que pasan la media tensión a baja-, pero que todos siguen saltando porque las plantaciones de marihuana se extienden en paralelo a la subida de tensión. Los clanes de narcos se enganchan de manera ilegal a la red porque sus tres cosechas de marihuana al año necesitan un consumo alto de energía con aparatos de aire acondicionado y lámparas las 24 horas del día. Cada narcopiso consume como 80 viviendas.

En la capital andaluza la distribuidora eléctrica diferencia dos tipos de barrios: los cinco con “incidencias recurrentes” y cortes de luz todo el año -Polígono Sur, Torreblanca, Palmete, Padre Pío y La Plata-, y otros con “averías puntuales” como Pino Montano y Pio XII. Endesa se queja de la cantidad de enganches ilegales y de las penas de cárcel tan bajas que acarrea el cultivo de marihuana, que propician que el delito persista porque el beneficio económico es muy alto y compensa.

“Cuanta más potencia metemos, más consumo hay. Tenemos barrios con un 18% de contratación, pero en estas zonas se han registrado picos de 10 fusibles fundidos al día por centro de transformación. Comunicamos los fraudes a las Fuerzas de Seguridad, pero necesitan más medios y la solución debe ser coral”, alega una portavoz. Endesa niega que busque ahorrar y no gaste en infraestructuras porque asegura que gana dinero con cada inversión para mejorar la distribución, ya que la ley le permite repercutirla en los consumidores.

Detalle del cuaderno de Rocío Barragán, vecina de Sevilla, donde apunta todos los cortes de luz y las incidencias recogidas por Endesa.
Detalle del cuaderno de Rocío Barragán, vecina de Sevilla, donde apunta todos los cortes de luz y las incidencias recogidas por Endesa. PACO PUENTES

Desde la plataforma Barrios Hartos, Laura Cárdenas, protesta: “¿Endesa puede criminalizar a los 10 barrios? Las inversiones son insuficientes y la situación está peor que hace un año, ahora hay barrios como San Jerónimo con problemas graves. Endesa incumple normativas nacionales y europeas con el grosor del cableado, que no está protegido”.

La Subdelegación del Gobierno, responsable de la Policía, niega la versión de Endesa y reprocha a la Junta no inspeccionar la red eléctrica: “No existe ninguna evidencia policial que relacione los apagones y los cultivos. Estamos ante un problema de inversiones”.

La Junta de Andalucía (PP), con competencias en energía, asegura que ha pedido una auditoría externa a la distribuidora para conocer “con detalle el estado real de las infraestructuras e instalaciones del suministro eléctrico” en Sevilla. La Consejería de Industria, Energía y Minas afirma que dicha auditoría ya se realizó en Granada. Este diario la ha solicitado pero no ha obtenido respuesta. En paralelo, la Junta activó hace dos semanas un “plan de garantía de suministro eléctrico” para minimizar el impacto de los cortes de luz, y ha exigido a Endesa que revise las 40 subestaciones de energía “más críticas” en ciudades como Sevilla, Granada y Almería.

El nuevo alcalde de Sevilla, José Luis Sanz (PP), se ha limitado a pedir una reunión con Endesa, que cinco días después sigue sin fecha. La esposa de Sanz, Laura Díaz, es directiva de la compañía desde hace dos décadas.

Las víctimas están desesperadas y 18 vecinos del Polígono Sur han denunciado a Endesa ante la Fiscalía por las “reiteradas interrupciones” del suministro, y el ministerio público ya ha abierto diligencias. Los vecinos censuran que están “al corriente” de sus pagos y critican la “falta de inversión y mantenimiento” por parte de la distribuidora, que ha incurrido en un “incumplimiento de contrato”. El precedente no es favorable a las víctimas, ya que una denuncia de otro vecino con contrato en regla por un corte que duró cinco meses, fue archivada por el Juzgado de lo Contencioso 1 de Sevilla.

Antonia Ruiz, de 64 años, muestra la cama de su marido, electrodependiente que padece apnea del sueño.
Antonia Ruiz, de 64 años, muestra la cama de su marido, electrodependiente que padece apnea del sueño. PACO PUENTES

Un problema enquistado durante años

¿Tiene solución este drama que cada vez afecta a más vecinos?

Eugenio García-Calderón, fundador de Light Humanity, un proyecto contra la pobreza energética, apunta a que el único remedio posible para este problema enquistado son las placas solares y las baterías, ya que dotan a los vecinos de independencia frente a los apagones de la red eléctrica. En barrios de casas bajas como Palmete la instalación es sencilla porque cada familia dispone de una azotea, pero otros como Polígono Sur, con edificios altos, necesitarían pérgolas para cubrir sus terrazas o terrenos convertidos en huertos solares. “La energía no es una opción, es vital para sobrevivir. Este terreno habría que conectarlo con un cable y ese cable sería ilegal por el monopolio de la distribución, mientras que en EE UU sería legal. Pero si tensan la cuerda con la ciudadanía, hacen que la gente se busque la vida”, zanja.

García-Calderón ha liderado el proyecto para La Cañada Real de Madrid, con 4.000 afectados por falta de luz, y donde 100 familias ya han devuelto los préstamos aportados por la iniciativa solidaria Solar Crowd, con cuotas mensuales de entre 50 y 200 euros. “El objetivo final sería una comunidad energética, pero hay muchas trabas legales y requiere mucho esfuerzo de los vecinos. Ante la negligencia y la falta de soluciones, deben reaccionar porque no tenemos políticos que den soluciones complejas ni valientes”, dice el ingeniero, cofundador de la plataforma de préstamos Solar Crowd. Y concluye: “La mitad de esas 40.000 personas en Sevilla son niños que dejas sin poder ducharse para ir limpios a la escuela o sin hacer la tarea online. Les desconectas de la vida”.

Juan Torres, vecino de la barriada Palmete en Sevilla, muestra su nuevo generador eléctrico alimentado con gasolina.
Juan Torres, vecino de la barriada Palmete en Sevilla, muestra su nuevo generador eléctrico alimentado con gasolina.PACO PUENTES

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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