El narco toma con impunidad el puerto de Barbate ante la falta de medios de la Guardia Civil
Agentes y fuerzas judiciales claman con indignación por la falta de medios que está elevando los episodios de violencia en diversos puntos de la provincia como el Guadalquivir, Sancti Petri o ahora Barbate
Viernes de fanfarria política en Algeciras. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, anuncia otra lluvia de millones para la cuarta ampliación del plan especial para luchar contra el narco del Estrecho. “Es una historia de éxito policial”, declara exultante. Diluvia y ventea con rabia en la provincia con más sequía de España. A apenas 72 kilómetros de allí, ya durante la tarde, el alcalde de Barbate...
Viernes de fanfarria política en Algeciras. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, anuncia otra lluvia de millones para la cuarta ampliación del plan especial para luchar contra el narco del Estrecho. “Es una historia de éxito policial”, declara exultante. Diluvia y ventea con rabia en la provincia con más sequía de España. A apenas 72 kilómetros de allí, ya durante la tarde, el alcalde de Barbate, Miguel Molina, recibe unos vídeos en su móvil. Aparecen hasta seis narcolanchas refugiadas del temporal en el puerto de su pueblo. Harto de no ver ni una patrullera desde hace meses, llama a la Guardia Civil de Cádiz y pide que manden a alguien. Al otro lado del teléfono le comunican que lo harán, pese a que el Servicio Marítimo del instituto armado tiene sus embarcaciones averiadas desde el martes. Desde Algeciras, le envían una zódiac de apenas seis metros de eslora y un motor para disuadir a los ocupantes de potentes semirrígidas cuatrimotoras. Dos de sus seis agentes acabarán muertos a las 20.30, asesinados por seis de los traficantes después de que le pasen por encima con su semirrígida.
“Esa no era la forma correcta. Las medidas fueron desafortunadas y desproporcionadas”, resume el alcalde, visiblemente afectado. El suceso ha revivido viejos fantasmas en Barbate, un pueblo marinero que durante el cambio de milenio sufrió en sus carnes el drama del hachís y que hoy se congratula de haber reducido al menos su tasa de paro “del 53% al 27%”, como apunta Molina. Pero también ha abierto la espita de la indignación entre agentes y fuerzas judiciales que llevan ya meses alertando de que el narco estaba volviendo a esos fueros de violencia y descaro que le hicieron famoso en La Línea en 2018. “Están crecidos, como entonces”, apunta una de esas fuentes judiciales.
Parece la motivación más plausible para comprender cómo los seis ocupantes de una de las seis semirrígidas de 14 metros de eslora que se guarecían del temporal en Barbate entendieron que lo mejor no era la evasión, como hizo el resto de embarcaciones. Que lo idóneo era comenzar a hacer peligrosos movimientos en torno a la zódiac de los agentes para luego encarar hacia ellos en línea recta y rumbo de colisión hasta pasarles por encima en un violento choque.
El impacto, calificado como “asesinato” por Grande-Marlaska este sábado en Cádiz, le costó la vida de forma inmediata a Miguel Ángel Gómez González, un agente del GEAS (submarinistas) de 39 años y natural de San Fernando (Cádiz), con pareja y una hija, y a David Pérez Carracedo, de los GAR (Grupos de Acción Rápida), que tenía 43 años, era natural de Barcelona, que estaba casado y tenía dos hijos. Además, dos guardias civiles más resultaron heridos y dos más, ilesos.
Tras el suceso —que está siendo instruido por el Juzgado número 1 de Barbate como homicidio— la Guardia Civil intensificó la búsqueda de los seis ocupantes de la narcolancha. Los tres primeros cayeron ya de madrugada, mientras se bajaban de la embarcación y les esperaban en tierra otras dos personas más (también detenidas). Los otros tres que emprendieron la huida fueron capturados en torno al mediodía, según ha explicado Marlaska, sin aportar más detalles. Parte de detenidos de la embarcación rondan la veintena y tienen antecedentes por delitos de tráfico de drogas, según confirmaron fuentes oficiales, y al menos dos son de La Línea de la Concepción y de Ceuta, según explican fuentes extraoficiales. Las mismas fuentes atribuyen las labores de pilotaje a un traficante conocido como Kiko, el Cabra, integrante del clan de los Pezpus, asentados entre la zona del Campo de Gibraltar y Marbella, y poco conocidos mediáticamente, pero que “se han hecho con todo después de la marcha de otros más grandes”.
Que los narcos no fuesen conocidos en Barbate no evitó que el grupo indeterminado de personas que les grabó en plena acción les jalease con gritos como “embísteles con dos cojones”, “montarse por lo alto y echarles al fondo” o “dale fuerte” desde uno de los espigones del puerto. “Unos mamarrachos. Esto ya no es el pueblo de la droga que era antes”, tercia un patrón que prefiere no dar su nombre mientras apura un botellín de cerveza en el mediodía de este sábado. El hombre de la mar estaba en ese mismo lugar la tarde del viernes y no se percató de que algo ocurría en el agua hasta que vio “el follón” en tierra. Pero sí estaba acostumbrado a ver esas narcolanchas protegidas de los temporales en un puerto conocido entre los marineros por ser de fácil acceso en los días de mala mar: “Llevan haciéndolo desde hace al menos tres años”. Otro parroquiano, indignado, añade: “Se creen que el puerto es suyo, pero no lo es”.
El alcalde de Barbate no tenía constancia de que los narcos “de fuera”, como se empeña en aclarar, usasen esas boyas rojas y verdes que marcan la bocana del muelle desde hace tanto tiempo. Pero sí tenía claro la alarma social que genera su presencia, en un contexto en el que “hace meses” que no ve una patrullera del Servicio Marítimo de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz, competente en esta zona. Un agente de esta institución confirma que hace tiempo que son incapaces de cubrir esa zona de la costa por mar. De ahí que la tarde de este pasado viernes Molina llamase pidiendo auxilio, alarmado por el descaro “de quien se ve en un refugio perfecto porque no hay seguridad”. Al otro lado le trasladaron que “en breve iban a proceder”. Pero el Servicio Marítimo llevaba desde el martes con sus tres lanchas inoperativas, algo ya que ha ocurrido en otras ocasiones, según confirma también ese mismo agente. Esa falta de medios —Interior ya ha anunciado la compra de nuevas embarcaciones—, unida a un cambio de turnos poco operativos para cubrir tanta costa y el aparente descenso de las operaciones de investigación compleja para desarticular grupos, se convirtieron en una tormenta perfecta.
Para cubrir la llamada de auxilio de un alcalde que también se queja de que su puesto de la Guardia Civil ya solo tiene “una patrulla terrestre”, en la Comandancia optaron por enviar a los agentes del GEAS —acompañados de guardias de los GAR— que tienen su sede en el puerto de Algeciras, a bordo de una de sus zódiacs que, gracias a su pequeño tamaño, pueden trasladar en furgonetas por tierra para una rápida respuesta. “Es como enfrentarse con un tirachinas a un yihadista”, apunta un agente. “Esto no lo he visto nunca en todos los años que llevo de especialidad. Habría que investigar quién ordenó ese dispositivo en Barbate y pedir responsabilidades. Ninguno con la especialidad del Servicio Marítimo hubiese embarcado para ese operativo”, apunta otro. Fuentes del instituto armado tan solo precisan que no es la primera vez que se usan este tipo de embarcaciones para disuasiones de traficantes y que el acento es necesario ponerlo en la respuesta “inesperada” de los supuestos autores materiales del ataque.
Pero entre los agentes, las fuerzas judiciales y la sociedad gaditana el estupor ha cundido con rapidez. Las asociaciones de la Guardia Civil AUGC y Jucil han pedido la dimisión de Marlaska. Más de 3.000 personas —según cálculos de Molina— salieron este sábado a las calles de Barbate para apoyar a los guardias civiles muertos. La idea era solo manifestarse en la plaza del Ayuntamiento, pero, de forma espontánea, acabaron marchando hasta el puesto de la Guardia Civil de Barbate, donde por la tarde la bandera ya ondeaba a media asta. “Ha ocurrido allí, pero podría haber pasado en el Guadalquivir o en Sancti Petri [entre Chiclana y San Fernando]. En todos esos sitios es cada vez más común ver narcolanchas”, apunta una fuente judicial, en referencia a puntos en los que en los últimos meses se ha producido la muerte de un traficante tras un accidente con una patrullera y el fallecimiento de cuatro inmigrantes ahogados, tras ser arrojados de una semirrígida. “Actúan con alevosía y descaro. Saben que no hay medios suficientes, también en la Justicia. Les da igual porque se creen impunes”, remacha indignada esa misma fuente.
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