Teatro a domicilio a cuenta de la Covid

‘Germanes’, Sàpiens', ‘Les noces de Fígaro’... la cartelera virtual nos abre grandes éxitos de varias salas

Una escena de sofá en 'El temps que estiguem junts', que hemos visto desde el sofá de casa.ros ribas

Primero fue aquello de cerrar las salas de más de 1.000 localidades y reducir el aforo de las de menos a un tercio de su capacidad. No convenía que la gente se apelotonase, había que sentarse a más de un metro de distancia los unos de los otros, como si se cayeran mal, para evitar posibles contagios de coronavirus. La cosa duró dos días porque las medidas gubernamentales empezaron a ser drásticas de verdad. Parece todo muy lejano, después de casi dos semanas encerrados en casa, pero solo nos remontamos a mediados de marzo. Nada.

Las salas, cerradas bajo mil llaves, empezaron a ingeniárs...

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Primero fue aquello de cerrar las salas de más de 1.000 localidades y reducir el aforo de las de menos a un tercio de su capacidad. No convenía que la gente se apelotonase, había que sentarse a más de un metro de distancia los unos de los otros, como si se cayeran mal, para evitar posibles contagios de coronavirus. La cosa duró dos días porque las medidas gubernamentales empezaron a ser drásticas de verdad. Parece todo muy lejano, después de casi dos semanas encerrados en casa, pero solo nos remontamos a mediados de marzo. Nada.

Las salas, cerradas bajo mil llaves, empezaron a ingeniárselas para mantener viva la llama del teatro. Y han surgido iniciativas de todo tipo para amenizar las horas de reclusión casera. Algunas, casi espontáneas y originales como la que ha abierto el dramaturgo Jordi Casanovas en Twitter, #coronavirusplay, que reúne piezas cortas (cortísimas, claro) de teatro sobre el tema estrella (el monotema) desde casa. Otras, más liteararias, como las lecturas de guiones de obras producidas por el TNC y editadas por Arola que propone el teatro público catalán.

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Es cierto que no es lo mismo asistir a una representación en vivo que ver una obra grabada (a menudo con cámara fija) desde el sofá de tu casa, pero esa ha sido una de las propuestas del sector: teatro a domicilio online, por supuesto. A través de las redes sociales hemos visto ópera en el Liceo, danza en el Mercat de les Flors y teatro en las grandes y pequeñas salas de Cataluña. La oferta, exquisita. Una gran ocasión para disfrutar de obras que se nos pasaron o para repetir. Por supuesto, se pueden ver desde casa. Solo desde casa.

La pequeña sala del barrio de Sants, en Barcelona, ya ha rescatado grandes éxitos made in Flyhard, como la inquietante Tortugues, la desacceleració de les partícules, de Clàudia Cedó, premio Butaca 2015; La pols, de Llàtzer Garcia, o New Order, de Sergi Pompermayer. La semana pasada fue el turno (entre otras) fue de Sàpiens, una de las obras más recordadas de hace dos temporadas en la sala Flayhard. Se repuso, pasó por la Biblioteca de Catalunya y ahora por los sofás de cientos de solones. Escrita por Roc Esquius y dirigida por Sergi Belbel, nos sumerge en una realidad distópica en la que los super sapiens se van a imponer, sin remedio, a los vulgares y cortitos sapiens, las personas normales y corrientes. Todo será cuestión de poder mental. Un texto hilvanado a la perfección, con buenas dosis de humor y con mil mensajes sobre el mundo en el que vivimos (por lo menos, los sapiens pelados). Enric Cambray, el mismo que saltaba de un personaje a otro en Les dones sàvies, se desdobla con la misma agilidad aquí, ante la mirada dominante de Mireia Portas.

Si en la Flyhard asistimos a una realidad distópica, el Lliure, en su ciclo #ElLliureAlSofa (atención, respeta los horarios del teatro: a las 20 h y a las 18 h los domingos) nos sumergió la semana pasada en una realidad (o dos, o… alguna más. O menos) espiritual en El temps que estiguem junts, del argentino Pablo Messiez con la joven Kompanyia del teatro sobre el escenario: un piso recién alquilado por una joven pareja de enamorados pero que está habitado por seis personas más: ¿fantasmas?, ¿conciencias?, ¿metáforas? A partir de mañana, Les noces de Fígaro que dirigió Lluís Homar en el 40 aniversario del Lliure, en 2016.

El grupo Focus juega con ventaja. Entre las obras de teatre que ha abierto en línea, hay también versiones para televisión que se han hecho de algunos de sus éxitos, con los mismos intérpretes, los mismos textos y, da la impresión, la misma escenografía, pero en película. Es el caso de la maquiavélica Desclassificats, de la comedia ácida El nom, o Germanes, la ya clásica y personal versión de Carol López del original de Chéjov que puso de pie a la Villarroel en 2008: un año después de la muerte del marido, la madre (Amparo Fernández) se reencuentra con sus tres hijas (Nora Navas, Aina Clotet y Maria Lanau), con un nieto (Marcel Borràs) y con el yerno (Pol Berrondo). Todo está en orden, todo es normalidad, pero surgen los secretos, las ambiciones, el dolor, las perversiones que convierten a aquella familia en una familia, bien mirada, tan normal como cualquier otra.

La danza también ha cambiado de soporte. El Mercat de les Flors ha apostado por menús coreográficos en línea con vídeos de espectáculos enteros de algunas coproducciones de este centro de danza. Hemos visto, entre otras, El lago de las moscas, de Sol Picó. Con música en directo, la bailarina y coreógrafa de Alcoi habla del paso del tiempo acompañada por el bailarín Valentí Rocamora. Danza a lo grande. Hay que verla. Aunque sea en la pantalla del ordenador.

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