Cibervigilantes contra el ‘bullying’

Alumnos del Institut Maria Rúbies, en Lleida, trasladan la vigilancia contra el acoso escolar de las aulas al día a día digital

Imagen de archivo de un grupo de alumnos en un programa contra el acoso escolar.A. García

Antes de la crisis sanitaria, controlaban el patio del colegio en busca de casos de acoso escolar. Desde hace meses, los jóvenes realizan esta labor en internet, desde sus casas. Un centenar de alumnos de tercero de ESO del Instituto Maria Rúbies, en Lleida, forman parte de Ciberguaites, una iniciativa que tiene como objetivo detectar y tratar situaciones de intimidación física o psicológica que sufren los estudiantes en el centro. El proyecto comenzó en la escuela a inicio del curso, pero la pandemia lo cambió todo. El confinam...

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Antes de la crisis sanitaria, controlaban el patio del colegio en busca de casos de acoso escolar. Desde hace meses, los jóvenes realizan esta labor en internet, desde sus casas. Un centenar de alumnos de tercero de ESO del Instituto Maria Rúbies, en Lleida, forman parte de Ciberguaites, una iniciativa que tiene como objetivo detectar y tratar situaciones de intimidación física o psicológica que sufren los estudiantes en el centro. El proyecto comenzó en la escuela a inicio del curso, pero la pandemia lo cambió todo. El confinamiento les obligó a reinventarse. Ahora vigilan que sus compañeros no sufran bullying en las redes sociales o en las aplicaciones de mensajería.

Rosa Bernat, estudiante de tercero de ESO, es una de los cuatro voluntarios que coordinan la iniciativa en el instituto. La joven, de 15 años, relata que si ellas ven algún indicio de que un individuo esté siendo acosado se ponen en contacto con un profesor. Como vigilante no puede intervenir, solo observar e informar. “Con esto del coronavirus lo hemos tenido que adaptar un poco y lo miramos desde las redes”, comenta. Monitorean Facebook e Instagram, pero menciona que también controlan grupos de WhatsApp y otras aplicaciones, en menor medida, como Twitter, Snapchat o Tik Tok. “Yo creo que hemos podido encontrar casos y hacer que estas personas se sientan mejor y que ya sufran acoso”, opina.

Su compañera Blau Granados, que también es una de las responsables, considera que es “más fácil” hablar de alumno a alumno sobre estas situaciones que con un docente, porque quizás ellos pueden llegar a pensar que se lo dirán a sus padres. La joven, de 15 años, describe que cuando iban al centro, y observaban algún conflicto, lo registraban en unas fichas para saber quiénes habían estado involucrados, qué había sucedido y para plantear cómo se podía resolver el problema. Ahora, gracias a una propuesta de los propios coordinadores, habilitaron un correo electrónico donde envían los avisos. Todos los estudiantes de tercero de ESO, unos 100 alumnos en total, se han vinculado de alguna manera con el proyecto, según los encargados de la escuela.

En Cataluña, uno de cada cuatro alumnos asegura haber sufrido acoso escolar, y un tercio de los afectados confiesa no haber pedido ayuda, según un informe de la Fundació Barça. En el texto se destaca que más de la mitad de los estudiantes ha presenciado alguna situación de bullying en los colegios, siendo la figura física el principal motivo de los ataques, por delante de los gustos personales y de aspectos como el color de la piel, la cultura o la religión. Además, la entidad señala que el 76% de los docentes admiten no sentirse preparados para afrontar este tipo de casos. La organización Save The Children informa por su parte que el 5,6% de los niños en la comunidad han sido víctimas de ciberacoso ocasional y que 1,2% lo es de manera frecuente. “El acoso o el ciberacoso también se produce más allá del ámbito escolar, aunque muchas veces no se detecten o tengan repercusiones directas”, denuncian.

Una docena de casos durante la emergencia sanitaria

El jefe de estudios del Instituto Maria Rúbies, Ferran Maldonado, explica que cada vez la dan más importancia a los “programas entre iguales” como este, donde los conflictos se resuelven entre los mismos alumnos. “No observa de la misma forma un adolescente que habla con un compañero o le comparte un caso que ha tenido, que un profesor”, apunta. La ayuda, una vez que les derivan los casos, puede consistir en una llamada a los jóvenes, a los padres o, incluso, en un servicio anónimo de apoyo a nivel psicológico, según detalla Maldonado. El jefe de estudios precisa que desde el inicio de curso han recibido unos 30 avisos, mientras que durante el confinamiento por la emergencia sanitaria, una docena.

El encargado del centro matiza que la atención ofrecida estos meses, sobre todo, ha consistido en asistir a aquellos que han tenido problemas a causa de la cuarentena. “Se han detectado muchas situaciones de angustia, miedo”, concluye.



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