Tarragona registró picos de benceno y butadieno tras la explosión de la química Iqoxe
Los sensores del Observatorio de la calidad del aire detectaron un incremento de tóxicos
La calidad del aire de Tarragona se emponzoñó el año pasado, según los valores recogidos en 25 puntos de control de once municipios cercanos al polígono petroquímico. Pese a las restricciones impuestas por el confinamiento, los datos fueron registrados a lo largo del 2020, incluido el mes de enero, cuando ...
La calidad del aire de Tarragona se emponzoñó el año pasado, según los valores recogidos en 25 puntos de control de once municipios cercanos al polígono petroquímico. Pese a las restricciones impuestas por el confinamiento, los datos fueron registrados a lo largo del 2020, incluido el mes de enero, cuando un violento estallido hizo saltar por los aires un reactor de la fábrica de la empresa Iqoxe en La Canonja.
Un mes después de aquella explosión que mató a tres personas, los sensores captaron “picos” de 1,3-butadieno en Constantí, en El Morell y en los tres barrios de Tarragona más pegados a las químicas: Torreforta, Campclar y Bonavista. También se reportan altos valores de benceno. En La Pineda, a escasa distancia de las fábricas, fueron cinco veces superiores a lo que se midió en el pueblo de Prades, en el interior, por las mismas fechas.
La presencia de sustancias nocivas para la salud genera un vivo debate en la zona de Tarragona, y se agudizó tras el grave accidente que destrozó parte de la fábrica de Iqoxe. Una explosión que se percibió en varios kilómetros a la redonda y desencadenó una bola de fuego y humo sobre el cielo del polígono petroquímico.
El informe presentado este jueves por el Observatorio de la Calidad del Aire estudia las inmisiones en el área industrial de Tarragona y pone de relieve un incremento de los valores medios de mezclas tóxicas como los compuestos orgánicos volátiles (COV), el benceno o el 1,3 butadieno.
El protocolo del Observatorio se basa en analizar la presencia de unos cincuenta compuestos y los pone en relación con datos de Barcelona, Lleida, Girona o zonas más rurales, sin alta densidad de tráfico ni humos industriales. El estudio, impulsado por Repsol, la Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT) y el Instituto Cerdà, constata la presencia de tóxicos en la atmósfera. En el caso del benceno, los valores más elevados se han detectado en el municipio de Constantí pero según Francesc Borrull, director del estudio y catedrático de química analítica de la Universitat Rovira i Virgili (URV), los valores están por debajo de los límites de toxicidad que fija la normativa. “Es obvio que hay una influencia de la actividad industrial sobre estos puntos”, mantiene Borrull. El benceno tiene consideración de compuesto altamente nocivo para la salud, y se le asocia con algunos tipos de cáncer.
Para el 1,3-butadieno no hay unos valores normativos fijen un umbral de seguridad. Borrull señala “incidencia” en los puntos más cercanos a los polígonos norte y sur de Tarragona. “Aparecen dispersiones grandes”, manifiesta el catedrático, y señala los valores dan idea de que se han llevado a cabo “actividades concretas” que han podido dar lugar a “concentraciones ligeramente más elevadas” de tóxicos en el aire.
También el departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat ha publicado la evaluación de la calidad del aire 2020, en base a datos recogidos en toda Cataluña por su red automática. Con las medidas obtenidas durante el año pasado, se observan valores de dióxido de nitrógeno, benceno, cloro, dióxido de azufre y monóxido de carbono. Territorio afirma que los niveles “se encuentran por debajo de los máximos permitidos”.
El departamento admite que algunos de estos contaminantes “solían presentar incumplimientos hace algunos años”, pero a causa de las restricciones de movilidad asociadas a la crisis sanitaria de la COVID-19, y gracias a la aplicación de planes de actuaciones de reducción de contaminados y a la aplicación de mejoras tecnológicas en el transporte y la industria se consiguió reducir las emisiones y, por lo tanto, los niveles de inmisión han disminuido.