El majestuoso Beethoven de Anne-Sophie Mutter cautiva al Palau
La famosa violinista alemana triunfa con una madura y expresiva versión del ‘Concierto para violín’ arropada por Tomàs Grau y la Sinfónica Camera Musicae
La emoción, ante todo. Hay violinistas que asombran por el virtuosismo, en una búsqueda, a veces obsesiva, por alcanzar la máxima perfección técnica. Anne-Sophie Mutter prefiere apostar por la belleza del sonido, la calidez y el lirismo, armas con las que triunfó este miércoles en su regreso al Palau. Arropada con sumo cuidado por Tomàs Grau y la Sinfónica Camera Musicae, la famosa violinista alemana puso en pie al público con una madura...
La emoción, ante todo. Hay violinistas que asombran por el virtuosismo, en una búsqueda, a veces obsesiva, por alcanzar la máxima perfección técnica. Anne-Sophie Mutter prefiere apostar por la belleza del sonido, la calidez y el lirismo, armas con las que triunfó este miércoles en su regreso al Palau. Arropada con sumo cuidado por Tomàs Grau y la Sinfónica Camera Musicae, la famosa violinista alemana puso en pie al público con una madura, serena y majestuosa versión del Concierto para violín y orquesta en re mayor, op. 61, de Ludwig van Beethoven, una de sus obras fetiche.
“En el arte, la calidad crece con los años, con la madurez y la profundidad. Los jóvenes no deben olvidar que la juventud no la consigues, la tienes. La madurez, sin embargo, la tienes que ganar”. Lo decía Mutter a este diario en una entrevista que tuvo lugar en Barcelona en 2004, al hilo de las diferencias entre sus dos grabaciones del concierto de Beethoven. En la primera, en 1979, con Herbert von Karajan y la Filarmónica de Berlín, tenía apenas 16 años, y ya tocaba como los ángeles, pero hizo la versión que Karajan deseaba. En la segunda, en 2002, con Kurt Masur y la Filarmónica de Nueva York, lo hizo tal y como lo sentía.
Y así, tal y como lo siente Mutter en su madurez, sonó el concierto del genio de Bonn en el Palau. Su presencia en el escenario, elegante y sofisticada, impresiona, pero no hay caprichos divistas en su interpretación, ahora más generosa en la expresión de sentimientos y, por tanto, más comunicativa. Sin premuras, alargando los tiempos para esculpir frases de gran nobleza y lirismo desbordante, lució un sonido radiante y bordó las espectaculares candencias.
El director de orquesta catalán Tomàs Grau hizo lo que tenía que hacer, seguir a tan famosa solista con atención y flexibilidad, arropándola con buen tino al frente de una orquesta en buena forma, con cuerdas y maderas que sonaron con plenitud - también con suave delicadeza- y metales brillantes. Los músicos se entregaron con pasión, encantados de actuar con una estrella del calibre de Mutter.
El éxito fue grande y, ante la explosión de aplausos y bravos, Mutter tomó la palabra para agradecer la acogida, felicitar a orquesta y director, manifestar su felicidad al ver la sala tan llena y dedicar, como sincero homenaje a las víctimas del coronavirus, una preciosa propina de Beethoven, la serena Romanza en fa para violín y orquesta.
La Sinfónica Camera Musicae y Grau completaron el último programa de su temporada con una bien construida versión de la Tercera sinfonía, Heroica de Beethoven. El trabajo fue meritorio, pero, tras la apoteosis con Mutter, el final de la velada fue bueno, pero menos memorable.