Los barceloneses consumen 29 litros de agua menos al día que hace 20 años

Los expertos achacan la reducción doméstica a las campañas de concienciación durante la gran sequía de 2008 y a la mejora de la red de suministro

Una mujer friega los platos.Massimiliano Minocri

La idea de que el agua es un bien preciado y cada vez más escaso ha calado en la capital catalana. Un barcelonés del año 2022 consume en casa 29 litros diarios de agua menos que uno del 2000. El consumo de agua potable doméstica por habitante es de 106 litros diarios, cuando a principios de siglo eran más de 135, según datos del Ayuntamiento de Barcelona. El especialista Javier Martín Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, celebra la reducción y cree que se deb...

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La idea de que el agua es un bien preciado y cada vez más escaso ha calado en la capital catalana. Un barcelonés del año 2022 consume en casa 29 litros diarios de agua menos que uno del 2000. El consumo de agua potable doméstica por habitante es de 106 litros diarios, cuando a principios de siglo eran más de 135, según datos del Ayuntamiento de Barcelona. El especialista Javier Martín Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, celebra la reducción y cree que se debe principalmente a que las campañas de sensibilización para ahorrar agua funcionan en la capital catalana y a la mejora de las instalaciones para reducir la pérdida innecesaria de líquido.

Las cifras apuntalan Barcelona como unas de las ciudades de España donde sus habitantes consumen menos agua potable al día: el consumo medio de agua de los hogares españoles es de 133 litros, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). “Es una buena prueba de que los ciudadanos están más concienciados ante la falta de agua. Durante la gran sequía de 2008 (así se refieren los barceloneses a ella) se hicieron campañas para fomentar el ahorro de agua y ahora comprobamos que sí influyeron en la sociedad. Parece que el mensaje caló y las costumbres cotidianas de ahorro vinieron para quedarse”, resume Martín Vide.

Esa sequía de 2008, que supuso limitaciones domésticas durante meses, fue un gran aviso de la emergencia climática que Cataluña y la cuenca mediterránea ya padecen. También un punto de inflexión en la política hídrica en la comunidad, especialmente expuesta al cambio climático y a la falta de recursos a causa de su elevada densidad poblacional (Barcelona, con más de 15.000 habitantes por kilómetro cuadrado, es uno de los territorios más densos de Europa) y al turismo. En el último informe anual del Ayuntamiento de Barcelona de consumo de agua en la ciudad, que recoge los datos de 2021, se destaca que la capital catalana es “una de las grandes ciudades en las que los ciudadanos están más concienciados con el ahorro y el buen uso de los recursos hídricos”. Aunque todavía el consumo no se ha reducido a los 100 litros diarios, la cantidad que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera suficiente para cubrir todas las necesidades.

Durante el confinamiento por la covid en los meses más duros de la pandemia del año 2020, el consumo de agua doméstica por habitante en la ciudad se elevó sustancialmente, hasta los 110 litros, cifra que se redujo más de un 5,5% en 2021, ya sin restricciones de movimiento. El informe del Ayuntamiento también destaca que la reducción del uso de agua potable en la ciudad ha venido acompañada con un descenso del agua potable usada por los servicios municipales para la limpieza, el riego o las fuentes ornamentales, clave para no reducir las reservas de consumo humano.

Mientras en 1999 se utilizaban 2.972.696 de metros cúbicos de agua potable para regar jardines, en 2021 la cifra fue de 2.253.131, un 25% menos. El mismo descenso se ha producido en el líquido potable usado para limpiar las calles, con un 80% menos, o para llenar fuentes ornamentales, un 71% menos. La reducción, según el Ayuntamiento, se ha logrado gracias al uso de las aguas subterráneas, previamente tratadas por depuradoras. La Generalitat pretende doblar la cantidad de agua regenerada para 2027 y ayuntamientos barceloneses como el de El Prat de Llobregat ya prevén que las casas de nueva construcción de la ciudad cuenten desde un principio con cisternas de agua reutilizada. Una medida que según cálculos del gerente de la empresa municipal de aguas, Aureliano García, implicaría ahorrar hasta un 25% del agua potable doméstica.

La reutilización de agua para riego, usos agrícolas, industriales o de limpieza es una medida esencial que los expertos reclaman para no hacer languidecer las reservas potables en caso de sequía, como ocurre ahora. Que el sistema de riego y limpieza de la ciudad se haga fundamentalmente a través de agua no potable también es clave para que Barcelona pueda seguir limpiando sus calles cuando entre en estado de alerta por sequía. El decreto de la sequía catalán estipula que una de las medidas que se tienen que tomar cuando se declara la alerta (esto es, cuando las reservas de los embalses se reducen por debajo del 40%) es dejar de usar agua potable para limpiar calles o llenar fuentes. Y Barcelona está al borde imponer restricciones al uso de agua en la agricultura, la industria, riego de jardines o limpieza. El pasado 23 de julio, fuentes de la Agencia Catalana del Agua (ACA) explicaron a este diario que, si las previsiones de falta de precipitaciones se cumple, la ciudad entraría en estado de alerta en septiembre. Algo que el director de la ACA, Samuel Reyes, confirmó oficialmente la pasada semana.

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