Trias y la nostalgia del pasado
Los viejos colores de CiU hubieran conjuntado estupendamente en el primer gran acto del alcaldable, con Pujol y Mas aplaudiendo desde el patio de butacas. Los nuevos tiempos permiten resucitar a viejos protagonistas
Xavier Trias es un político al que repelen las algaradas en la calle. Mantuvo una discreción cartujana durante el decenio de procés, en que la independencia logró una curiosa síntesis entre el electorado de orden y el que cortaba autopistas. No era una novedad, pues las proporciones de cada ingrediente van cambiando, según marque el mercado de la coyuntura. En la época de Jordi Pujol todo estaba más acotado y únicamente a los jóvenes les estaba permitido exhibir furor patriótico. Trias, hijo...
Xavier Trias es un político al que repelen las algaradas en la calle. Mantuvo una discreción cartujana durante el decenio de procés, en que la independencia logró una curiosa síntesis entre el electorado de orden y el que cortaba autopistas. No era una novedad, pues las proporciones de cada ingrediente van cambiando, según marque el mercado de la coyuntura. En la época de Jordi Pujol todo estaba más acotado y únicamente a los jóvenes les estaba permitido exhibir furor patriótico. Trias, hijo de esa época y paradigma de señor de Barcelona, seguro que, al igual que Goethe, prefiere la injusticia al desorden y, por supuesto, la vieja fórmula pujolista al adanismo independentista que desacomplejadamente encarnan muchos de sus compañeros de partido. Aunque, de hecho, concurrirá a las elecciones municipales bajo el cielo protector de Junts per Catalunya, la formación de Laura Borràs, que tiene como líder extramuros a Carles Puigdemont. Trias de esta forma también será el cabeza de lista de quienes cortaban la Meridiana, aunque quiera ponerles sordina para pescar en el coto del conservadurismo antiindependentista e indignado con Colau.
Esa suerte de catch all party –el desiderátum convergente– es el que ha perseguido el alcaldable de Junts durante toda la vida política. Ahora se cumplen 20 años de las multitudinarias manifestaciones contra la guerra de Irak, que el entonces candidato de CiU a la alcaldía de Barcelona recorría longitudinalmente. Lo hacía de forma ostensible con su equipo para hacer olvidar los pactos de su partido con el PP y para que todo el mundo viera que el alcaldable estaba allí. Trias siempre ha sido un hombre dispuesto a desafíos. Desde mediados de los noventa y como consejero de la Presidencia, Pujol le encargó que pusiera bridas a los ímpetus de sus hijos en el mundo de los negocios. El resultado fue perfectamente descriptible. En 2002, recibió de su jefe el encargo de otro trabajo de Hércules: conseguir para el partido la alcaldía de Barcelona. Tardó 15 años y al fin logró lo que su formación nunca había hecho. Y se impuso a un PSC desgastado por los 37 años de gobierno municipal.
Trias quiere ahora aprovechar el descontento con Ada Colau y jugar en el espacio infinito entre sus vecinos de Sarrià-Sant Gervasi, indignados por no poder pasear a sus perros con pedigrí por los jardines del Turó Park, y los ciudadanos de Ciutat Meridiana, que viven la pesadilla de ser villa desahucio, con un tercio de sus viviendas en manos de bancos y fondos buitre. El candidato de Junts sabe que la clave del éxito es no descender nunca a detalles. No entrar en nada que reste. En la presentación de su candidatura hace unos días en el Auditori, Clara Blanchar contaba en estas páginas que no había hecho una sola propuesta novedosa. Se limitó a recordar sus viejos proyectos y a defender el inalienable derecho al transporte privado que tanto gusta a los lobbies. Como si el tiempo no hubiera transcurrido, Pujol, Mas y muchos convergentes le aplaudían desde el patio de butacas. El logo de Junts –donde milita el candidato– estaba ausente. Todo evocaba aromas del pasado. Tanto que los viejos colores de CiU hubieran conjuntado estupendamente en el acto. Los nuevos tiempos permiten resucitar a viejos protagonistas. Y, en consonancia con esos principios, Trias ha archivado en el olvido lo que dijo en mayo de 2022, en el programa Cafè d’Idees de RTVE: “Yo estoy jubilado; no hay que ir buscando a un abuelito que tendrá 77 años en las elecciones”. De eso hace una eternidad.
Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal